sábado, 14 de noviembre de 2015

¿TENDRÁ REMEDIO LA SUBLIME NECEDAD?



Me resultó aberrante la idea de publicar un simple comentario en el mamotreto de la necedad sublimada. Y aunque tengo la certeza de que nadie lo pedía ni lo esperaba, no pude guardar la voz ante tanta vulgaridad. Va.

Ya resultan nauseabundos los lamentos que nunca son lamentos. El síndrome de la mujer maltratada pertenece al ámbito de las relaciones de pareja, donde eventualmente existió algún tipo de vínculo, por lo que su manifestación en el espacio de un foro de discusión resulta francamente aborrecible. Si algo encomiable tuvo Flash Gordon  (el non plus ultra de los polemistas, para algún empecinado), fue que nunca respondió con mentadas de madre a las invectivas recibidas (impropias las más de las veces), y cuando lo juzgó conveniente simplemente abandonó el foro. Es por eso que el reclamo “por los maltratos y las ofensas recibidas” deviene pusilánime, ya que entre participar y no participar solo media una simple decisión personal. En el vasto universo virtual, seguramente sobran sitios en donde las necedades se festejan con aplausos.

Más bien (y más que una verdad absoluta, es una simple percepción) me parece que la teoría trasnochada sobre las grandes migraciones foristas por maltratos verbales, no pasa de ser una coartada que intenta justificar el fracaso de un forista que buscando elogios, no logra sino acaparar repudio. Y nada podría ser más doloroso para una deteriorada autoestima que el descrédito público. Ante el constante fracaso para imponer alguna mínima idea, surge entonces la paranoica teoría de la conspiración: “…mis detractores confabulan en mi contra, y ante su incapacidad por refutar mis magistrales argumentos, recurren a la mofa. Pero eso me demuestra que tengo la razón.”

Recientemente subí a este foro tres líneas de una conversación en la que se me aludía. Asumo que los comentarios publicados en un foro de discusión pertenecen de por sí al dominio público, por lo que resulta más que tonto reclamar por invasión de privacidad a quien responde un comentario en el que se le alude. Esas líneas referían -sin ningún añadido- la impericia para comunicar una idea, por más simple que esta sea, entre dos foristas. El humor se nutre del absurdo, por lo que enfaticé la comicidad subyacente.

Mientras que uno de los tertulios ni se dio por aludido, la patológica necesidad reconocimiento provocó en el otro una reacción desproporcionada. Y en cada réplica, añadía dislates adicionales. Si lo razonable era ignorar el impasse, la necedad hizo más estridente la exhibición de sandez.

Esto es, me parece, la motivación secreta del cuestionamiento a la supuesta viabilidad del foro: la incapacidad para demostrar una superioridad intelectual, que nunca ha existido. ¿En dónde está el estudio estadístico que permite sostener que la migración de foristas responde a los “malos tratos”? Solo reside en la mente febril de quien lo propone.

En los comentarios a la columna sobre la viabilidad del foro, también se pontifica sobre civilidad, respeto y tolerancia. Un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar, por lo que si me gustaran los discursos acartonados, me suscribiría al portal de la presidencia de la república. Recurro al sarcasmo y a la ironía para evidenciar lo que me parece insostenible, y solo puede sentirse humillado quién se reconoce exhibido. He sido objeto de denuestos: como mi nick inicial terminaba con “a” (Alexna), entonces para algunos debería ser mujer (como si esa condición fuera degradante). Como mi avatar es una cabeza olmeca, entonces llegué a ser “cabeza de piedra”. Estos me causan  cierta gracia.  El resto, los ignoro.

Pero como admito mi falibilidad, es posible que este foro renazca como el Ave Fénix, una vez apagado el filo de mi teclado. De flor en flor y de columna en columna retornarán las ingrávidas mariposas y colibríes del forismo a poblar el Jardín del Academo Tepoztercano. Proscrito el sarcasmo, solo habrá bienaventuranzas y halagos. En lugar de debates –reducto de los violentos- solo habrá intercambios de sapiencia concentrada. Y entonces, con un destartalado teclado bajo el brazo, no me quedará sino admirar el paraíso perdido de la respetuosa tolerancia de los civilizados. Aprovechen la oferta.

Más por razón laboral que por cualquier otra, estaré ausente de esta frecuencia por un largo y sinuoso periodo ¿A alguien le importa? Entiendo que no, pero así acostumbran avisar los civilizados.




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