La insidiosa “hipótesis” de que el Ejército desapareció a los
normalistas de Ayotzinapa cobra día con día rasgos cada vez más
demenciales.
Sin alguna investigación medianamente racional que
desmienta la hecha por la PGR (la única por hoy jurídicamente válida), y
que conduce a una banda criminal (con policías locales como secuaces y
una pareja municipal que detonó la matanza), los promotores de la grilla popular prolongada consiguieron ya imponerle al gobierno de la República un ridículo cateo de instalaciones militares condenado a ser tan útil como la inservible carabina de Ambrosio.
Dadas
las centenares de hectáreas en que se asientan las instalaciones de las
12 regiones y 46 zonas militares (más batallones, regimientos y
guarniciones) que existen, la pretendida “búsqueda” de los muchachos es
una siniestra y descomunal vacilada.
Frente a tamaña insensatez,
mucho más fácil, comparativamente un sencillo juego de niños, sería dar
con la célebre aguja, aun si se desconociera dónde chingaos estuviera el
pajar…
cmarin@milenio.com
Leído en http://www.milenio.com/firmas/carlos_marin/perversa-busqueda_18_446535389.html
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