Cuando, con la esperanza de exhibir las debilidades de sus adversarios y remontar el marcador en las preferencias de los votantes potenciales, varios de los aspirantes a la Presidencia claman por debatir, el Instituto Federal Electoral determinó cerrar la puerta a esa posibilidad a todos los precandidatos a cualquier cargo.
En rigor, al IFE no le quedaba de otra, pues tuvo que acatar una inapelable resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
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