Como se parece tanto a lo que ha hecho por el PRI y el América, luego luego pensé que era el publicista Carlos Alazraki, pero me dicen que es Max Cortázar, ex baterista de Timbiriche, quien maneja la campaña de Ernesto Cordero.
Si reconocemos que llevar los destinos de un personaje que no es exactamente una castañuela y que carga con el pesado lastre de los 6 mil pesos como fuente inagotable, vocho y changarro, el trabajo del ex vocero presidencial no puede sino ser calificado de portentoso y genial, seguramente con una pequeña ayuda de uno de esos despachos de comunicación política, de esos que convierten una papa en el héroe de esta película, papá. Espléndido ejercicio de comunicación política que se ve reflejado en el mantra —sin duda inspirado en uno de esos libros de superación personal del Sanborns— que el suspirante recita a la menor provocación (“valor, determinación y coraje”), en esa mórbida y nívea dentadura estilo Anahí que domina los discursos del panista, pero sobre todo en una profundísima entrevista con Cuauhtémoc Blanco, conocido intelectual del clásico pasecito a la red, en el mejor estilo de los diálogos en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu.
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