jueves, 27 de noviembre de 2014

Ricardo Alemán - Caudillos y caciques

Resultaría mezquino regatear el mérito de Cuauhtémoc Cárdenas en la construcción no sólo del PRD –el más importante partido de las izquierdas– sino de la democracia mexicana.
Sería una ruindad escatimar el lugar de Cárdenas en la historia como promotor de la alternancia, la pluralidad y la transición democrática que acabó con el partido único, “la dictadura perfecta” y el partido de Estado.

Sin embargo –y a pesar de los méritos de Cárdenas– también es cierto que nadie puede ser omiso, voltear para otro lado, decirse amnésico y fingir demencia sobre la realidad que acompañó a Cárdenas y al partido que fundó para tratar de ser alternativa al PRI corrupto, autoritario y nada democrático.





 





¿Y cuál es la realidad que nadie debe olvidar, ignorar o negarse a ver?

 
Es una realidad que ha estado a la vista de todos durante los últimos 25 años y que se explica en dos momentos.

 
El primero –por doloroso y triste que resulte– es que, en los hechos, el PRD que fundó Cárdenas fracasó rotundamente en los primeros 25 años de su vida. ¿Por qué? Porque el PRD nunca fue alternativa al viejo PRI y en no pocos casos se convirtió una mala copia del PRI, debido a su corrupción, nula cultura democrática y proclividad a los caudillos que con el tiempo terminaron en caciques. Guerrero e Iguala son la mejor prueba.

 
¿Se han preguntado la razón por la que el PRD sólo ha tenido dos candidatos presidenciales? La respuesta está en los caudillos y los caciques autoritarios, nada democráticos y corruptos que controlaron el PRD en más de dos décadas. Y es que el PRD no podía ser de otra manera –a pesar de que en sus siglas lleva el sello de la revolución democrática–; porque lo construyeron la herencia del PRI vertical, corrupto, autoritario y nada democrático, y la herencia del Partido comunista, vertical, corrupto, autoritario y nada democrático.

 
Está claro que el problema del PRD no está en Iguala, tampoco en los videoescándalos y menos en el narcodiputado Julio César Godoy. No, el problema está en su genética. Nació con el síndrome de la antidemocracia, el caudillismo, el caciquismo y la corrupción; todas herencia del PRI.

 
Y por eso, porque se convirtió en mala copia del PRI –y a pesar de que el PRD de Cárdenas resultó fundamental para la transición democrática–, al final de cuentas el PAN capitalizó la nueva puerta democrática y logró echar al PRI del poder presidencial. En cambio, el PRD, como el chinito, “se quedó milando”.

 
El segundo momento es que, a pesar de que el PRD lleva en sus siglas la propuesta de encabezar una “revolución democrática”, lo cierto es que en el PRD de Cárdenas y de López Obrador lo menos que existió fue democracia. Ya dijimos que no es novedad que, en los hechos, Cárdenas y López jugaron el papel de caudillos todopoderosos, se engolosinaron con el juego de la divinidad política, propia del viejo PRI y del más viejo comunismo. Y al final devinieron en groseros caciques.

 
Durante dos décadas, en el PRD de Cárdenas o el de López, no había lugar para otras figuras capaces de pensar, imaginar o competir por la candidatura presidencial, por un PRD independiente, sin el control de uno o el otro cacique; los que regalaban candidaturas, puestos, posiciones o decretaban la muerte de carreras políticas. ¿De verdad no se acuerdan de todo eso los perredistas, los periodistas?

 
Tampoco se debe olvidar el “parricidio político” que a partir del año 2000 cometió AMLO al matar, políticamente, a Cárdenas. Como buen animal político, López sabía que para destronar al rey león que era Cárdenas, debía quitarle la manada –es decir el partido–, y luego matar a toda su descendencia. Sólo así podría controlar a la manada y el futuro del clan, que era la candidatura presidencial. Y sin cargo de conciencia lo hizo. Y fue dos veces candidato presidencial.

 
También por eso, cuando el PRD quedó en manos de Rosario Robles –hija predilecta de Cárdenas y amenaza para los intereses de AMLO rumbo a 2006–, el tabasqueño se encargó de matar políticamente a Robles, igual que desde el año 2000 había matado a Cárdenas, su padre político.

 
Rumbo a la presidencial de 2012, llegaron “Los Chuchos” a la jefatura del PRD. AMLO logró mangonear esa elección, pero ya no pudo sostener el control del partido y se fue, luego del fracaso de 2012.

 
Lo curioso es que nadie en el PRD quiere ver que el regreso del PRI al poder, en 2012, es el verdadero y gran fracaso cultural y político del PRD; el partido que nació para echar al PRI del poder. Lo demás es politiquería, porque la política no es de ángeles o demonios; es de humanos que buscan el poder. Y el PRD ni morirá ni se debilitará. Al tiempo 




Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/caudillos-y-caciques-1417084463 


 

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