sábado, 28 de abril de 2012

COPLAS VERACRUZANAS PARA PEÑA, JOSEFINA, AMLO Y QUADRI.


"Ahorita está Josefina 
y ya se va Calderón 
Le deja el PAN que es de harina 
a ver si da producción 
Y ya presume la gallina
 tener mucho pantalón  


 Peña Nieto se afamó 
porque viene del Estado
 Dinero no le costó 
porque viene abanderado 
Muchos trabajos empezó
y algunos no ha terminado   


Licenciado de colmillo 
y que del pueblo salió 
Persona que tiene brillo
 porque el pueblo lo lanzó 
El PAN le quitó el bolillo 
a Manuel López Obrador   


Gabriel Quadri es sencillo 
y es un hombre muy cabal
 Con su madrina Gordillo
quien lo puso en el Panal 
Anda buscando el huesillo 

de la mesa presidencial  "


EN UNA CANTINA CLÁSICA DEL DISTRITO FEDERAL

Es una de las cantinas clásicas de México. Desde 1924, imagínese. El Puerto de Veracruz está ubicada en la colonia Escandón de la Ciudad de México y desde siempre ha sido refugio de políticos, periodistas, intelectuales, gente del espectáculo, deportistas, famosos.

Algunos de los que han pasado en los últimos años por El Puerto han quedado plasmados en sus paredes, en fotos. Pero también en dos murales que se exhiben sobre la barra principal: Ponchito, Pedro Infante, Hugo Sánchez, Luis Miguel, Paquita la del barrio, Julio César Chávez, Brozo, El Santo, Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, Vicente Fox. Camisetas autografiadas del América, Chivas, del piloto Adrián Fernández también decoran el lugar.

Los tragos están bien servidos y la botana que incluye caldo y guisado suelen ser un cálido recibimiento. De la carta, son recomendables los tacos campechanos de marlin con chicharrón con su embarradita de guacamole; o el aguachile, los camarones gigantes, el pámpano a la sal. Y ni hablar de la atención de sus meseros.

Cuando se trata de ver el futbol o el box este es el lugar para disfrutarlo. Y las tardes son extraordinarias con el conjunto jarocho “Cafeteros de Huatusco”, quienes cantan poesía en los sones que están compuestos de coplas.

Pídales una copla y aguántese: aunque muy respetuosos, sí agregan bastante chilito a las mesas.

“La copla es un breve poema que encierra dentro de sí una idea completa. Es una forma poética de 4 versos que sirve de letra para las canciones populares”. Las coplas son en su mayoría amorosas, pícaras, que también se distinguen por la improvisación y la creatividad, y pobre del aquél que le dediquen una, porque seguro saldrá raspado.

“Las coplas surgieron en España, donde sigue siendo muy común, y evidentemente está muy difundida en Latinoamérica”.

El conjunto jarocho “Cafeteros de Huatusco”, que hoy nos toca unas coplas para los candidatos presidenciales en SinEmbargo, cuenta con un arpa y un tañedor extraordinario: José Luis Tlazalo.

¿Por qué grabarlos con celular? Porque creemos que eso es Youtube; eso es nuestro presente en las redes. Esto no es televisión: es Internet.
*** 
Cantina El Puerto de Veracruz
Av. Revolución 10-B, entre Benjamín Franklin y Progreso
Col. Tacubaya
México, DF
Tel. 5516 0305 / 5273 3305
Horario de Lunes a Viernes de 13:00 a 23:00 hrs.
Sábados de 13:00 a 19:00 hrs.
Costo promedio de consumo: $200
–Fuente: Instituto Cultura de Raíces Mexicanas

Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/28-04-2012/218737. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX

José Luis Durán King - ¿Santuario de turismo mórbido?


La actividad de los asesinos seriales devasta comunidades enteras. Los lugares que fueron escenario de sus rituales quedan marcados durante generaciones. Las familias tanto de las víctimas como las de los homicidas difícilmente retoman su cotidianidad. No es extraño que la gente que experimentó de cerca la violencia desplegada por un homicida reiterativo decida mudarse de localidad e incluso adoptar una nueva identidad. Pero así como quienes intentan dejar atrás sus momentos de dolor, hay otros que, atraídos por esos mismos eventos, son capaces de viajar los kilómetros que sean necesarios con tal de vivir emociones inéditas. Solo que no siempre las autoridades están dispuestas a convertir sus suburbios, ciudades o vecindarios en santuarios de turismo mórbido.

En los años 90, había una empresa en Chicago que ofrecía recorridos por los lugares de la ciudad en los que sucedieron hechos sangrientos, entre ellos una esquina de la sección de Englewood, donde estuvo de pie una pesada edificación con sótanos y mazmorras, y en la que H.H. Holmes dispuso un mobiliario hecho a la medida del sufrimiento de sus presas. El periplo también incluía Lincoln Park, vecindario al que llegaron miembros de la pandilla de Al Capone y que, disfrazados de policías, ejecutaron a siete elementos del grupo de Bugs Moran.

Aunque la mayoría de las sociedades del mundo se avergüenza de sus hijos descarriados y aplica el borrón y cuenta nueva como una medida para seguir adelante como si nada hubiera sucedido, lo cierto es que algo queda en el recuerdo de los seres humanos que les hace preguntarse: ¿fue ahí donde los mataron?

Por cuestiones más económicas que prácticas, en México es muy difícil que los lugares que habitaron asesinos seriales sean reducidos a polvo. Así, la casa en la que vivió Goyo Cárdenas en Tacuba sigue de pie y al parecer habitada por familiares del más célebre de nuestros tozudos homicidas. Lo mismo sucede con el departamento en que cocinaba José Luis Calva Zepeda, El Caníbal de la Guerrero, o la vivienda de Juana Barraza, La Mataviejitas, en Valle de Chalco.

Pero con presupuestos a modo no existen imposibles. Así, en Estados Unidos hay ejemplos contundentes de que no querían ver ni en pintura inmuebles en los que el terror sentó sus reales. La granja de Ed Gein en Plainfield, Wisconsin, fue presa de los bulldozer una vez que los agentes agotaron sus investigaciones. Si una vez que se conocieron a escala nacional las aberraciones de este taciturno la gente viajaba hasta Plainfield con el único objetivo de ver con sus propios ojos el lugar dónde la pesadilla tenía su domicilio, las autoridades locales no quisieron ni imaginarse qué pasaría si aquella granja se convertía en un lugar de culto.

Asimismo, la torre de la Universidad de Texas en Austin tuvo que ser cerrada poco tiempo después de que Charles Whitman subió en agosto de 1966 hasta el mirador y comenzó a disparar indiscriminadamente, asesinando a 16 e hiriendo a 32 en una jornada que duró menos de tres horas.

En cuestión de prevención de proselitismo oscuro, el que se lleva la palma de oro es el edificio de apartamentos Oxford, en Milwaukee. El departamento 213 era ocupado por un joven aparentemente tímido que trabajaba en una fábrica de chocolates. Cuando su historia se hizo pública y el mundo se enteró que asesinó a 17 hombres, algunos de los cuales devoró parcialmente, el distrito no quiso arriesgarse y decidió demoler en su totalidad el complejo departamental, indemnizando a los inquilinos. Hoy, un enorme jardín ocupa la plancha donde alguna vez los condominios Oxford intentaron rascar el cielo.

Leído en  http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9145896

Robles - Doce años de desastre



Las cuentas son malas. Tras 12 años de gobiernos panistas, la intención de equipar las aulas de las escuelas de primaria y secundaria de México solo se ha traducido en pérdidas. En nulos resultados y en una afectación al erario público, a los dineros de los ciudadanos. Al finalizar su sexenio, Vicente Fox hizo extensivo el programa de Enciclomedia a las secundarias. No obstante los problemas técnicos que ya había representado su instrumentación en el nivel primario, se decidió ampliarlo dejándole como herencia su implementación a la administración que lo sustituyera. De manera irresponsable, se dejó esa carga sin dar la oportunidad a la evaluación y definición por parte de quien habría de tomar las riendas del país y, en particular, de la educación. La situación pronto llegó a su límite. Frente al cuestionamiento de los legisladores y su decisión de no suministrar recursos para el programa de Enciclomedia, en 2008, la entonces secretaria de Educación Pública, Josefina Vázquez Mota, tuvo que cancelarlo. Esta decisión le costó a las finanzas públicas la cantidad de casi 3 mil millones de pesos. La tomó sin objetar y ni siquiera plantear que una situación de esta naturaleza significaría pagarle a determinadas empresas una cantidad millonaria a cambio de nada. La llevó a cabo a pesar de los señalamientos de algunos diputados de oposición, particularmente del PRD y del PRI, en el sentido de que a esas empresas (que ya habían sido beneficiadas con jugosos contratos por Enciclomedia en las primarias) habría que cancelarles por incumplimiento en lugar de pagarles una indemnización millonaria a la que no tenían derecho. El programa fue sustituido por otro, al que por cierto tendrían acceso las mismas empresas indemnizadas por Enciclomedia: el de Habilidades Digitales para Todos (HDT por sus siglas) que fue anunciado con bombo y platillo. Su objetivo: “Impulsar el desarrollo de tecnologías de la información y comunicación en escuelas de educación básica para apoyar el aprendizaje de estudiantes, ampliar sus competencias y favorecer su inserción en la sociedad del conocimiento”. La meta, 300 mil aulas equipadas al final del sexenio. Como lo dijera el entonces subsecretario Fernando González, “la instrucción del presidente Calderón y de la secretaria Vázquez Mota es que la base de la política educativa sea reducir la brecha de conectividad y la relación que existe entre maestros, alumnos y computadoras”. No solo eso. Al dar a conocer el programa dijo: “Si no lo logramos, estaremos fallando a la sociedad mexicana”. La noticia es que varios años después solo 3 mil aulas, es decir 1% de la meta nacional, han logrado este objetivo. Rotundo fracaso y aquí sí compromiso no cumplido.


Ahora, a finales del sexenio calderonista, el gobierno está licitando un nuevo programa denominado Aula Base Telemática, que es ni más ni menos que el programa de Enciclomedia disfrazado, pero sin conectividad. Al igual que sucediera con Fox, la actual administración pretende heredarle al próximo gobierno la obligación de llevar a cabo este proyecto que supone la erogación de 25 mil millones de pesos. El propio Oficial Mayor de la SEP, Guillermo Bernal, reconoce que es “básicamente lo mismo que Enciclomedia, excepto que no se va a pedir la impresora porque eso complicaba la operación del servicio”, lo que resulta absolutamente paradójico si justamente apenas unos años atrás se canceló un proyecto similar por considerarlo inviable, que además le costó millones al país. Pero no solo. El objetivo de la conectividad (que es justamente lo importante de este tipo de proyectos) no se cumple, pues este aspecto queda bajo la responsabilidad de la Secretaría de Comunicaciones lo que está (aquí si literalmente) en el aire. El caso es que tras dos sexenios de gobiernos blanquiazules, la narrativa de los programas de desarrollo de la tecnología educativa en nuestro país es que ha sido un fracaso y un lodazal también.
Ser… o neceser

De qué país hablamos. Vamos a alcanzar la victoria (¿pues no había dicho que no estábamos en guerra?) y conseguimos cero migración. Ya lo perdimos.

Leído en http://www.milenio.com/cdb/doc/impreso/9145915

Álvaro Delgado - Asombro, desesperación... y tragedia

Días de asombro y desesperación vive la clase política, de tragedia la ciudadanía.

Elba Esther Gordillo advierte cuarteaduras en los cimientos de su imperio, ante las cuales -para su fortuna- sus adversarios se hacen de la vista gorda. Vicente Fox sale a la palestra porque le gusta, pero también para mandar señales de entendimiento a Enrique Peña por lo que se ofrezca. Felipe Calderón, al parecer, duda en abrir el fuego político porque nada asegura que Josefina Vázquez reciba el beneficio colateral. Ella, a su vez, se pregunta si se rompió el timón después de haber dado el golpe. Enrique Peña pide elevar el nivel del blindaje de su campana de cristal para continuar su espectacular campaña. Y Andrés Manuel López Obrador busca a quién más extenderle su mano franca...

Entre el asombro y la desesperación de los políticos, la ciudadanía mira cómo se queman los bosques, cómo la corrupción es un fenómeno extrañísimo en México porque sólo hay corruptores pero no corrompidos, cómo la deuda de los estados crece sin que nadie la pode, cómo los tráileres ponen su cuota de sangre, cómo el crimen desatiende la veda electoral y cómo la administración calderonista se encuentra indignadísima ante tanto desastre y ordena investigar a la Procuraduría General que, de seguro, presentará como presunta responsable a la Divina Providencia.

 A muy difíciles problemas, Elba Esther Gordillo le ha encontrado solución. Cicatrices de toda índole le dejó construir su imperio político. Esta vez, sin embargo, percibe su fragilidad y se muestra desesperada, desposeída de la imaginación y la creatividad que más de una vez sellaron su actuación.

En la víspera de esta elección, la lideresa magisterial cometió cuatro errores que hoy comprometen la sobrevivencia política, cuando menos de su partido. Sobrecotizó el valor de su fuerza y no pudo continuar su alianza con el panismo ni asegurarla con el priismo. Calculó mal la designación de la dirección del partido, del príncipe de chocolate a la Presidencia y de la familia y los leales al Congreso y, ahora, están en juego el registro, las prerrogativas y la utilidad de su creatura política, el Panal. Minusvaloró el radicalismo de la disidencia interna en el gremio magisterial que, ahora, presiona su actuación hasta emparentarla con ella. Y, a esos tres errores, sumó el principal: avezada en el trato con los políticos, desconsideró el crecimiento de la corriente de opinión pública y de participación social, harta de su cacicazgo en la política educativa.

Hoy, a la emperatriz magisterial la asedian los problemas y, habiéndose soltado del trapecio albiazul, no halla cómo alcanzar el tricolor. Está en el aire, la red de protección es el sindicato, no el partido y olfatea el peligro. Su situación es de enorme vulnerabilidad pero, como no hay decisión política ni en la administración ni en el partido de la administración como tampoco en el partido tricolor para encararla y quebrar su poderío, Elba Esther Gordillo puede sobrevivir.

Hay una oportunidad para las organizaciones que exigen la mejora de la calidad educativa para desmantelar el imperio, pero falta el apoyo firme de Enrique Peña y Josefina Vázquez Mota así como de la administración calderonista para actuar ante la fragilidad de la maestra y darle esa oportunidad a la educación. Y es que estos últimos la odian tanto como la quieren.

Elba Esther Gordillo está frente a su propia evaluación política y no sabe qué contestar. Se desespera.


Sin desconocer su gusto por los micrófonos y los reflectores, Vicente Fox reaparece en escena. Su nuevo sketch, donde critica a su partido y saluda a Enrique Peña, se puede leer de dos maneras.

La primera lectura es la que sugiere el mismo comediante político: critica al calderonismo, a su partido y a su candidata al tiempo que saluda al priista Enrique Peña con el ánimo de provocar, a partir del desplante, una reacción positiva por parte de los suyos. Los quiero despertar, le dice a Pedro Ferriz. Suena bien.

La segunda lectura es de quienes lo conocen muy de cerca. Vicente Fox da por derrotada a Josefina Vázquez Mota y, sí, le besa la mano pero no se pone a sus pies porque, ante la evidencia, quiere tender puentes de entendimiento con Enrique Peña. No es para menos, ya ve al priista en Los Pinos y no quisiera verlo revisar el pasado, donde Martita, sus hijos y probablemente él no quedarían tan bien parados.

No deja de ser curioso que, ahora, el hombre de las botas le tema a las víboras prietas y a las tepocatas y pretenda encantar serpientes.


El administrador de la República, Felipe Calderón, va y viene, no sabe cómo salir del laberinto en que se encuentra.

Las cosas no se le han dado como quisiera. El resumen de su gestión es simple: ganó su elección sin conquistar el poder, perdió al partido sin ganar el gobierno y, por como pintan las cosas, la sucesión no viene como quisiera. La administración se le deshace entre las manos, el partido no logra articularse, la candidata no funciona, el crimen no respeta la veda electoral y la deuda de sangre es enorme.

En esa circunstancia, sacar la bazoo- ka política -por decirlo como le gusta- con los "guardaditos" con que supuestamente cuenta, implica un riesgo: sin tener asegurado que con la cobertura de la artillería avance su candidata, la bazooka se puede convertir en boomerang y, entonces, el fuego graneado de hoy podría recibirlo de vuelta mañana. Y mañana, fuera de Los Pinos, sin la investidura ni los recursos de la administración, los días serán muy distintos.

Sacar o guardar la bazooka, he ahí la cuestión... sin desconocer que el 1o. de diciembre ya se vislumbra en el calendario.


Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota afinan y ajustan sus estrategias pero, en el fondo, no tienen muy claras las condiciones del terreno que pisan.

Saben que, después del debate, se intensificará el fragor, el fuego y el calor de la campaña electoral, reconocen como algo natural ese destino pero no tienen control sobre lo imprevisible y, hoy, lo imprevisible es lo más previsible en el paisaje político y social mexicano. Traen cara de asombro y gestos de desesperación frente a la compleja realidad que los avasalla, pero no acaban de entender la tragedia que vive la ciudadanía.

La ciudadanía sobrelleva su propia tragedia. Parte de ella propone protestar no yendo a las urnas, otra propone protestar yendo a las urnas. Rebota ante la calamidad de una clase política que frente al incendio social mira el fuego como si fuera el calor del hogar.



Leído en http://www.reforma.com/editoriales/nacional/655/1308908/default.shtm

Marguerite Yourcenar - La leche de la muerte.

Marguerite Yourcenar
(1903-1987)
La leche de la muerte.

La larga hilera beige y gris de turistas se extendía por la calle principal de Ragusa; los gorros, las elegantes chaquetas bordadas que se movían con el viento a la entrada de las tiendas, iluminaban los ojos de los viajeros en busca de regalos a buen precio o de disfraces para los bailes de a bordo. Hacía tanto calor como sólo puede hacer en el Infierno. Las montañas desnudas de Herzegovina mantenían a Ragusa bajo el fuego de espejos ardientes. Philip Mild pasó al interior de una cervecería alemana donde algunas moscas gordas zumbaban en una semioscuridad sofocante. Paradójicamente, la terraza del restaurant daba sobre el Adriático que aparecía allí en plena ciudad, en el lugar más inesperado, sin que esa súbita aparición azul sirviera para otra cosa que para añadir un color de más al mosaico de la plaza del mercado. Una peste subía de un montón de desperdicios de pescado que algunas gaviotas casi insoportablemente blancas hurgaban. Ningún viento llegaba del mar. El compañero de camarote de Philip, el ingeniero Jules Boutrin, bebía recargado en un velador de zinc, a la sombra de un parasol color fuego que de lejos parecía una naranja flotando sobre el mar.

-Cuéntame otra historia, viejo- dijo Philip dejándose caer pesadamente en una silla. -Necesito un whisky y un buen relato frente al mar... El relato más hermoso y el menos verosímil posible que me haga olvidar las mentiras patrióticas y contradictorias de algunos periódicos que acabo de comprar en el malecón. Los italianos insultan a los eslavos, los eslavos a los griegos, los alemanes a los rusos, los franceses a Alemania y casi del mismo modo a Inglaterra. Imagino que todos tienen razón. Hablemos de otra cosa. ¿Qué hiciste ayer en Scutari donde estabas tan ansioso por ir a ver no sé qué turbinas?

-Nada -dijo el ingeniero-. Aparte de echar un vistazo a unos torpes trabajos de la presa, dediqué la mayor parte de mi tiempo a buscar una torre. He escuchado a tantas ancianas servias contarme la historia de la torre de Scutari, que necesitaba localizar sus gastados ladrillos para ver si no tienen una marca blanca. Pero el tiempo, las guerras y los campesinos de los alrededores, preocupados por consolidar las paredes de sus granjas, la demolieron piedra por piedra y su memoria ya no se mantiene sino en los cuentos... A propósito, Philip, ¿eres lo suficientemente afortunado para tener lo que se llama una buena madre?

-Qué pregunta -respondió negligentemente el joven inglés-. Mi madre es hermosa, delgada, distinguida, resistente como el espejo de una vitrina. ¿Qué otra cosa te puedo decir? Cuando salimos juntos me toman por su hermano mayor.

-Eso es. Eres como todos nosotros. Cuando pienso que algunos idiotas suponen que nuestra época carece de poesía, como si no tuviera sus surrealistas, sus profetas, sus estrellas de cine y sus dictadores. Créeme, Philip, de lo que carecemos es de realidades. La seda es artificial; los alimentos detestablemente sintéticos se parecen a esa copia de alimentos con los que llenan a las momias, y las mujeres ya no toleran la tristeza ni la vejez. Sólo en las leyendas de países semibárbaros se pueden encontrar todavía esas criaturas colmadas de leche y lágrimas de las que uno estaría orgulloso de ser hijo... ¿Dónde oí hablar de aquel poeta que no podía amar a ninguna mujer porque en otra vida había conocido a Antígona? Un hombre como yo. Algunas docenas de madres y enamoradas, desde Andrómaca hasta Griselda, me han vuelto exigente frente a esas muñecas irrompibles que pasan por ser la realidad.

"Isolda como amante y, por hermana la dulce Aude... Sí, pero la que yo hubiera querido por madre es una muchacha de una leyenda albanesa, la mujer de un joven noble de por aquí."

"Eran tres hermanos que trabajaban en construir una torre desde donde pudieran observar a los invasores turcos. Todos los días una de sus mujeres les llevaba de comer. Se habían dedicado ellos mismos al trabajo, ya porque la mano de obra fuera escasa, cara, o porque como buenos campesinos no confiaran sino en sus propios brazos. Sin embargo, cada vez que lograban llevar lo suficientemente bien el trabajo para colocar un montón de hierbas en el tejado, el viento de la noche y las brujas de la montaña tiraban su torre como Dios hizo derrumbar Babel. Hay muchas razones para que una torre no se mantenga en pie, se puede inculpar a la torpeza de los obreros, a lo difícil del terreno o a la mala calidad del cemento que se utiliza. Pero los campesinos servios, albaneses o búlgaros no reconocen en este desastre sino una sola causa: saben que un edificio se desploma si no se ha tomado el cuidado de encerrar en su cimiento a un hombre o una mujer cuyo cuerpo llevará hasta el día del Juicio Final este pesado vestido de piedras. Así en Arta, en Grecia, hay un puente donde fue encerrada una joven -aún se ve su cabellera que sale por una fisura y cuelga sobre el agua como una planta rubia."

"Los tres hermanos comenzaron entonces a mirarse con desconfianza. Incluso cuidaban de no proyectar su sombra sobre el muro sin terminar porque se puede, a falta de algo mejor, encerrar en una obra en construcción a esa obscura prolongación del hombre que probablemente es su alma. Aquél cuya sombra es hecha prisionera, muere como un desdichado enfermo de una pena de amor.

Durante la noche cada uno de los tres hermanos se sentaba lo más lejos posible del fuego por miedo a que alguno se aproximara silenciosamente por detrás, echara una bolsa de tela sobre su sombra y la llevara semiasfixiada como un pichón negro. Su entusiasmo en el trabajo disminuía y la angustia, que ya no la fatiga, bañaba de sudor sus rostros cafés. Por fin un día, el mayor de los hermanos reunió a su alrededor a los otros dos y les dijo:

-Hermanos, hermanos por la sangre, la leche y el bautizo, si nuestra torre permanece inconclusa los turcos se arrastrarán de nuevo por las orillas de este lago ocultos entre las cañas. Violarán a nuestras criadas, quemarán en nuestros campos la esperanza del pan futuro, crucificarán a nuestros siervos en los espantapájaros levantados en los vergeles que se transformarán así en alimento para los cuervos. Hermanos míos; los unos necesitamos de los otros y no hay razón para que el trébol pierda una de sus tres hojas. Pero cada uno de nosotros tiene una mujer joven y vigorosa cuyos hombros y hermosa nuca están acostumbrados a cargar bultos. No decidamos nada, hermanos, dejemos la elección al Azar, ese prestanombres de Dios. Mañana al amanecer tomaremos para enterrarla en los cimientos a aquélla de nuestras mujeres que venga a traernos de comer. No les pido sino el silencio de una noche, y no besemos con demasiadas lágrimas y suspiros a la que, después de todo, tiene dos oportunidades sobre tres de respirar todavía cuando el sol se oculte.

"Para él era fácil hablar así, pues en secreto detestaba a su joven mujer y quería deshacerse de ella para tomar en su lugar a una hermosa muchacha griega que tenía los cabellos rojos. El segundo hermano no hizo ninguna objeción porque contaba con prevenir a su mujer desde su regreso, y el único que protestó fue el más joven porque tenía la costumbre de mantener sus promesas. Conmovido por la magnanimidad de sus hermanos mayores que renunciaban en favor de la obra común a lo más querido que tenían en el mundo, terminó por dejarse convencer y prometió callarse toda la noche.

"Regresaron a las tiendas a esa hora del crepúsculo en que el fantasma de la luz muerta merodea todavía por los campos. El segundo hermano llegó a su tienda de muy mal humor y ordenó rudamente a su mujer que le ayudara a quitarse las botas. Cuando estuvo sentada frente a él, le tiró los zapatos en plena cara y gritó:

-Hace ocho días que llevo la misma camisa y llegará el domingo sin que me pueda poner algo limpio. Maldita fodonga, mañana desde el amanecer irás al lago con tu canasto de ropa y te quedarás ahí hasta la noche, entre tu jabón y tu bandeja. Si te alejas el largo de un pie, morirás.

"Y la joven mujer prometió temblando lavar durante todo el día siguiente.

"El hermano mayor regresó a su casa dispuesto a no decir nada a su esposa cuyos besos lo ahogaban y de la que ya no le gustaba su flácida belleza. Pero tenía una debilidad: hablaba en sueños. La abundante matrona albanesa no durmió esa noche pensando qué habría podido disgustar a su señor. De pronto escuchó a su marido mascullar, al jalar el cobertor:

-Ah, corazón, dulce corazón de mí mismo, pronto serás viudo... Cómo estaremos tranquilos separados de la morena por los buenos ladrillos de la torre.

"El más joven regresó a su tienda pálido y resignado como un hombre que ha encontrado en el camino a la misma Muerte, guadaña al hombro, yendo por su cosecha. Besó a su hijo que dormía en la cuna de mimbre, tomó dulcemente entre sus brazos a su joven mujer, y durante toda la noche ella lo escuchó sollozar contra su corazón. La discreta joven no le preguntó la causa de esa gran pena, porque no quería obligarlo a hacerle confidencias y no necesitaba saber cuáles eran sus penas para tratar de consolarlas.

"A la mañana siguiente los tres hermanos tomaron sus picos y sus martillos y partieron con dirección a la torre. La mujer del segundo hermano preparó su canasto de ropa y fue a arrodillarse ante la mujer del hermano mayor:

-Hermana -dijo-, querida hermana, es mi día de llevar la comida a los hombres; pero mi marido me ha ordenado bajo pena de muerte lavar sus camisas y mi canasto está repleto.

-Hermana, querida hermana, dijo la mujer del mayor, llevaría con gran gusto la comida de nuestros hombres, pero un demonio se escondió esta noche dentro de uno de mis dientes. Ay, ay, ay, sólo sirvo para gritar de dolor.

"Y aplaudió sin ceremonia para llamar a la mujer del más joven:

-Mujer de nuestro hermano pequeño -dijo-, querida mujercita del más joven, lleva en nuestro lugar la comida para nuestros hombres pues el camino es largo, nuestros pies están cansados y nosotras somos menos jóvenes y menos ligeras que tú. Ve, querida, y llenaremos tu canasta de buenas viandas para que nuestros hombres te reciban con una sonrisa, mensajera que les quitará el hambre.

"Y llenaron la canasta de pescados confitados con miel y uvas de Corinto, de arroz envuelto en hojas de parra, de queso de cabra y pasteles de almendra salada. La joven mujer puso tiernamente a su hijo en los brazos de sus nueras y se fue por el camino sola, con su fardo sobre la cabeza y su destino alrededor del cuello, como una medalla bendita e invisible para todos, sobre la que el mismo Dios hubiera escrito a qué clase de muerte estaba destinada y a qué lugar en su cielo.

"Cuando los tres hombres la vieron a lo lejos, pequeña silueta aún indistinta, corrieron hacia ella; los dos primeros inquietos por el buen éxito de su estratagema y el más joven rogando a Dios. El mayor lanzó una maldición al descubrir que no era su matrona y el segundo agradeció al Señor en voz alta por haber salvado a su lavandera. Pero el más joven se arrodilló, rodeando con sus brazos la cadera de su joven mujer, y sollozando le pidió perdón. Enseguida se arrastró a los pies de sus hermanos y les suplicó tener piedad. En fin, se levantó e hizo brillar al sol el acero de su puñal. Un martillazo en la nuca lo derrumbó, jadeante, al borde del camino. La joven, asustada, había dejado caer su canasta y la comida llegó hasta los hocicos de los perros. Cuando por fin comprendió de qué se trataba, levantó las manos al cielo:

-Hermanos a los que nunca he faltado, hermanos por la sortija de matrimonio y la bendición del padre, no me hagan morir. Mejor avisen a mi padre, que es jefe de clan en la montaña; él les procurará mil sirvientes que ustedes podrán sacrificar. No me maten, amo tanto la vida. No coloquen entre mi amado y yo la frialdad de la piedra.

Bruscamente enmudeció al darse cuenta de que su joven marido, tirado al borde del camino, no movía los párpados y que sus cabellos negros estaban sucios de sangre y pedazos de cerebro. Entonces, sin gritos y sin lágrimas, se dejó conducir por los dos hermanos hasta el hueco abierto en la muralla redonda de la torre. Ya que ella iba a la muerte por su propio pie, podía ahorrarse el llanto. Pero en el momento en que ponían el primer ladrillo sobre sus pies, calzados con sandalias rojas, recordó a su hijo que tenía la costumbre de mordisquear sus zapatos como un cachorro juguetón. Algunas lágrimas tibias rodaron por sus mejillas y vinieron a confundirse con el cemento que la cuchara extendía sobre la piedra:

-Ay, mis pies -dijo ella0-. Ya no me llevarán hasta la cima de la colina para que mi amado me vea más pronto. Ya no conocerán la frescura del agua corriente; sólo los ángeles los lavarán en la mañana de la Resurrección.

"La pila de ladrillos y de piedras se levantó hasta sus rodillas cubiertas por un faldón amarillo. Erguida, en el fondo de su tumba parecía una virgen parada detrás de su altar.

-Adiós, queridas rodillas -dijo la joven mujer-. Ya no mecerán a mi niño; sentada bajo el vergel que a la vez da sombra y alimento, ya no les daré frutas.

"El muro se elevó un poco más arriba y la joven continuó:

-Adiós, queridas manos que cuelgan a lo largo de mi cuerpo, manos que ya no harán la comida, manos que ya no tejerán la lana, manos que ya no estrecharán el cuerpo de mi amado. Adiós, cadera mía y tú, mi vientre, que ya no conocerás ni el parto ni el amor. Niños que yo hubiera podido traer al mundo, hermanos que no tuve el tiempo de dar a mi hijo único. Ustedes me acompañarán en esta prisión que me sirve de tumba donde permaneceré de pie, sin sueño, hasta el día del Juicio Final.

"El muro llegaba ya al pecho. En ese momento un escalofrío recorrió el torso de la mujer y sus ojos suplicantes tuvieron una mirada parecida al gesto de dos manos tendidas.

-Cuñados -dijo ella-, por consideración no para mí sino para su hermano muerto, piensen en mi hijo y no lo dejen morir de hambre. No encierren mi pecho, hermanos, que mis dos senos queden accesibles bajo mi blusa bordada y que todos los días me traigan a mi hijo al amanecer, al mediodía y con el crepúsculo. Mientras me queden algunas gotas de vida, resbalarán hasta la punta de mis dos tetas para alimentar al niño que yo traje al mundo. El día que no tenga más leche beberá mi alma. Háganlo, malos hermanos, y si así lo hacen mi querido marido y yo no les haremos ningún reproche el día en que nos encontremos frente a Dios.

"Asustados, los hermanos consintieron en satisfacer este último deseo y dejaron un espacio de dos ladrillos a la altura de los senos. Entonces, la joven mujer murmuró:

-Hermanos queridos, coloquen sus ladrillos delante de mi boca porque los besos de los muertos atemorizan a los vivos, pero dejen una ranura delante de mis ojos para que pueda ver si mi leche le sirve a mi hijo.

"Lo hicieron como ella lo había dicho y dejaron una ranura horizontal a la altura de los ojos. Con el crepúsculo, a la hora en que su madre tenía costumbre de amamantarlo, llevaron al niño por el camino polvoriento bordeado de arbustos bajos que servían de alimento a las cabras. La emparedada saludó la llegada del bebé con gritos de alegría y bendiciones para los dos hermanos. Chorros de leche corrieron de sus senos duros y tibios, y cuando el niño, hecho de la misma substancia de su corazón, quedó dormido contra su pecho, cantó con una voz que amortiguaba el muro de ladrillos. En el momento en que su bebé se separó del pecho, ordenó que se le regresara al campamento para dormir; toda la noche la dulce canción se escuchó bajo las estrellas y entonada a la distancia esta melodía bastaba para no dejarle llorar. A la mañana siguiente ya no cantaba, fue con voz débil que preguntó cómo había pasado la noche Vania. Al otro día se calló, pero respiraba todavía pues sus senos, animados por su aliento, subían y bajaban imperceptiblemente en su encierro. Días más tarde su respiración fue a hacerle compañía a su voz, pero sus senos inmóviles no habían perdido nada de su dulce abundancia de manantial y el niño, dormido en el hueco de su pecho, escuchaba todavía su corazón. Después, este corazón tan bien conciliado con la vida espació sus latidos. Sus ojos lánguidos se apagaron como el reflejo de las estrellas en una cisterna sin agua; por la ranura se veían ahora dos pupilas vidriosas que ya no miraban al cielo. A su vez, estas pupilas se licuaron y dejaron el lugar a dos órbitas vacías sólo habitadas por la Muerte, mas el joven pecho permanecía intacto y durante dos años, con la aurora, al mediodía y con el crepúsculo, la milagrosa abundancia continuó hasta que el niño, más grande, se alejó por sí mismo del pecho.

"Entonces solamente las tetas agotadas se desmoronaron y no hubo en el reborde de ladrillos sino un puñado de cenizas blancas. Durante algunos siglos las madres conmovidas vinieron a seguir con el dedo las huellas dejadas por la leche maravillosa. Después, la misma torre desapareció y el peso de las bóvedas dejó de aplastar ese ligero esqueleto de mujer. En fin, los mismos huesos frágiles se dispersaron y ya no queda aquí sino un viejo francés, asado por este calor del demonio, que repite al primer llegado esta historia digna de inspirar a los poetas tantas lágrimas como la de Andrómaca.

"En ese momento una gitana cubierta con una espantosa y dorada sarna se aproximó a la mesa en que estaban acodados los dos hombres. Llevaba en sus brazos a un niño que tenía los ojos cubiertos con un vendaje hecho de andrajos. Dobló la espalda con el insolente servilismo característico de las razas miserables o imperiales, y sus faldones amarillentos barrieron la tierra. El ingeniero la alejó rudamente sin preocuparse por su voz que subía del tono de la súplica al de la maldición. El Inglés la volvió a llamar para darle un dinar

 ¿Qué te pasa, viejo soñador? -dijo con impaciencia-. Sus senos y sus collares bien valen los de tu heroína albanesa. Y el niño que la acompaña está ciego.

-Yo conozco a esa mujer, respondió Joseph Boutrin. Un médico de Ragusa me contó su historia. Hace meses que aplica a su hijo emplastos que le inflaman los ojos y apiadan a los pasantes. Todavía ve, más pronto será lo que ella desea: un ciego. Esa mujer tendrá entonces su comida segura para toda la vida, porque el cuidado de un enfermo es una profesión lucrativa. Hay de madres a madres.

(Trad. Alberto Roman.)

Leído en: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=266330

EL BRAHMÍN ASTUTO.



Era en el norte de la India, allí donde las montañas son tan elevadas que parece como si quisieran acariciar las nubes con sus picos. En un pueblecillo perdido en la inmensidad del Himalaya se reunieron un asceta, un peregrino y un brahmín. Comenzaron a comentar cuánto dedicaban a Dios cada uno de ellos de aquellas limosnas que recibían de los fieles.

El asceta dijo:

- Mirad, yo lo que acostumbro a hacer es trazar un círculo en el suelo y lanzar las monedas al aire. Las que caen dentro del círculo me las quedo para mis necesidades y las que caen fuera del círculo se las ofrendo al Divino.

Entonces intervino el peregrino para explicar:

- Sí, también yo hago un círculo en el suelo y procedo de la misma manera, pero, por el contrario, me quedo para mis necesidades con las monedas que caen fuera del círculo y doy al Señor las que caen dentro del mismo.

Por último habló el brahmín para expresarse de la siguiente forma:

- También yo, queridos compañeros, dibujo un círculo en el suelo y lanzo las monedas al aire. Las que no caen, son para Dios y las que caen las guardo para mis necesidades.

*El Maestro dice: Así proceden muchas personas que se dicen religiosas. Tienen dos rostros y uno es todavía más falso que el otro.

Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.

Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India