RECOMENDACIONES Y COLUMNAS DE OPINIÓN

miércoles, 27 de febrero de 2013

José Antonio Crespo- El Elbazo de Peña

Hubo quien consideró la iniciativa de reforma educativa como el
equivalente del Quinazo de Enrique Peña Nieto contra Elba Esther
Gordillo. Decían que no era estrictamente necesario aprehenderla y
enjuiciarla por su conocida corrupción; que bastaba con mermar su enorme
poder sindical a través de cambios sustanciales en el sistema educativo.
Sonaba lógico.

Por eso resulta sorpresivo —al menos para mí— la decisión del gobierno
de llamar a cuentas legalmente a la maestra a partir de lo que
seguramente es una mínima parte de las transacciones ilegales en que ha
incurrido a lo largo de su liderazgo sindical. Peña se anota con ello
varios puntos, como en su momento lo hizo Carlos Salinas al irse contra
el poderoso líder petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina. ¿Qué
significado podemos darle a esta decisión? Pues es una jugada arrojada,
sin duda, pero que se inscribe dentro de la tradición priísta
consistente en que, al inicio de cada gobierno, se toman acciones
legales contra algún pez gordo de la corrupción, lo que le da al
presidente en turno un buen monto de legitimidad por desempeño.



Es, por otro lado, un golpe monumental —uno más— a los dos gobiernos
panistas, pues los deja en absoluto ridículo; lejos de haber llamado a
cuentas a la lideresa magisterial, los dos presidentes panistas la
encumbraron y le dieron cuotas de poder y presupuesto como no había
ocurrido bajo el priísmo. Lejos de haberse ido contra este símbolo del
corporativismo corrupto y autoritario, que durante décadas Acción
Nacional condenó desde su posición presuntamente democrática, le puso
tapete rojo en estrechísima alianza. Por ello me parece pertinente
recordar —usted perdonará— una reflexión que publiqué en estas páginas a
principios del año 2002, —y que cobra significación ante lo que ya
podríamos llamar el Elbazo—, cuando me quedó claro que el gobierno de
Vicente Fox había claudicado en su compromiso de sentar precedentes
importantes contra la corrupción y la impunidad:

“Paradójicamente, los últimos gobiernos priístas fueron más severos de
lo que está resultando el gobierno de Fox, muy propenso a departir
comprensión y compasión hacia el antiguo régimen. Parte del ritual del
cambio sexenal durante el priísmo consistía en aplicar la ley a algunos
peces gordos, para así lavar un tanto la imagen del régimen y afirmar el
presunto compromiso del nuevo gobierno contra la corrupción…
Irónicamente, el gobierno de Fox, que llega con la mayor legitimidad
democrática en toda la historia mexicana, parece haber decidido perdonar
y olvidar, pues ninguna figura importante ha caído. La forma en que
asciende Fox al poder le permite darse ese pequeño gran lujo, pues nadie
pone en duda su legitimidad democrática de origen, ni la legalidad de su
victoria. Teniendo toda la autoridad y fuerza para llamar a cuentas al
menos a algunos de los grandes abusadores del país, no siente la
necesidad de ello y ve más conveniente dirigir su mirada a otro lado…
Los grandes corruptos, los caciques, los torturadores y verdugos del
pasado autoritario, de haber comprendido esta extraña paradoja, hubieran
apoyado desde el principio a Fox y no a Labastida… ¿Quién les iba a
decir a los abusivos del priísmo que el triunfo de Vicente Fox se
traduciría en un nivel de impunidad mayor que el que imperó durante los
gobiernos priístas (al menos los últimos de la serie)?”

Y vaya que la percepción desde la izquierda sobre lo que el PRI puede
representar en la vida política actual está errada: Andrés Manuel López
Obrador aseguraba a sus feligreses que Peña Nieto nombraría a Gordillo
Morales como… ¡secretaria de Educación! El Elbazo sienta sin duda un
nuevo precedente de los que hacen falta para enfrentar la corrupción,
por lo que en sí misma es bienvenido, pero, al igual que otros quinazos
del pasado, no bastará en tanto no haya una rendición sistemática de
cuentas que, por ahora, no se ve.

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