La recaptura de El Chapo, pero sobre todo su tratamiento en los medios y las redes, devela mucho de lo que somos como sociedad y como Estado (por cierto, dos dimensiones conectadas, con innumerables puentes de contacto, y no escindidas y autónomas, como piensan muchos). Vivimos -no solo nosotros- bajo los códigos de la civilización del espectáculo, como lo escribiera Mario Vargas Llosa; y para mal, no creo que sean reversibles.
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