Para medir los cambios de una ciudad hay que analizar el uso de los pies. Dependiendo de la circunstancia, se camina por necesidad, por fe, por deporte, por resignación o por placer. He conocido caminantes de zapatos descuartizados que atraviesan el DF de punta a punta y preguntan en Tlalpan cuánto les falta para llegar a la Villa. Otros se resignan a ser transeúntes cuando no consiguen un taxi y la estación del metro les queda lejos. En los últimos tiempos, los más raros son los que caminan por gusto.
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