viernes, 3 de julio de 2015

Onésimo Flores - ¿Por qué sólo se castiga a los responsables del “moreirazo” al otro lado del Bravo?

Abril 17, 2014

Es francamente ofensivo que tengamos más información acerca de los negocios que hizo el ex secretario de Finanzas de Coahuila, Javier Villarreal, en Texas, que de los que tuvo en México. De hecho, es notable que los únicos ex funcionarios que parecen estar en problemas por el "moreirazo" sean precisamente los que decidieron invertir en Estados Unidos. Aparentemente, esconder el dinero en Coahuila, o en Cuba, o en España, y desaparecer por algunos años hubiese bastado para quedar por siempre impunes.

Dos altos ex funcionarios del gobierno de Coahuila podrían perder pronto su libertad y sus bienes en los Estados Unidos.

Los expedientes de los tres procesos penales y los doce procesos civiles que siguen en su contra los fiscales de aquel país en las Cortes de Distrito de Texas, algunos ya disponibles al público, contienen datos importantes para entender el rompecabezas de la mega-deuda de $35,000 millones de pesos que contrajo el exgobernador Humberto Moreira a nombre de todos los coahuilenses.







Dada la opacidad que aún priva en este estado y ante la falta de voluntad de sus actuales autoridades por transparentar las causas y consecuencias del moreirazo, estos expedientes se han convertido en la fuente más confiable de información para entender lo que ocurrió. Si bien las investigaciones al otro lado del Río Bravo no revelan más que la punta del iceberg, los coahuilenses tienen muchas razones para seguirlas de cerca. Al menos cuatro mitos propagados en distintos momentos por autoridades coahuilenses quedan desacreditados al contrapuntear hechos ya conocidos en México con los datos que han aportado los fiscales norteamericanos. Primero: Es falso que el principal quebranto haya ocurrido cuando Humberto Moreira ya no era gobernador. Segundo: Es falso que el único delito a perseguir sea la falsificación de algunas firmas para obtener un par de créditos. Tercero: Es falso que los superiores de Javier Villarreal no estuvieran enterados de sus negocios en el extranjero. Y cuarto: Es falso que los millones que estos funcionarios tienen en Texas no tengan origen en Coahuila.

De acuerdo con los expedientes del caso, fue desde el año 2008 cuando el entonces secretario de Finanzas, Jorge Torres, y el entonces subsecretario de Planeación, Javier Villarreal, comenzaron a lavar dinero coahuilense en el extranjero. Ese año, ambos funcionarios abrieron cuentas personales en el banco JP Morgan Chase de Brownsville, Texas, y en instituciones financieras domiciliadas en la Isla de Bermuda. Las cuentas en Texas recibieron varios depósitos provenientes desde México por montos que no corresponden a los sueldos de sus titulares como funcionarios públicos. Meses más tarde, Jorge Torres ordenó a JP Morgan transferir $27 millones de pesos a su cuenta en Old Mutual of Bermuda. Villarreal haría lo propio semanas más tarde, radicando al menos $38 millones de pesos a su cuenta en The Bank of Butterfield and Son en la misma isla caribeña. Además de sugerir que Torres y Villarreal coordinaron su estrategia financiera, y que mintieron acerca del origen de sus fortunas, los fiscales norteamericanos identifican transacciones que confirman una relación de negocios entre ambos. Por ejemplo la página 7 de este documento sugiere que Torres autorizó en Febrero una transferencia por $5,654,740 pesos hacia una cuenta de Villarreal, y que Villarreal transfirió en Marzo $7,276,113 pesos a una cuenta de Torres.

Nadie en Coahuila se ha preocupado por revisar si esta sociedad o estos ingresos fueron reportados en las declaraciones patrimoniales de estos funcionarios, y nadie ha solicitado información al sistema bancario mexicano acerca de los titulares de las cuentas que originaron estos depósitos. Quizá los abogados de Torres o Villarreal presentarán una explicación razonable durante el juicio. Sin embargo, hoy podemos concentrarnos en un hecho innegable: Javier Villarreal hacía negocios con sus superiores. A la luz de lo que ocurrió en los años subsecuentes, el dato es sugerente por decir lo menos.

Recordemos que el 6 de mayo de 2008, el Congreso local autorizó la contratación de deuda hasta por $3,500 millones de pesos. Semanas más tarde Javier Villarreal asumió el cargo de secretario de Finanzas, y para finales del 2009 ya había negociado con media decena de bancos préstamos por $7,620 millones de pesos (además de miles de millones adicionales en “cadenas productivas”). Ignoremos por un momento que fue justo en esos meses cuando la práctica de contratar y ejercer deuda sin autorización del Congreso y a espaldas de la opinión pública se convirtió en la principal política pública del Gobierno de Coahuila, y que esta práctica continuaría sin cambio hasta mediados del 2011 cuando reventó en los medios el escándalo de la mega-deuda. Concentrémonos en dimensionar el tsunami de millones de pesos no etiquetados y prácticamente inauditables que inundó las arcas del gobierno de Humberto Moreira durante esos meses. El ejercicio sirve para situar en su debido contexto los importantes hallazgos de los fiscales norteamericanos. De acuerdo con sus investigaciones, Javier Villarreal intensificó sus negocios en el extranjero justamente cuando comenzó a fluir el dinero de la deuda.

La historia va mas o menos así: a principios del 2009 dos presuntos prestanombres de Villarreal, Lorenzo Schuessler y Oswaldo Coronado, registraron nueve empresas distintas en Texas. Entre Abril y Junio de ese año, las cuentas de 3 de estas empresas recibieron 16 depósitos provenientes de México, por un monto total de $286.7 millones de pesos. A juzgar por los movimientos bancarios reportados en los expedientes, las empresas de los prestanombres de Villarreal solo tenían dos actividades de importancia: contratar viajes en aviones privados y adquirir bienes raíces. Entre estos últimos destacan un departamento de lujo en la Isla del Padre, una residencia y varios centros comerciales en San Antonio, y una gasolinera y algunos predios colindantes al negocio del padre de Villarreal en Brownsville. Sobra decir que el sueldo de Javier Villarreal como funcionario no justifica estas cuantiosas inversiones.

Una hipótesis plausible es que el dinero proviene de moches obtenidos por la negociación de créditos a nombre del estado sin la debida autorización del Congreso y con condiciones favorables a los bancos. Es al menos sugerente que los 16 depósitos millonarios a las cuentas de las empresas de Villarreal coinciden con la fecha de la firma de un crédito por $2,700 millones de pesos que otorgó Banorte al Estado de Coahuila. La contratación de este crédito en particular marca el momento en el que el Gobierno de Coahuila sobrepasó por primera vez el monto máximo de endeudamiento autorizado por el Congreso en 2008, provocando que tanto Fitch Ratings como Standard and Poors bajaran casi de inmediato la calificación crediticia del estado. Humberto Moreira ganó margen financiero para venderse como el gran transformador del estado y los banqueros obtuvieron un jugoso negocio. ¿Quizá alguno pagó una comisión al oficioso secretario de Finanzas?

Otra posibilidad, quizá relacionada, es que el dinero realmente pertenece a los socios de Villarreal. Después de todo, los expedientes registran que el propio Lorenzo Schuessler declaró ante la Unidad Anti-lavado de JP Morgan que el dinero corresponde a “aportaciones solicitadas por Villarreal a sus socios en México”. El propio abogado de Villarreal, Micheal Wynne, argumentó en uno de los juicios civiles que las propiedades fueron adquiridas con dinero de inversionistas. Si así fue, ¿quiénes son los socios millonarios de Villarreal? ¿Sus familiares, que durante décadas administraron una modesta tortillería y un lavado de carros? ¿Jorge Torres, el hombre que en 2008 le pagó de golpe más de $5 millones de pesos? ¿Humberto Moreira, el único otro funcionario que podía autorizar la entrada y salida de millones de pesos del erario coahuilense, y a quien el padre de Javier Villarreal hoy acusa de ser “el autor de todo”? ¿Los señores de la droga?

Sea cual sea la explicación de los millones de Jorge Torres y Javier Villarreal en Estados Unidos, llama la atención la pasividad del Gobierno de Coahuila ante una lista tan larga de indicios delictivos. De este lado del Bravo se nos asegura que no hubo quebranto al erario con apresuradas entrevistas de banqueta. En cambio las autoridades del otro lado identifican prestanombres y presentan listas de propiedades, números de cuenta y fechas de transacciones para respaldar sus acusaciones. Acá pasan meses y seguimos discutiendo la integración y alcance de una comisión investigadora que el Gobernador prometió desde Noviembre. Allá bastan semanas para integrar expedientes, acumular pruebas, capturar a Villarreal y fijar fecha para el fin del juicio. Acá el Procurador reduce el moreirazo a un asunto de la falsificación de firmas (que en todo caso ocurrió meses después de que Torres y Villarreal tuvieran sus millones bien guardados en el extranjero), y el secretario de Gobierno nos pide “dar vuelta a la página”. Allá los fiscales amplían sus investigaciones -incluso hasta Bermuda- si esto les ayuda a documentar la manera en que nuestros funcionarios acumularon tanta riqueza ganando salarios tan modestos. El contraste es claro. Los juicios relacionados con el moreirazo en Texas y en México seguirán dando de que hablar, pero seguramente por las razones opuestas.

Es francamente ofensivo que tengamos más información acerca de los negocios que hizo Javier Villarreal en Texas que de los que tuvo en México. De hecho, es notable que los únicos ex funcionarios que parecen estar en problemas sean precisamente los que decidieron invertir en Estados Unidos. Aparentemente, esconder el dinero en Coahuila, o en Cuba, o en España, y desaparecer por algunos años hubiese bastado para quedar por siempre impunes.

Esto podría ser distinto si los actuales funcionarios tomaran sus responsabilidades con seriedad. El Procurador de Coahuila declaró en septiembre que está dispuesto a colaborar con las autoridades norteamericanas si éstas se lo solicitan. Perdone Señor Procurador, pero dado que los principales interesados en conocer la verdad y deslindar responsabilidades somos los coahuilenses, ¿no debería adoptar una actitud más proactiva? ¿Acaso no tiene la obligación legal de investigar los hechos posiblemente constitutivos de delito que sean de su conocimiento?

El secretario de Fiscalización y Rendición de Cuentas de Coahuila anunció en diciembre que las declaraciones patrimoniales de Jorge Torres están en una caja fuerte, “disponibles para cualquier autoridad competente que las solicite”. Perdone señor Secretario, pero ¿no le corresponde a su despacho investigar los actos, omisiones o conductas de los servidores públicos que puedan constituir responsabilidad administrativa? Si las autoridades norteamericanas afirman tener pruebas de que Torres tiene millones de dólares en Bermuda y de que hizo negocios con Villarreal, ¿no debería pedir esta información a sus vecinos?

Quien ocupaba la secretaría de Finanzas en Febrero declaró (video) que “no existe evidencia de que del gobierno de Coahuila hayan salido esos recursos hacia una cuenta particular”. El mismo funcionario justificó su desinterés por recuperar los millones depositados en Bermuda preguntando “¿cómo reclamo algo que no me consta que es mío?” Perdone señor ex secretario, pero esa es una pobre forma de defender los intereses de la hacienda pública del estado.

Nadie acusa a Villarreal y a Torres de ser brutos. Los americanos ya nos dijeron que el dinero llegó al Caribe desde Brownsville, y que llegó a Brownsville desde México. ¿No sería razonable seguir esa hebra para ver si llega hasta la Tesorería del Estado? El gobernador Rubén Moreira declaró en febrero de este año que “no le corresponde investigar a Javier Villarreal”. Perdone señor Gobernador, pero ¿bajo qué lógica corresponde más este asunto a las autoridades texanas que a las coahuilenses? ¿Por qué no da muestras de su compromiso con la legalidad, de su independencia política y de su carácter de estadista redefiniendo las prioridades de su gabinete? ¿Por qué no les exige señales claras y contundentes de que la justicia mexicana es tan ciega como la Made in USA, y que no reconoce lealtad partidista ni parentesco?

Efectivamente es urgente cerrar el capítulo de la megadeuda de Coahuila y mirar hacia el futuro. Sin embargo será imposible hacerlo mientras la actual administración continúe apostándole al olvido sobre la catarsis. Quizá no queda más remedio que acostumbrarnos a que el estado de Coahuila gaste más en intereses de la deuda que en inversión pública, y a que nuestros ex gobernantes disfruten de su desempleo entre riquezas. Sin embargo el silencio de nuestros líderes ante tantas y tan contundentes evidencias no hace sino alimentar la sospecha de que ellos también son beneficiarios (o rehenes) de la impunidad, y precisamente por ello continúan perdiendo legitimidad. A lo mejor es cierto que sin la deuda de Humberto no tendríamos el gobierno de Rubén, y que cayendo la primera pieza del dominó tendrán que caer todas juntas. A lo mejor los actuales funcionarios callan y miran al otro lado precisamente porque están convencidos de que es posible construir un gobierno mínimamente decente después de justificar una megadeuda absolutamente indecente. Siento decirles que queda poco tiempo para despertar de ese auto-engaño. El Juez de Distrito en Texas ya fijó fecha para el juicio de Javier Villarreal, y la hora de las respuestas se acerca. Tic-toc.



@oneflores



Leído en http://www.animalpolitico.com/blogueros-ciudad-posible/2014/04/17/por-que-solo-se-castiga-los-responsables-del-moreirazo-al-otro-lado-del-bravo/





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, sean civilizados.