La crisis de contaminación de la Ciudad de México en principio devela dos verdades que (me) parecen incontrovertibles: a) un bien se puede convertir en un mal y b) la suma de las lógicas individuales puede generar desastres. Hay que explicarlo. A) el automóvil fue, sin duda, un gran invento: aligeró el transporte, ofreció autonomía, se expandió en forma acelerada y se convirtió en aspiración creciente. Pero su proliferación en muy distintos espacios urbanos generó problemas sin fin: lentitud en los desplazamientos, atascos, contaminación, neurosis y súmele usted. B) El deseo de transportarse en automóvil particular hecho realidad por millones de personas acaba por perjudicar a todos (incluyendo a los usufructuarios de los autos), por lo cual no parece ser que la simple suma de las razones individuales nos vaya a permitir salir del problema.
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