martes, 16 de septiembre de 2014

Martín Moreno - #TodosSomosSimios

A los escándalos del PAN se sumó un racista que no debe ser perdonado.

¡No!
Ni como ciudadanos, sociedad o periodistas debemos tolerar, cerrar los ojos o ignorar siquiera los ataques de racistas que, por desgracia, cada vez están más cerca de nosotros. Los racistas son como las chinches: prodigiosas en multiplicarse, hábiles para esconderse, dañinas a traición.

Esa es la naturaleza del racismo: el ataque artero, ruin, cobarde.

¡No!

Ni disimulos ante el racismo ni disculpas forzadas porque cada vez que atacan, los racistas tienen una intención definida y elaborada: hacer daño. Herir con sus bajezas. Escupir su veneno ante su evidente inferioridad intelectual.








¡No!


No debemos ni disculparlos ni ocultarlos. Las disculpas son a los racistas lo que el arrepentimiento es para los políticos.

A los racistas hay que señalarlos con el dedo índice.

Por eso, cuando Carlos Manuel Treviño Núñez llama simio a Ronaldinho —lo hace con conocimiento de causa, daño y consecuencia— sólo refleja su infinita pequeñez, su innegable mediocridad, su fracaso como ser humano. En el fondo de un corazón vacío y negro, los racistas son seres humanos fracasados.

De paso, pobres queretanos.

Haber tenido a Treviño de 2006 a 2009 como… ¡secretario de Desarrollo Social del municipio! nos da una idea, tan sólo una aproximación, de cómo se manejaron las cosas en esa bella ciudad: el recurso para los pobres en manos de un discriminador profesional. ¡Vaya paradoja!

La ruindad de Treviño no sólo ha sido contra Ronaldinho. No. Fue en contra de una sociedad que, con todas sus decadencias y corruptelas, no se caracteriza por ser racista. Era lo único que nos faltaba: que los ojos del mundo voltearan a vernos bajo esa condición.

En Brasil, los diarios O’Globo y Folha de Sao Paulo hicieron pública la agresión racial que sufrió Ronaldinho.

Y allí están las ofensas racistas contra jugadores de futbol en varias partes del mundo.

Los gritos simiescos en contra del camerunés Samuel Eto’o en el estadio de La Romareda, en un juego Barcelona vs. Zaragoza. Eto’o intentó abandonar el campo de juego, pero sus compañeros lo convencieron de regresar.

Un aficionado del Villarreal arrojó un plátano en contra de Dani Alves cuando se disponía a ejecutar un tiro de esquina. Dani tomó con filosofía el insulto, tomó la banana, la peló y le dio una mordida.

El equipo Gremio fue excluido de la Copa de Brasil luego de que sus seguidores llamaran “mono” al portero del Santos, Aranha.

En el caso de Carlos Manuel Treviño Núñez, ¿qué sanción le impondrá el PAN, partido al que pertenece y, a querer o no, ha representado como funcionario público?

Porque el insulto racista de Treviño Núñez llega en la crisis más severa en la historia de Acción Nacional: con escándalos de corrupción y de operadores de Gustavo Madero ligados a la prostitución (ambos casos de Luis Alberto Villarreal); con acusados de extorsión político-parlamentaria para beneficiar al PRI (caso de Jorge Luis Preciado), y de un clima panista de pobreza intelectual, ética y de liderazgo, dentro del partido que apenas hace dos años aún gobernaba a México.

A Madero, el PAN se le está deshaciendo entre las manos.

Y ahora llega el escándalo racista de un panista.

¿Cómo debe actuar Gustavo Madero?

Sin miramientos: hoy mismo debería expulsar del PAN al Treviño racista, y enviar el mensaje de que no se tolerarán ataques de esta índole contra Ronaldinho, contra cualquier otro jugador de futbol, deportista o ciudadano.

Madero tiene, en este momento, la gran oportunidad de recuperar en algo su liderazgo dentro del PAN y expulsar del partido a Carlos Manuel Treviño. Y no para darle gusto a nadie. No. Es cuestión de principios, de vergüenza y de ética.

Madero tiene la palabra.

Madero, con el caso Treviño, tiene todo que ganar y nada que perder con su expulsión del PAN.

Quienes han recibido ataques de índole racista (en mi caso, el agresor verbal fue un sujeto de nombre Daniel Lasky, alma sin vida, entraña estéril), hemos visto de frente los ojos de la ruindad. Y eso no debemos, nadie, sin excepción, tolerarlo, callarlo, ocultarlo.

“Una sincera disculpa al @Club_Querétaro, a su afición, por mi lamentable expresión. Como persona y jugador @10Ronaldinho tiene todo mi respeto”, ofreció ayer Treviño Núñez en su cuenta de TW.

¡No!

Y no, señor Treviño Núñez, señores racistas, no se acepta la disculpa por una razón indiscutible, desnuda: el racismo no tiene derecho a la disculpa. La historia nos indica que tolerarlo generó episodios dolorosos, de muerte, de aniquilamiento.

El racismo debe ser castigado, no disculpado.

El racismo debe ser denunciado, no silenciado.

El racismo no merece ni perdón ni olvido.

¡Sí!: #TodosSomosSimios.


                Twitter: @_martinmoreno



Leído en http://www.excelsior.com.mx/opinion/martin-moreno/2014/09/16/981891



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