Alterada la vida de la ciudad por el veneno que respiramos, el jefe de gobierno muestra sus reflejos. Nuestra salud está en riesgo. Los niños no pueden salir a recreo. No se puede hacer deporte por la tarde. Se nos llama a escondernos en casa para respirar y lo que escuchamos durante la crisis es evasión. El gobierno elude su responsabilidad y se empeña en acusar a los otros. El policía que por azares gobierna esta ciudad señala a todos como culpables. Todos culpables, menos él, por supuesto. Ante la emergencia, politiquería.
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