Los coordinadores de las fracciones parlamentarias de ambas Cámaras se imponen sobre sus
coordinados a través de la aplicación discrecional de los cuantiosos y crecientes recursos que los legisladores se autoasignan. A nadie rinden cuentas y quienes debieran exigirles nada dicen, nada hacen por el temor a perder privilegios, beneficios y padecer la marginación política.
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