martes, 23 de abril de 2013

¿Qué carajos hacen en el Pacto por México?

Por: Alejandro Páez Varela - , Historia de unos días - 20 comentarios   

La respuesta del Presidente Enrique Peña Nieto a la demanda penal interpuesta por el Partido Acción Nacional (PAN) por desvío de recursos de funcionarios de Sedesol en Veracruz me tiene, por lo menos, estupefacto. 

Los agarran inyectando al Partido Revolucionario Institucional (PRI) dinero destinado supuestamente a los pobres. Al día siguiente varios de ellos fueron cesados, en un tácito reconocimiento de que se había cometido peculado y otros delitos de orden electoral. Pero horas después, el mandatario minimizó el hecho, aplastó el llamado de atención y dijo a Rosario Robles: “Rosario: No te preocupes, hay que aguantar, porque han empezado las críticas, han empezado las descalificaciones de aquellos a quienes ocupa y preocupa la política”. 

Agregó: “Que sigan aquellos criticando las acciones, porque a otros los ocupan las elecciones; a nosotros nos ocupa y nos compromete acabar con el hambre de México”. Y al final: “Hay que aguantar”. ¿Hay que aguantar? Aguantar qué, ¿que se use el dinero de los mexicanos más pobres para que el PRI gane elecciones? ¿Qué es lo que hay que aguantar? El mensaje es algo más que un simple apoyo a Rosario Robles. Es más profundo. Entiendo la frustración de Gustavo Madero cuando escribió, en su cuenta de Twitter: “El Presidente no entiende nada…”. Pero no es así. Peña Nieto y su grupo compacto –detrás del mensaje– entienden perfectamente y, sobre todo, entienden (de manera torcida) para qué es el dinero.

Cambiar las armas y la clandestinidad por la pluma y el derecho de la razón

COMENTARIOS AL BLOG: Ramn
Fecha: 22 de abril del 2013

Ayer domingo me quedé impactado por la entrevista publicada de un guerrillero bajado de la Sierra de Guerrero y su viacrucis histórica en su propia versión, publicado en este Blog (1)

Esta historia viene a confirmar lo que he estado elucubrando acerca de la guerrilla y su relación con los hechos de los últimos meses. Hay intereses guerrilleros en la lucha contra el gobierno establecido, sin imporatar el color del partido en el poder y al que los guerrilleros buscan derrocar aunque en su lucha, realmente no cambian nada del orden establecido ni ponen en aprietos a las instituciones, dejando en duda su legitimación armada. Atrás de la lucha social en los estados más pobres del país, hay grupos armados tratando de desestibilizar el país mediante el uso de la violencia.


Ciudadanos ejemplares: Evangelina Tejera la Medea jarocha.





Evangelina Tejera Bosada nació en 1965 en Veracruz, Ver., (México). Fue hija de Jaime Tejera Suárez, un prestigiado médico que, sin embargo, transformó su casa en una prisión, encerrando a su esposa, maltratándola igual que a sus hijos, y llegando a apuntarles con una pistola en un arranque de furia causado por su alcoholismo.

Tras el divorcio de sus padres, su hermano menor, Juan Miguel Tejera Bosada, permaneció con su madre. Evangelina estuvo también con ella un buen tiempo. Sus padres se separaron cuando ella tenía nueve años. Después, los problemas económicos fueron la constante.

Su madre le reprochaba muchas cosas: entre ellas, ser mujer y ocasionar gastos. Evangelina estudio hasta la mitad del tercer grado de secundaria. Después se acercó a su padre. Este la convirtió en una sustituta de la madre: invirtió en ella tiempo y dinero para tratar de pulir su educación.

Fueron los años dorados de la chica. Jugaba al tenis, tocaba el piano, asistía a cenas y eventos sociales acompañada siempre de su progenitor. Se transformó en una hermosa mujer muy blanca, rubia, con grandes y expresivos ojos verdes.

Cartón


Raymond Carver - Mecánica popular

Raymond Carver
1939 - 1988


Mecánica popular


Aquel día, temprano, el tiempo cambió y la nieve se deshizo y se volvió agua sucia. Delgados regueros de nieve derretida caían de la pequeña ventana -una ventana abierta a la altura del hombro- que daba al traspatio. Por la calle pasaban coches salpicando. Estaba oscureciendo. Pero también oscurecía dentro de la casa.

      Él estaba en el dormitorio metiendo ropas en una maleta cuando ella apareció en la puerta.


      —¡Estoy contenta de que te vayas! ¡Estoy contenta de que te vayas! —gritó—. ¿Me oyes?
      Él siguió metiendo sus cosas en la maleta.


      —¡Hijo de perra! ¡Estoy contentísima de que te vayas!—.Empezó a llorar—. Ni siquiera te atreves a mirarme a la cara, ¿no es cierto?