viernes, 21 de noviembre de 2014

Francisco Martín Moreno - La renuncia del gabinete

En esta compleja coyuntura de auténtica crisis política se requiere la toma de decisiones inmediatas, radicales y audaces para recuperar la credibilidad en el jefe la nación y en las instituciones de la República. Si la economía es un auténtico desastre, la parálisis es evidente, en tanto que el gobernador del Banco de México anunció un nuevo ajuste a la baja en relación al crecimiento económico, el peso empieza a deslizarse temerariamente en un tobogán, se desploma el precio del petróleo, lo cual requiere nuevos ajustes al presupuesto federal de ingresos y los índices del consumidor reflejan una desconfianza patética, sin olvidar, en ningún caso, la efervescencia política que estamos padeciendo también por incapacidad en la conducción del país, ahora en lo que hace a la Secretaría de Gobernación y a la Procuraduría General de la República, para ya ni recordar la ineficiencia ostentosa que existe en las autoridades educativas que no han podido lograr la ejecución de la reforma educativa por las razones que se deseen o que se quieran aceptar, en todo este entorno imprevisible y catastrófico, se impone la renuncia del gabinete de Peña Nieto. ¿En dónde quedó la campaña para la erradicación del hambre o por qué se mantiene en el poder todavía el secretario de Comunicaciones responsable de una licitación viciada cancelada por el propio presidente? Si aquí no renuncia nadie porque nadie tiene dignidad, entonces hay que correrlos a todos.








Quien propone la renuncia de Peña Nieto tal vez no ha caído en cuenta que si le va mal a Peña Nieto nos va mal a todos. Están a la vista estrategas políticos orientados a derrocar al gobierno federal. Ninguno de los padres que lamentan con tanto dolor la pérdida de sus hijos en Ayotzinapa fueron capaces de quemar la puerta del palacio Nacional, es más, ni pasó por su cabeza cometer semejante atentado ni mucho menos intentar una provocación en las bases universitarias. Al igual que en el movimiento del 68 están presentes los infiltrados que responden a otras directrices distintas a la paz y a la consolidación de las instituciones de la República. Simple y sencillamente aprovechan la incertidumbre y la inestabilidad para crear un ambiente de crispación y llevar a cabo un golpe de Estado.


Prender fuego a un bosque puede ser muy delicado porque el viento, siempre veleidoso, podría sorprender hasta los mismos que iniciaron la devastación. ¿Qué tal una nueva fuga de capitales como la que se dio en 94? ¿Qué tal la quiebra del país? ¿Qué tal la cancelación de los empleos? ¿Qué tal un disparo del tipo de cambio a 30 pesos por dólar? ¿Qué tal que fuerzas ajenas a México intentaran aprovechar el río revuelto para propiciar un nuevo movimiento armado? ¿Verdad, entonces, nos guste o no, que a nadie le conviene que a Peña Nieto le vaya mal?


Los mensajes enviados en las redes sociales para denigrar al presidente de la República y a su esposa demuestran el gran sentido del humor mexicano y el escepticismo en torno a nuestros políticos. Resulta imposible refutar los cargos ni ignorar el envío de tantos correos, uno más hiriente que el otro. Sólo que si nosotros destruimos la imagen presidencial, cuando tengamos que echar mano de ella para imponer el orden, ésta, sencillamente, no va a existir porque entre todos, gobierno y sociedad, nos habremos ocupado de erosionarla y entonces nos precipitaremos en el caos.


Como una primera medida resulta imperativa la renuncia en pleno del gabinete, un golpe de timón que requiere México para empezar a recuperar la credibilidad y fortalecer la figura presidencial que a todos nos conviene…



fmartinmoreno@yahoo.com



Leído en http://www.debate.com.mx/eldebate/noticias/editoriales.asp?IdArt=15690480&IdCat=17208


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.