miércoles, 27 de mayo de 2015

Ricardo Alemán - ¡Déjense matar, para que les crean!

En el Itinerario Político del 12 de noviembre de 2014 divulgamos el testimonio de un militar presunto responsables de la ejecución extrajudicial de narcotraficantes en Tlatlaya.

Dimos valor al testimonio luego de consultar a especialistas forenses que, en el lugar de los hechos, dieron crédito la versión. Por eso –y a riesgo del insulto–, publicamos el testimonio a pesar de que –como también dijimos ese 12 de noviembre–, “lo de hoy es el odio maniqueo contra instituciones del Estado como el Ejército, la Marina y la Policía Federal”.

La narración de la refriega –de la madrugada del 30 de junio de 2014–, resulta escalofriante, sobre todo porque confirma que a cada paso los efectivos federales se juegan la vida ante los criminales. Pero también indigna que a pesar de ese riesgo, para un sector social estimulado por el odio al régimen, los militares, marinos y policías son la moderna versión de “perros del mal” cuya vida no merece una lágrima o un responso cuando son masacrados por criminales. Militares, marinos y policías son crucificados si un medio o un supuesto especialista insinúa que violaron los derechos humanos de los criminales.








Por eso, al final del Itinerario Político de esa fecha preguntamos: “¿Por qué un sector social trata mejor a los delincuentes que a los militares?”.

Está claro que detrás del grosero montaje en Tlatlaya existe interés por debilitar las instituciones y al Gobierno federal; interés idéntico al mostrado por el montaje conocido como “No más Sangre” durante la gestión de Calderón –que nunca más apareció una vez que Felipe dejó el Gobierno–, y que buscaba el mismo fin; debilitar y tirar al segundo gobierno azul.

Lo curioso es que casi un año después la historia se repite y nos da la razón.

Como saben, otro choque entre militares, policías federales y criminales se produjo el viernes 22 de mayo, en Tanhuato, Michoacán, con un saldo mortal de 42 presuntos criminales y un policía federal.

Horas después, en el Itinerario Político del domingo 24 advertimos la posibilidad de que –otra vez–, aparecieran voces de supuestos expertos que sembrarían dudas sobre el operativo y –de esa manera–, descalificarían la eficacia federal. ¿Y qué creen?

En efecto, el lunes 25 reaparecieron los mismos sembradores de odio contra el régimen –entre muchos otros con preocupación legítima–, que sin el más elemental rigor periodístico e ignorantes de los básicos forenses –y a partir de descodadas elucubraciones–, inventaron desde una venganza hasta la ejecución extrajudicial.

Anoche aún seguían las especulaciones locuaces, en medio de una respuesta oficial altamente deficiente; incapaz de explicar a los ciudadanos que con el crimen organizado se libra una guerra y que los criminales no disparan pistolas de agua o misiles de pintura.

El resultado del enfrentamiento en Tanhuato mostró idéntica mecánica que en Tlatlaya. Es decir, abatieron a los criminales con pocas bajas federales. ¿Y por qué? Por una razón elemental; porque militares, policías y marinos son profesionales de la violencia legítima, preparados para abatir a los antisociales, mientras los sicarios del crimen son improvisados.

Aún así, impera un círculo perverso. Si los federales no pueden contra las bandas criminales, malo. Si los cárteles criminales derriban un helicóptero, malo. Pero si hacen bien su trabajo, ejecutaron a los criminales.

Por eso, con sorna corres un estribillo en la Policía Federal: “¡Déjense matar, para que les crean!”. Al tiempo.



Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/dejense-matar-para-que-les-crean-1432712945



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