viernes, 3 de julio de 2015

Rafael Loret de Mola - ¡Que nadie nos dome!

Esperaba una reacción más enérgica por parte de la sociedad; y no fue así. Los cotidianos nacionales ocultaron pronto la nota como si hubiesen recibido la sagrada consigna de Los Pinos: El presidente Peña Nieto, en quien es notoria su falta de irrigación cerebral –esto no es una burla sino un diagnóstico aunque no soy su agobiado médico de cabecera-, habló de domar “la condición humana” de los mexicanos, con él como jinete naturalmente, para modificar así la tendencia a la corrupción ¡qué él representa, prodiga y exalta!

Mientras ello sucedía, los malolientes Borbones de Madrid –ya no puede alegarse que representan a España-, optaron por condecorar a la pareja más odiada del país, angélica y enrique, por supuestos aportes a la economía mundial. Nadie pudo precisar en qué consistía la hazaña laudatoria. Por supuesto sí supimos quiénes estaban detrás de tal supuesto “honor”: los dueños de los grandes consorcios hispanos deseosos de mayores facilidades –quieren todo regalado como expertos marchantes con miradas de desprecio por los nativos latinoamericanos-, para ampliar sus inversiones en nuestro país e incluso convertirse igualmente en contratistas petroleros siempre y cuando, claro, les regalen los jirones de PEMEX y puedan disfrutar de nuestras reservas sin el menor contratiempo...








exactamente igual que cuando vaciaron, junto a los voraces ingleses –hijos de un imperialismo devastador-, y a los vecinos del norte siempre “comedidos”, las minas de nuestro suelo hasta extinguirlas.

¡Duele cuando observamos los altares y los templos de Europa ornamentados con el oro que robaron a “las Indias”! Más cuando, a través de la historia, ningún gobierno mexicano se ha atrevido a reclamar lo que debiera ser nuestro; vamos, ni el célebre penacho de Moctezuma que se observa en el Museo de Historia de Viena en donde se especifica que el mismo fue parte del botín cuando “México pertenecía al imperio austriaco”. Así lo explican los ignorantes guías de turismo sin el menor conocimiento de causa. Menos mal que cerca de allí, en la Capilla de los Capuchinos, yace el barbado enajenado de Miramar a quien sacó a patadas de México, el Benemérito Juárez luego de resistir por cinco años la desigual y vandálica ocupación francesa.

Los mandatarios mexicanos, quienes olvidan que tal condición significa obedecer y no ordenar, han construido y encabezado la nueva aristocracia mexicana sin necesidad de títulos nobiliarios aunque, de hecho, existen y se respetan: por ejemplo se habla del “rey de la mezclilla” para señalar a Kamel Nacif Borgues, puente entre los sinvergüenzas de Qyintana Roo y Puebla además de ser el pilar del pederasta de Cancún, Jean Succar Kuri, uno de cuyos principales clientes fue, o quizá es en otro grupo perverso, Emilio Gamboa Patrón, el mismo que ya “filtra” sus intenciones de competir para erigirse en presidente de la República, como lo hizo en 1994 apoyado por Echeverría tras el ominoso asesinato de Luis Donaldo Colosio, lo que no será porque somos no pocos dispuestos a impedirlo a cualquier costo. Léanlo bien, por favor.

Para los aristócratas los dramas sociales no tienen importancia hasta que los asfixian.

Nicolás II, el zar de “todas las Rusias”, vivió tranquilo en su Palacio de San Petersburgo, la matanza perpetrada por los ejércitos que le custodiaban contra los trabajadores que vivían en un submundo, como ratas. Después de este suceso doloroso ya nada fue igual y los odiados Romanov terminaron sus vidas en una aldea bajo el flagelo de una desordenada revolución con decenas de vuelcos. Las lecciones de la historia son tremendas... para quienes las leen.

Las “primeras familias” han conformado la aristocracia mexicana incluso mezclándose entre sí para extender dominios y haberes. Ninguna vive en la pobreza en una especie de competencia por tener los mayores recursos, renglón en el cual quien encabeza a la parvada es Ernesto Zedillo y no Carlos Salinas, ambos notables facinerosos, como siempre se ha creído. También la familia calderón, extendida a los Zavala Gómez del Campo, los cuñados con garras y Margarita la ex “primera dama” que cree tener el billete ganador para contender por el otro lado del lecho presidencial, debe contar en la hora del recuento de los negocios turbios, muy sucios, bien ocultos por Hildebrando y Juan Ignacio Zavala, auténticos gángster con aires de superioridad cual si se tratase de Duques intocables. Dan náuseas.

Por supuesto, la señora Margarita, ni como esposa del nefasto calderón ni en calidad de precandidata presidencial, en 2009 y 2015, con seis años de diferencia, acudió a Hermosillo para recibir y apaciguar el dolor de los padres de los cuarenta y nueve bebés quemados, además de ciento seis heridos con graves secuelas, en la maldita guardería ABC concesionada a Altagracia Gómez del Campo y otros parientes de la misma Margarita; ni tampoco viajó a Mexicali, siquiera por consideración social, para enterarse de primera mano y ayudar en cuanto pudiera a los deudos de los ancianos incinerados en vida en el asilo “Bello Atardecer”, una falaz denominación en donde, por lo visto, se acelera la muerte como en aquella cinta de ficción, “Cuando el destino nos Alcance”, estrenada en los años ochenta, que planteaba como mágicos los últimos instantes, voluntariamente, a cambio de observar, a través de una película, cómo era la tierra antes de que todo fuese teñido de gris.

Ni un solo movimiento oficial ni entonces ni ahora. Los señores mayores de la oligarquía mexicana se complacieron en recibir la presea odiosa de los españoles –en plan de reconquista pero a peña le falta altura y grandeza para ser siquiera remedo de Moctezuma por lo que temo nos irá peor que a los bravos aztecas defensores de Tenochtitlán-, antes de acudir a Mexicali a mostrar algún aire de indignación ante los sucesos hijos de la negligencia, esto es por quemarse un predio adjunto como ocurrió en Hermosillo, hace seis años, cuando el gobernador vende-huevos, Eduardo Bours Castelo, uno de los beneficiarios de Bachoco –nadie debiera comprar este producto infestado de sangre de bebes-, decidió quemar la papelería “comprometedora” de su nefasto gobierno en el taller colindante al almacén convertido en guardería: donde debieron guardarse llantas –y esto es lo que más me subleva-, colocaron cuneros y bebés con tal de que los Zavala, Margarita en plan de gestora claro, hicieran uno más de sus negocios turbios, infectos. ¿Cómo puede aspirar la señora citada, con este antecedente brutal, a la presidencia que deshonró su marido de quien ahora, muy tardíamente, busca deslindarse pero sin separarse de los cánones de la Iglesia dándose golpes de pecho? ¿En qué siglo viven los repulsivos calderón?

Por supuesto, como es de esperarse siempre, la decantada justicia mexicana sólo se mueve por consigna superior. Ninguno de los ministros de la Corte ni de los magistrados, con sueldos ofensivos para la mayor parte de los mexicanos, se preocupa por los otros genocidios, los que no realiza el ejército ni los supuestos “autodefensas”, aunque son consecuencia del mismo modelo atroz, idéntico al de los zares, en el cual sólo importa el bienestar de la macroeconomía, la pequeña elite de multimillonarios y los habitantes y cómplices de Los Pinos en donde, por supuesto, no se tiene contemplado inaugurar un asilo o una guardería en sus amplios patios robados al Bosque de Chapultepec, patrimonio de los mexicanos.

¡Hipócritas!

Pero también me indigna la pasividad de los mexicanos ante estos hechos ominosos. Esperé una semana, tras la tragedia de Mexicali, para observar, por ejemplo, si sería privilegiada, siquiera en atención, contra los dimes y diretes habituales de la clase política y la sentencia del señor peña en el sentido de estar dispuestos a “domarnos” en ausencia de animales en los circos por disposición de sus “santos” aliados, los verdes, quienes no respetan las normas electorales, se burlan de ellas sin coerción alguna, y se mofan de los mexicanos en su falsa defensa de la fauna. ¿O procedieron contra la empresa Maskota tras la exhibición burda de la crueldad de sus empleados en Plaza Galerías de Pachuca, Hidalgo. Pongo todas las señas para obligar a que cierre esta sucursal en donde la bajeza es el síntoma.

Quienes requieren doma, aunque no sea de alta escuela, es nuestra miserable clase política. Tan atenta a los numeritos que ellos mismos fabrican y tan ajena a los dramas sociales, al sentir de la comunidad afrentada. ¡Muera la Partidocracia! ¡Viva la ciudadanía!



Web: http://www.trinchera.mx

E-Mail: loretdemola.rafael@yahoo.com



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/que-nadie-nos-dome-1435903536



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