miércoles, 17 de diciembre de 2014

Salvador García Soto - El país puede esperar.


Ni la efervescencia social que vive el país, ni las expresiones de
hartazgo y repudio de la sociedad a la clase política, ni los grupos
radicales y la actividad guerrillera que tiene en vilo a los habitantes
de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, ni los escándalos y la crisis de
credibilidad del Presidente y su gobierno, parecieron importarles a los
partidos políticos en el Senado que, la noche del lunes, ante la
dificultad de lograr acuerdos, decidieron bajar la cortina e irse de
vacaciones sin resolver temas legislativos urgentes como el aumento al
salario mínimo, la reforma política del DF y la elección de los nuevos
fiscales anticorrupción y de delitos electorales.




De poco sirvió que al menos dos de esos temas, el de la corrupción y el
de la revisión de los salarios mínimos, hayan sido propuestos como
apremiantes por el presidente Enrique Peña Nieto en su decálogo
presentado en noviembre pasado, con el que se supone que enfrentaría la
crisis política, social y de credibilidad que encara su gobierno. De
hecho, da la impresión que un signo de debilidad de la figura
presidencial, envuelta en cuestionamientos y escándalos por la llamada
casa blanca de su esposa y los conflictos de interés con el contratista
favorito de su gobierno, se refleja precisamente en la decisión del
Congreso de posponer y dejar para después lo que para el Presidente
tenía carácter de urgente.

Porque fue precisamente el partido del Presidente, el PRI, el principal
responsable de que se cerrara el periodo legislativo sin discutir las
iniciativas pendientes, luego de que los priístas se vieran presionados
por los legisladores del PAN y el PRD para aceptar condiciones que les
parecieron intransitables.

En el caso de la reforma política del DF, donde los perredistas
insistían en una Asamblea Constituyente para la nueva Constitución
Política de la ciudad de México, algo que no aceptaba el PAN y el PRI
veía con mucho recelo, se optó por mandar la discusión a febrero, a
pesar del compromiso que existía de sacarla en este periodo, luego de
que el tema se pospusiera durante todo el 2014. Pero al ser un tema de
interés especial del PRD y, en particular, del jefe de Gobierno del DF,
Miguel Ángel Mancera, a los priístas comandados por Emilio Gamboa les
pareció, una vez más, “sacrificable”.

Algo similar pasó con la discusión sobre la revisión del salario mínimo.
Una propuesta de última hora del senador Javier Lozano del PAN, sobre la
redacción del texto que desvincularía el salario mínimo del pago de
multas y equivalencias, fue rechazada por el PRD y ante la
intransigencia de unos y otros, el PRI aprovechó el desacuerdo para
frenar la discusión. Al final por iniciativa de la bancada priísta, que
secundaron los panistas, se salieron varios senadores del salón de
plenos y, cuando se pidió con toda la intención una revisión del quórum
pasadas las 11 de la noche, se encontró que no había el número necesario
de senadores para continuar y la sesión tuvo que ser suspendida y se
declaró concluido el periodo legislativo.

Se prefirió así reventar la sesión, esta vez por parte del PRI y del
PAN, para frenar las iniciativas que tanto interesaban al PRD. Los
perredistas tampoco ayudaron, pues entre ellos mismos hubo divisiones y
enfrentamientos con el jefe de Gobierno del DF en el tema de la reforma
política para la capital, lo que facilitó la estrategia priísta para
posponer todo y terminar el periodo ordinario. “Ahora les aplicamos
nosotros lo que tantas veces nos han aplicado ellos. Una de cal por las
que van de arena”, comentó a esta columna un senador del PRI que también
reconoció que la decisión de “reventar” la sesión y posponer las
discusiones se acordó “porque así nos convenía a nosotros”.

La pregunta sería si esa “conveniencia” que calcularon los priístas es
también la que le conviene en estos momentos al país. Porque da la
impresión que, tanto en el Congreso como en Los Pinos, la apuesta del
gobierno priísta es aprovechar las vacaciones y fiestas decembrinas para
que se diluyan las críticas y señalamientos contra el presidente Peña
Nieto y su gobierno por temas como la casa blanca y sus relaciones y
conflictos de interés con el Grupo Higa de Juan Armando Hinojosa Cantú.
De paso, en la casa presidencial, deben calcular que el relax decembrino
hará que disminuyan de intensidad movimientos como el de los 43
normalistas de Ayotzinapa y la violencia de grupos como la CETEG en
Guerrero y la sección 22 en Oaxaca.

La gran duda es si el puente Guadalupe-Reyes le alcanzará al gobierno de
Peña Nieto para apaciguar los ánimos sociales tan encendidos y evitará
que el fin de año sea aprovechado por grupos radicales y guerrillas que
están activas en el centro y sureste del país. A ver si todo eso no
resulta sólo una carta presidencial a Santa Clos y los Reyes Magos.

*NOTAS INDISCRETAS… *Aquí le reportamos que el comisionado federal
Alfredo Castillo se quejaba en privado en Los Pinos de que la mala
política financiera del gobierno de Michoacán, que no bajaba los
recursos ni pagaba sueldos ni contratos, estaba tensando las cosas y
dificultando los avances en ese estado. Y aunque el comisionado quiso
desmentir tales quejas, la realidad terminó por imponerse y hoy la
frágil paz y estabilidad en Michoacán pende de un hilo tras conocerse
que ayer murió, en un enfrentamiento armado, el hijo del líder de las
autodefensas Hipólito Mora. No se ve un fin de año tranquilo tampoco
para los michoacanos… Los dados mandan Serpiente. Mala racha.

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