jueves, 28 de abril de 2016

Dan T - ¡Son como niños!

El peje y sus canica, y su bici, y su....
Muy enojada, la mamá llama a su hijo para regañarlo:

–Le dijiste a tu hermana que es fea y está llorando. Ahora pídele perdón y dile que lo sientes.

–Hermanita –dice con tono de arrepentimiento el niño– perdóname. En serio, siento mucho que seas tan fea.

Por hoy vamos a tomarnos un descanso de lo político y hablemos de algo más agradable como el Día del Niño. Cuando yo iba en la primaria –primero o segundo, tal vez–, tenía un maestro llamado Mario Culebro (no se rían) que nos obligaba a hacer algo que nos costaba mucho trabajo: pensar.

Un día nos dijo:

–Guarden sus cuadernos. Hoy no vamos a abrir los libros. Hoy es día de pensar. Piensen: ¿qué quieren ser de grandes? Tú primero, Josefina.












–Ay, profe, pues siempre he pensado que cuando sea grande quiero ser maestra, como usted.

–No seas barbera, niña. ¿Y tú, Brayan? (no, no es cierto, en mi época los niños teníamos nombres normales) ¿Y tú, Juan?

-Pues yo quiero ser un abogado, porque mi papá dice que los abogados son los que más dinero ganan y pueden comprarse lo que quieren.

Kike y su copete presidencial
-Ay, niño Collado, no seas materialista. Dime, Kike, ¿qué quieres ser de grande?

-Pues yo quiero ser Presidente de México.

-Ay sí, ajá, Kike. Mira, mejor ponte a dibujar en lo que terminamos la clase. ¿Tú, Presidente de México? ¡Qué bruto! Bueno, ¿y tú, Dan T.?

–Pues yo, la verdad, quiero ser pendejo.

– ¿Qué dijiste?

–Que de grande quiero ser pendejo, profesor.

–Pero, ¿cómo es posible que digas eso? ¿Por qué quieres ser pendejo?

–Pues porque a los pendejos es a los que mejor les va. Yo siempre oigo a mi papá que dice: “mira a ese pendejo, el carro que tiene; ese pendejo de allá trae un mujerón que ni se lo merece; a mi jefe lo nombraron director de la empresa a pesar de que es un pendejo; aquel pendejo se sacó la lotería”. Entonces, maestro, yo quiero ser pendejo.

–Pues ahí la llevas, mi querido Dan T., ahí la llevas.

Jelipillo y sus soldaditos
Dulce infancia

¿Te imaginas cómo fue la infancia de nuestros políticos? Si nos atenemos a que infancia es destino, es fácil imaginarse que del primero al sexto año de primaria, Enrique Peña Nieto fue el cochinito de todo el salón. Probablemente su apodo debe haber sido “Tontín”, “Tontón” o “Pimpón”. Por suerte para él, al entrar a la secundaria las hormonas hicieron su trabajo y lo convirtieron en un galancito copetudo, babosón, pero con pegue.

En cambio, Miguel Mancera nunca fue el más popular, ya no digamos de la escuela, ¡ni siquiera de su clase! Era el típico matadito al que nadie quería porque no dejaba copiar a nadie y que, además, se volvía más odiado cada vez que le recordaba al maestro: “No ha recogido la tarea, profe”. Como Mancera no era guapo, ni simpático, ni desmadroso, se dedicó a estudiar con mucho ahínco, aunque como tampoco era demasiado inteligente, nunca fue un alumno brillante. De buenas calificaciones, sí; pero nunca un alumno destacado.

Y, bueno, nos tendremos que quedar con la duda de cómo fue Andrés Manuel López Obrador de niño, pues es evidente que nunca tuvo infancia y nació siendo adulto, candidato y amargado.

¡Nos vemos el martes!



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/son-como-ninos-1461830847



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