La muerte de Umberto Eco ha traído un aluvión de merecidos elogios sobre sus casi ofensivos conocimientos. Capaz de hablar con autoridad del origen del espagueti a la boloñesa, el libro de chistes sobre el futbolista Francesco Totti, santo Tomás de Aquino y el mito de Superman, Eco entendió que el copioso universo estaba hecho de signos descifrables.
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