jueves, 26 de mayo de 2016

Leo Zuckermann - Se roban hasta los frijoles con gorgojo

Dice López Obrador que a los electores los tratan de comprar con migajas y frijol con gorgojo. Pues ni eso en Veracruz porque se lo roban. Así lo demuestra la magnífica investigación periodística publicada en el sitio Animal Político (http://www.animalpolitico.com/2016/05/desaparece-el-gobierno-de-veracruz...). Es, por donde se vea, una vergüenza propia de quienes se creen muy chingones, pero en realidad son unos hijos de la chingada.

Los periodistas Arturo Ángel y Víctor Hugo Arteaga descubrieron un esquema nada sofisticado del gobierno de Javier Duarte para robarse el dinero que debería llegar a los más pobres de ese estado. Funcionarios estatales abrían empresas fantasma utilizando firmas y direcciones falsas. Las empresas luego ganaban contratos del gobierno, a través de asignaciones directas o licitaciones truqueadas, para dizque abastecer productos que se destinarían a damnificados de desastres naturales, niños, ancianos y gente de escasos recursos. Pero los productos nunca llegaban a las bodegas gubernamentales ni se repartían. Las empresas, eso sí, cobraban las facturas y luego desaparecían. De esta forma, Animal Político comprobó el desvío de 645 millones de pesos por medio de 73 contratos.











¿Qué clase de moral tendrán el gobernador y los funcionarios involucrados para robarse el dinero público que debería llegar a los veracruzanos más pobres? ¿Adónde hemos llegado con la corrupción gubernamental? ¿Acaso los corruptos no tienen llenadera? ¿No es suficiente que pidan el 10, 20 o 30% de comisiones por la obra pública? ¿No se les cae la cabeza de vergüenza al dejar a la gente sin útiles escolares, cobertores, despensas, pañales, cemento y láminas? ¿Todo para qué? ¿Para comprarse otro departamento en Miami o Madrid? ¿Para regalarle un Ferrari a su hijo? ¿Para despilfarrarse el dinero en las mesas de juego de Las Vegas? ¿De qué están hechos estos políticos? ¿Qué valores tienen?

Claramente no les da pena y, por la simpleza del esquema utilizado, tampoco tienen miedo de que los descubran y castiguen, es decir, se sienten impunes. El asunto me recuerda las nada sofisticadas triangulaciones financieras de la maestra Elba Esther Gordillo para beneficiarse personalmente del dinero del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación: tan sencillo como darle la orden a un achichincle de sacar dinero de la cuenta del sindicato para pagar su tarjeta de crédito de Neiman Marcus.

En buen mexicano, lo que Animal Político demuestra es que se chingaron el dinero del pueblo. Y bien decía Octavio Paz en El laberinto de la soledad que “chingar es hacer violencia sobre otro. Es un verbo masculino, activo, cruel: pica, hiere, desgarra, mancha. Y provoca una amarga, resentida satisfacción en el que lo ejecuta”.

Estos ladrones con puestos públicos se sienten muy chingones. Como afirma Paz, ese mundo es “de relaciones duras, presididas por la violencia y el recelo, en el que nadie se abre ni se raja y todos quieren chingar, las ideas y el trabajo cuentan poco. Lo único que vale es la hombría, el valor personal, capaz de imponerse”. Sí, se sienten muy chingones, pero en el fondo son unos hijos de la chingada. Muy diferentes a los hijos de puta porque, como bien argumentaba Paz, “el hijo de puta tiene una madre que accedió al acto sexual, alguien que abrió sus piernas por la remuneración próxima, mientras que el hijo de la chingada es producto de una violación. Violación histórica, violación ideológica, violación de identidad”.

Estos políticos veracruzanos, que se creen muy chingones por andar chingando al pueblo, en realidad son unos hijos de la chingada producto de una violación tumultuaria. Sólo así se explica que estén dispuestos a robarse de esa manera productos básicos que deberían repartirle a los más pobres de los pobres. López Obrador se quedó corto. También hay hijos de la chingada que ni siquiera reparten frijoles con gorgojo porque hasta eso se roban.



Leído en http://www.enlagrilla.com/not_detalle.php?id_n=68603



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