viernes, 28 de octubre de 2011

Los mejores ángeles de nuestra naturaleza Día con día Héctor Aguilar Camín

Leo en The Economist, por inducción de Andrés Lajous, la reseña de un libro que se antoja indispensable para pensar la historia y pensarnos en ella: The Better Angels of our Nature. Why Violence has Declined, de Steven Pinker, un psicólogo de Harvard (www.economist.com/node/21531411).

La desafiante tesis de Pinker, de índole histórica más que especulativa, es que, si se miran las cosas comparativamente a través de los siglos, puede probarse que hay tal cosa como el progreso moral de la humanidad.
El hombre no sólo tiene redención como animal violento, no sólo puede tener control de su lado oscuro, salvaje y predatorio, sino que lo ha vencido de hecho en su paso por la tierra, y es un mejor animal de lo que fue, otorgando el triunfo paulatino, relativo y parcial, pero constante, a “los mejores ángeles” de su naturaleza.
“Los mejores ángeles de nuestra naturaleza” es una expresión del primer discurso de toma de posesión de Abraham Lincoln como presidente, poco antes de la catástrofe de la guerra civil estadunidense, de modo que podría esgrimirse irónicamente.
No es así como lo esgrime Steven Pinker, sino para sostener que en cada estadio de la civilización el hombre ha ido dejando atrás sucesivas capas de violencia, trátese del fin de la vida nómada o de la aparición de los estados capaces de ejercer el monopolio de la violencia sobre un territorio.
Pinker sostiene, con abundancia de cifras y hechos históricos, que la humanidad vive hoy, en la primera década del siglo XXI, su momento de menor violencia, el cual Pinker bautiza genéricamente como la “Nueva Paz”.
En la primera década del siglo, nos informa Pinker, el mundo registra una tasa de muertos en combate “sorprendentemente bajo, de 0.5 muertes por cada 100 mil combatientes”.
La razón estructural de esas cifras es que desde 1945 no ha habido grandes guerras entre estados. Hubo un millón de muertos en combate durante la guerra de Corea, a principios de los cincuenta del siglo pasado, y 1.6 millones durante los seis años de la guerra de Vietnam.
Por contraste, la primera guerra del Golfo en 1991 tuvo 23 mil bajas de combatientes y el conflicto entre Eritrea y Etiopía, en 1998-200, registró 50 mil bajas. Las bajas civiles han sido mayores que las militares: 120 mil en Irak y 5 millones 400 mil en el Congo, como consecuencia de una brutal convergencia de guerras tribales y étnicas.
Con esta y otras monstruosas excepciones, como Rwanda, la tendencia global de la humanidad es a la disminución radical de la violencia, en un mundo más mortíferamente armado y con mayor y más diversa población que nunca.

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