jueves, 24 de julio de 2014

Lorenzo Meyer - El petróleo o el arca de una alianza

 CAMBIO

Lo que aún queda de gas y petróleo en México es la base de una alianza entre el gobierno, su partido y el gran capital nacional e internacional. El petróleo privatizado es hoy el arca de una alianza non sancta.

Los priistas actuales sostienen que el suyo es un PRI "nuevo". A primera vista esto es difícil de creer; las fórmulas que emplearon para recuperar la Presidencia olían a viejo y ni qué decir del uso electoral de fondos públicos, como lo mostraron las grabaciones de cónclaves priistas en Veracruz y Nayarit o el tipo de corrupción destapada en el PRI-DF. Y sin embargo, considerando las políticas centrales de ese partido a partir de finales de los 1980, la afirmación de que el PRI actual es diferente del clásico -ese de 1946 a 1982- es justa.






· ¿Y EL IDEAL?

Se ha dicho que la actual es una época dominada por el cinismo, una que abdicó de buscar lo grandioso. Pues bien, eso de estar dominada por el cinismo y negarse a apuntar a lo generoso, a la utopía, le viene aún mejor a la política que a la época, especialmente entre nosotros.

Hoy y aquí, en lo esencial, la política dominante es el mercado y el mercado es la política. El mejor ejemplo de esto se tiene al observar la forma y el contenido de los esfuerzos del PRI y su jefe por lograr que se vuelva a privatizar la gran riqueza petrolera que hace 76 años, y con mucho esfuerzo, el régimen revolucionario transformó de propiedad privada en pública.

Y que no se diga que el objetivo es "liberar" al petróleo mexicano para ponerlo en el "libre mercado", pues ese mercado nunca ha existido. En todos los mercados históricamente existentes, las fuerzas políticas dominantes han cargado los dados en su favor. Hoy, el "capitalismo real" que derrotó al "socialismo real" ha cargado los dados económicos en favor del famoso 1% de la población (aunque todo indica que su verdadera proporción es aún menor) y ha logrado poner al aparato político mundial a su servicio hasta acumular riqueza a un grado obsceno. Como lo ha mostrado Thomas Piketty en Capital in the twentieth first century (2014), hace tiempo que las ganancias exceden sistemáticamente y con mucho al crecimiento de la economía en general. Y pareciera ser que mantener ese estado de cosas es hoy la razón de ser de la política.



· REFORMA PETROLERA, ETAPA SUPERIOR DEL NEOLIBERALISMO MEXICANO

En México, hace ya más de 30 años que la ganancia del gran capital es sistemáticamente superior al crecimiento del PIB. Si Piketty tiene razón, entonces es lógico lo que nos informa la revista Forbes: que mientras la economía mexicana permanece estancada -el PIB per cápita mexicano entre 1982 y 2013 creció a un magro 0.6% promedio anual-, la fortuna de las 10 familias más acaudaladas de México ha ido en aumento acelerado y suma ya 137,700 millones de dólares (Unidad Técnica de Economía S.A. de C.V. con datos del INEGI y forbes.com.mx/sites/los-mexicanos-mas-acaudalados-de-2014/).

La situación descrita no es resultado de la magia del libre mercado sino de las estrechas relaciones entre el gran capital mexicano y la clase política y ahora se inicia una nueva etapa de este proceso: la de una relación similar entre el grupo en el poder encabezado por el PRI y otro tipo de gran capital: el petrolero e internacional. El cambio constitucional del artículo 27 es el sello del nuevo pacto. Volvemos a antes de 1938, pero con una diferencia: ya no habrá tensión entre gobernantes y los petroleros extranjeros como la hubo entre 1911 y 1938, sino armonía, como en el Porfiriato.



· EL ARCA

El nuevo PRI y quienes le acompañan son un ejemplo de deserción del ideal de 1917: una modernización capitalista pero atemperada por la alianza entre el nuevo Estado dirigido por un Presidente fuerte, por un lado, y las masas populares subordinadas primero y corporativizadas después, por el otro.

El PRI antiguo se construyó a partir de 1946 sobre los cimientos de la política de masas del cardenismo y su rescate del petróleo. El nuevo PRI empezó a emerger como consecuencia de las crisis económica y política de 1982 y 1988. Carlos Salinas buscó y logró entonces el apoyo del gran capital nacional vía la privatización, de Estados Unidos vía el TLCAN, del PAN vía la concertacesión, de la Iglesia Católica vía el cambio de los artículos constitucionales 3, 5, 24, 27 y 130 y mantuvo el pacto con las masas vía Pronasol, pero sabiendo que los recursos para ese programa eran temporales, pues provenían de las privatizaciones.

Enrique Peña Nieto y sus reformas sólo han llevado a su conclusión lógica el proyecto del "nuevo PRI": mantenerse en el poder usando su vocación original de partido autoritario, subordinado a una Presidencia fuerte pero ahora en alianza abierta ya no con las masas sino con el gran capital nacional e internacional. Del ideal revolucionario sólo queda la R del logo del PRI. Por ahora, todo indica que el México futuro tendrá mucho de mercado dominado por una oligarquía y mucho de "estado de naturaleza" hobsiano: poco solidario, desordenado y muy injusto.


agenda_ciudadana@hotmail.com



Leído en http://periodicocorreo.com.mx/agenda-ciudadana/



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