martes, 16 de agosto de 2016

Dan T - Yo soy AMLO

Nunca me lo hubiera imaginado. El otro día en esta mismas páginas de nuestro periódico, el que tú lees, el que nosotros hacemos, me enteré de que Andrés Manuel López Obrador finalmente había presentado su declaración 3de3.

De todos los presidentes de partidos fue el último en hacerlo, y supongo que lo hizo a regañadientes, más por necesidad que por convencimiento. Se supone que la declaración 3de3 es algo así como el “mamá, soy Paquito, ya no haré travesuras” de los políticos. En esa declaración revelan cuánto tienen (declaración patrimonial), cuánto pagan de impuestos (declaración fiscal) y dónde podrían hacer transas (declaración de intereses).

Gracias a la 3de3 nos hemos podido enterar, por ejemplo, que el presidente del PRI, Enrique Ochoa, tiene 50 taxis. O que la perredista Alejandra Barrales se compró un Mercedes Benz de contado. Y que el panista Ricardo Anaya gana menos dinero que su esposa.










¿Y qué nos revela la 3de3 de AMLO? ¡Que es igualito a mí! A sus 62 años, López Obrador afirma no tener casa, ni coche, ni ahorros. Lleva más de 45 años trabajando y el muy baboso ha sido incapaz de ahorrar, siquiera, para tener un retiro digno. ¿En qué más se parece a mí? En que, según su declaración, vive al día. No sólo no tiene dinero, sino que vive de arrimado porque la casa, según él, es de su mujer. Y lo que él gana, pues quién sabe en qué se lo gasta, porque no tiene ni un peso ahorrado. Se nota que Andresito el dinero le quema y, apenas tiene unos billetes en la mano, ¡pum!, antes de poder decir “pejelagarto”, ya se los gastó. Si hasta parecemos hermanos.

López Obrador nos quiere hacer creer que es pobre, cosa que no se la cree ni Carlos Slim, a pesar de que para él todos son (somos) pobres. Hasta donde sabemos, AMLO sí tiene casas, muchas, autos, camionetones, inversiones, ahorros y varios relojes Rolex, pero él afirma que todo se lo “donó” a su esposa y a sus hijos. No, pos’ sí.

Eso nos lleva de nuevo a mí: todo lo que he ganado se lo han acabado mi esposa, mis hijos, mi ex esposa, mis hermanos y, para mi desgracia, hasta el güevón de mi cuñado.

Ante esto, la conclusión lógica es que AMLO y yo somos. ¡somos uno mismo, uoo, oooh! Sabiendo todo esto, viene la pregunta importante: ¿votarías por mí para Presidente?

¡Pokémon!

Le dice la señora a su hijo:

–A ver, a ver, ¿quién esh el bebé de eshta casha?

–Mamá, por favor, ya tengo 23 años.

–Bueno, pues entonces deja de estar persiguiendo pokemones y mejor ponte a buscar trabajo, güevón mantenido.

–¡Ati toy, mamita! ¡Ati toyyy!

Cansado de ver cómo todos se divertían y me hacían sentir un anciano por no entender un carajo, decidí que era tiempo de unirme a la cacería mundial de pokémones.

Con todo y que me considero una persona muy tecnológica, me sigue costando mucho entender cuál es el chiste de ir por la calle buscando monstruitos peleoneros. Para eso no necesito una app, ni un celular. Me basta con ir a un plantón de la CNTE o a la Cámara de Diputados. O meterme a dar clases en cualquier prepa.

Lo único bueno de la euforia de los pokémones es que ha logrado algo que nadie había podido: que millones de nerds que se la pasan pegados a la pantalla salgan a hacer un poco de ejercicio.

Luego de jugar varios días me queda claro que el gobierno de Enrique Peña Nieto no sabe nada de atrapar pokémones, porque si realmente quisiera atrapar a los corruptos lo primero que necesita tener. ¡son bolas!

¡Nos vemos el jueves!



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/yo-soy-amlo-1471330653



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