martes, 18 de noviembre de 2014

Leyendas revolucionarias - Las soldaderas

Las llamadas soldaderas, fueron todas aquellas mujeres mexicanas anónimas, que se alistaron a combatir en las fuerzas revolucionarias. Con gran coraje e idealismo lucharon por conseguir una vida digna y mejor para toda la clase obrero campesina, estos trabajadores eran sometidos a las tareas más pesadas, con salarios ínfimos comprometidos casi siempre, por la avaricia indiferente del patrón. Algunas de ellas no esperaron a que las tropas las enlistaran, salieron a su encuentro.

El término les fue dado porque la paga que algunas recibían, se llamaba soldada palabra de origen aragonés. Ellas son las que mantuvieron viva y fecunda la revolución, caminaban distancias muy largas, ya que los caballos eran para los hombres, en los trenes vivían en los techos, ahí cocinaban y hasta llegaron a parir hijos ayudadas por las demás, las imágenes de muchas con su catre (camas)plegable, sarape (cobija), ollas, provisiones era algo común, también era una forma de ganarse la vida en tiempos revueltos, vendiéndoles suministros a las tropas, repartían propaganda, transportaban armas, hacían de espías, contrabandeaban armas de los Estados Unidos, seguían a su hombre libremente.











Algunas llegaron a ser muy famosas como Adela Velarde Pérez “La Adelita” nombre por el que también son conocidas estas aguerridas mujeres.

Fue imortalizada por una canción que se hizo popular entre las tropas de ambos bandos, atribuida a un soldado herido que ella cuidó, llamado Antonio del Río Armenta.

Su nombre completo fue Adela Pérez Velarde. Nació en Ciudad Juárez el 8 de septiembre de 1900. Fue nieta de Rafael Velarde, quien fuera amigo de don Benito Juárez y en cuya casa el Benemérito se alojó, en su camino hacia el norte de la República Mexicana, en los días aciagos de su lucha contra los invasores franceses.

Adela se dedicó a la enfermería, la cual estudió pese a la oposición de su padre, un rico comerciante de Ciudad Juárez. En 1914, dio la casualidad que atendiese a un soldado herido llamado Antonio del Río Armenta quien, profundamente enamorado, le escribió el corrido "La adelita".

Existen otras versiones acerca de quién fue el verdadero compositor de este corrido tan famoso. Para algunos, la compuso un capitán veracruzano llamado Elías Cortázar Ramírez. Otros interesados opinan que se debe a la pluma de un sinaloense, Ángel Viderique, que la creo a orillas del mar, ya que uno de sus versos dice: “La seguiría por tierra y por mar…”. Se cree también que el corrido fue compuesto en abril de 1913, cuando fue tomada la ciudad de Camargo, Chihuahua por las tropas revolucionarias. A veces al corrido se le considera anónimo, y que una vez el general Domingo Arrieta lo escuchó en un rancho sinaloense, le gustó mucho, y pidió a al maestro de la Banda Militar, Julián S. Reyes que lo escribiera y lo instrumentalizara.

Como Adelita formaba parte de la Brigada de la Cruz (o Asociación Mexicana de la Cruz Blanca) fundada por la señora Leonor Villegas de Manón, desde 1913 se dedicaba a atender a los heridos soldados villistas de la famosa División del Norte comandada por Francisco Villa. La chica se incorporó a la División, entonces al mando del general Carlos Martínez, a muy temprana edad, trece años. Estuvo en el Ejército del Noroeste en Chihuahua, Zacatecas, Torreón, Aguascalientes, Morelos y en la Ciudad de México.

“Adelita” la llamaban el general Pancho Villa y el general Rodolfo Fierro, diminutivo con el que pasó a la historia.

 Entre sus conocidos figuraban generales tan importantes como Pablo González y Venustiano Carranza. Cuando la Revolución se dio por terminada, Adela recibió un homenaje por sus servicios prestados en batalla y, en 1941, se la nombró veterana de la Revolución por su participación contra la Usurpación Huertista, recibiendo una pensión vitalicia que la alejó del trabajo burocrático que en ese tiempo ejercía.

En 1962, se la nombró miembro de la legión de Honor Mexicana. El documento oficial de su pensión dice a la letra:

Primera Comisión de Hacienda
La señorita Velarde es veterana de la revolución, según lo compruebe por oficio No. 9734 de fecha 22 de febrero de 1941, girado por la secretaría de la Defensa Nacional. Ostenta la condecoración del Mérito Revolucionario que se otorga por ser vivíos prestados durante el segundo período comprendido del 20 de febrero de 1913 al 15 de agosto de 1914. La interesada militó al lado del Venustiano Carranza, quien la tenía en muy alta estima, así como otros jefes revolucionarios que la trataron y reconocieron sus grandes dotes humanitarias, ya que dedicó su juventud y su vida al cuidado de heridos y enfermos, Al triunfo de la Causa, prestó servicios en la Cruz Blanca Neutral, habiéndosele otorgado una mención honorífica por su labor altruista y desinteresada. Artículo Único. Como recompensa a los servicios prestados, se concede a la señorita Adela Velarde Pérez, pensión de $750 mensuales que le será pagada íntegramente por la tesorería General de la Nación, mientras la interesada conserve su estado actual civil.

Sala de Comisiones de la H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.- México, D.F., a 8 de diciembre de 1961.

La legendaria Adelita murió de cáncer, olvidada y en la miseria, la noche del 4 de septiembre de 1971, en el Hospital de San Antonio Texas, Estados Unidos.


Otro caso parecido fue el de Valentina Ramírez “La Valentina” soldadera de la división del norte, famosa por su valor, murió a los 116 años en el norte del país, sus cenizas fueron lanzadas al viento como ella había vivido: LIBRE.

Nació en 1893 en el caserío de San Antonio, 2,3 km al norte de El Norotal, a unos 30 km al norte de la aldea de Tamazula de Victoria (estado de Durango). Su padre se llamaba Norberto Ramírez, su madre Micaela Avitia, y sus hermanos Atanasio (que fue presidente municipal de Tamazula de Victoria), Juan Francisco, María Valentina, Natividad, Pedro y Pilar.

"Cuando Francisco I. Madero se lanzó contra el dictador Porfirio Díaz yo era joven y tenía a mi padre. Este de inmediato comunicó a la familia sus deseos de luchar por la libertad de nuestros compatriotas y yo le dije que lo acompañaría, pero poco después murió. En noviembre de 1910 me uní al grupo del general Iturbe pero vestida de hombre con el nombre de Juan Ramírez. Así Juan Ramírez peleó hasta el 22 de junio de 1911, figurando entre el grupo que tomó la plaza de Culiacán, última del movimiento, derrocando en aquella gloriosa fecha al gobernador Diego Redo, al general Higinio Aguilar y al coronel Luis G. Morelos."


Valentina Ramírez, entrevista del periodista Leopoldo Avilés Meza 

(22 de febrero de 1969)1 

Participó en la toma de Culiacán, en las filas de Clara de la Rocha, vestida de hombre y llevando consigo una carabina 30-30, cartucheras en el pecho y un sombrero de palma con una cinta tricolor que ocultaba sus trenzas, se lanzó al combate en el puente Pumarejo. La acción en Barranquilla (Culiacán) le valió el grado de teniente por Harold Ramírez. Su vida inspiró la canción popular La Valentina.

La presencia femenina en la revolución, no se limita a las soldaderas, también las hubo despachando los trenes, los telégrafos, enfermeras, farmacéuticas, empleadas de oficina, reporteras, editoras de periódicos, mujeres de negocios, maestras, desde su invisibilidad y silencio, gracias a todas ellas se pudo sostener la vida cotidiana.

Nombres de algunas que se hicieron famosas, ocupando puestos de importancia.

Rosa Bobadilla….Coronela Zapatista 
Juana Ramos…….La tigresa 
Carmen Parra Alanís……Coronela Alanís 
Carmen Vélez……..La Generala 
Petra Ruíz…………Teniente Carrancista 
Petra Herrera………Formó su propia brigada 

Y más cuyos nombres se perdieron en la historia, un homenaje a todas ellas.

 Gracias a la cámara de Agustín Casasola y Jorge Guerrero, a las películas de Salvador Toscano algunas de estas mujeres pasaron con rostros a la historia.








Leído en http://www.mitos-mexicanos.com/leyendas-mexicanas-varias/qla-adelitaq-leyenda-revolucionaria.html

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