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jueves, 30 de enero de 2014

Salvador García Soto - Y Fidel se reencontró con el PRI

En un encuentro privado del que anoche se esperaba conocer por lo menos la foto, el presidente Enrique Peña Nieto fue recibido ayer en La Habana por el comandante Fidel Castro en una plática que duró cerca de una hora, previa a la visita que el mandatario mexicano hiciera al Palacio de la Revolución para encontrarse con el presidente de Cuba, Raúl Castro.

Después de muchas e intensas gestiones de la comitiva diplomática mexicana para que Castro accediera a reunirse con el Presidente de México, como ya lo había hecho previamente con las mandatarias de Brasil, Dilma Rousseff, y de Argentina, Cristina Fernández, finalmente el líder histórico de la Revolución cubana aceptó recibir en su residencia de la isla a Peña Nieto, quien con este encuentro pone fin a un periodo de frialdad y distanciamiento que duró más de 12 años en las relaciones entre México y Cuba.






Castro, que comenzó su distanciamiento con México desde la gestión de Ernesto Zedillo, quien criticó duramente la falta de derechos humanos y políticos en la isla durante la Cumbre Iberoamericana en La Habana en 1999, se volvió un duro crítico de los gobiernos mexicanos durante la última parte de su presidencia. Después de que Zedillo recibiera al anticastrista exiliado Carlos Montaner, mientras su canciller Rosario Green se reunía con el opositor cubano Elizardo Sánchez, el comandante respondió con una alocución en la televisión cubana en la que criticó la dependencia de México hacia Estados Unidos y lamentó que “los niños mexicanos conozcan más a Mickey Mouse que al cura Hidalgo”.

Fue el inicio del enfriamiento de relaciones en la última etapa de un presidente del PRI que se agudizaría después con el primer presidente panista en México, Vicente Fox, al grado de llevar a un retiro de embajadores de ambos países. El vergonzoso incidente del “Comes y te vas” durante la Cumbre de las Américas de Monterrey, aunado a una deliberada política rupturista del canciller Jorge Castañeda, llevó a una crisis diplomática en las relaciones México-Cuba establecidas ininterrumpidamente desde 1902 y en las que nuestro país siempre defendió el derecho de autodeterminación de la isla frente al embargo y las presiones de Estados Unidos al régimen de Castro.

Con Felipe Calderón hubo un tibio intento de recomponer la desgastada relación con La Habana, pero el segundo presidente del PAN logró muy poco. En 2008, la canciller Patricia Espinosa visitó Cuba mientras en Brasil, Calderón y el presidente Raúl Castro se reunieron para intentar acabar con las diferencias. Casi al final de su sexenio, Felipe Calderón hizo una fría visita a la isla en la que intentó, infructuosamente, ser recibido por Fidel Castro que se restablecía de su delicado estado de salud.

Por eso fue tan significativo que anoche, por fin, Peña Nieto lograra la buscada reunión con el comandante. Pareció por momentos que había reticencia de Castro para recibir al Presidente mexicano, pero al final, aún en espera de que se difunda la fotografía o imágenes del encuentro, éste se produjo con todo el simbolismo político que encierra.

Porque a final de cuentas es claro que, en los 52 años que gobernó a su país, Fidel Castro Ruz desarrolló una empatía y una afinidad con el régimen del PRI que lo cobijó y lo auspició en su movimiento revolucionario que planeó desde México, de donde zarpó en el barco Granma para iniciar la lucha que lo llevaría a derrocar a Fulgencio Batista en 1959. Castro nunca pudo entenderse con los dos presidentes del PAN ni con el menos priista de los presidentes del PRI, que fue Zedillo.

Por eso ayer el comandante debió reencontrar en Peña Nieto a la misma vieja sangre y el ADN del viejo PRI que tan bien conoció durante décadas, mientras que el Presidente de México encontró en el vetusto comandante la oportunidad de enderezar la extraviada política exterior mexicana. Esa foto, decían anoche en la comitiva del Presidente, “valió toda la visita”.

NOTAS INDISCRETAS… Un solo periodista del canal 4news de Estados Unidos pudo lograr en apenas unos días lo que no puede lograr todo el aparato de inteligencia del gobierno mexicano: ubicar y localizar a Servando Gómez La Tuta, uno de los principales líderes de los Caballeros Templarios. Cuando todo el Ejército, la Policía Federal y la PGR se supone que buscan a La Tuta en Michoacán, Guillermo Galdós no sólo logró encontrarlo sino que además le arrancó una confesión bastante clara y contundente: “Soy un delincuente”. La pregunta es qué tan confiado y tranquilo se sentirá Servando Gómez como para tomarse el tiempo de dar entrevistas y aparecer en la televisión de Estados Unidos, como si en el fondo supiera que las autoridades o no quieren o no pueden atraparlo… Los dados cierran con Escalera. Semana redonda.


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