sábado, 23 de agosto de 2014

Manuel Espino - La decadencia ética de Acción Nacional

Hoy al PAN le falta de credibilidad justo lo que le sobra de corrupto. Día con día los titulares periodísticos confirman a México entero que este partido, otrora insigne y respetable, se ha sumido en el pantano al que lo llevó su abandono de la ética y el adoptar la lógica de lo “menos malo”, en vez de jugarse el todo por el todo defendiendo los ideales y la mística que le dieron identidad, honor y triunfos en las urnas.

Un claro ejemplo de ello es el lamentable escenario que enfrenta el partido blanquiazul en Querétaro. Siendo que la militancia de ese estado alguna vez fue una de las más activas y construyó un genuino bastión, ejemplo a nivel nacional, hoy se desarrolla el triste espectáculo de ver a una gran cantidad de panistas alinéandose con Francisco Domínguez, senador que aspira a ser candidato a gobernador.








Se trata de un personaje que ha incurrido en diversas conductas violentas, incluso al desempeñar sus labores parlamentarias y dentro del propio recinto legislativo. Anteriormente diputado federal y alcalde de la capital estatal, ha logrado generar una estructura y una clientela política que durante la elección de presidente del PAN le permitió operar el triunfo de Ernesto Cordero en el estado de Querétaro, aunque a nivel nacional saliera ganando Gustavo Madero.
Es paradójico escuchar a sus propios prosélitos afirmar que lo apoyan no por ser un hombre honesto o tener méritos destacables, sino con el endeble argumento de que “Francisco es menos corrupto que Ricardo Anaya”. Sus mismos seguidores dicen que es muy parrandero, transa y mujeriego (a nadie sorprende que haya sido acusado por acoso sexual ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos). Asimismo dicen que es “centavero” y hasta se inventó un autoatentado.
Sin embargo, este es el tipo de personajes que hoy están apoyando panistas que se asumen como honestos, apegados a los principios de doctrina y a los ideales de Acción Nacional. No solo se trata de la nueva oleada de “ultra pragmáticos” que nada más conocen la consigna del “haiga sido como haiga sido” calderonista, sino también de mujeres y hombres con militancia de larga data y conocimiento de las entrañas ideológicas de su partido.
Es tal la decadencia ética de este instituto que quienes antes buscaban el bien mayor hoy se conforman con colocarse en la menos incómoda posición, donde haya menos fango. No donde se pueda trabajar con las manos limpias, sino con la menor cantidad de podredumbre.
Esta actitud no solo es una incongruencia, sino también un acto deshonesto, una perversión de la prudencia que los lleva a rehuir su responsabilidad de limpiar a ese partido, escondiéndose bajo el disfraz de la concordia.
Si en verdad quisieran salvar al PAN, harían lo necesario para liberarlo de quienes lo han corrompido, pero salvando la institución y reincorporándolo a la causa por la que mucho tiempo trabajó: la obra del bien común desde un esfuerzo generoso y honesto, repelente a la corrupción y a las prácticas que hoy le desprestigian. Esta debacle moral no será remediada por sus dirigentes nacionales, ocupados como están en esa política carroñera que los lleva a disputarse los despojos de lo que alguna vez fuera un partido de luminosa conducta, riñendo por las cada vez más escasas curules y los mínimos cargos de gobierno que les restan.
La solución está en que los panistas auténticos emprendan la ruta de la congruencia para recuperar la confianza y credibilidad de los queretanos, pero también de todos los estados en los que se replica este oprobioso escenario. Si algo quieren lograr como institución en julio de 2015, bien harían los militantes que aman sus colores en recordar que ya no se puede vivir en la cómoda posición de apoyar al “menos malo”, sino que, en palabras de don Efraín González Luna, “hay que asumir el camino del deber aunque sea cuesta arriba”.
 

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