martes, 8 de mayo de 2012

Tolba Phanem - mujer, poeta africana.






Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño.  Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito.
Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.

Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción.
Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición.
En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.

La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás.

Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estás confundido. No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado.

Camín - Impresiones del debate


Mi impresión es que el debate de candidatos presidenciales celebrado el domingo no lo perdió Peña Nieto, lo desperdiciaron sus perseguidores intermedios, Josefina y López Obrador, y lo ganó Gabriel Quadri, el absoluto último lugar.
 Es un resultado extraño, solo posible en la lógica de un sistema electoral que ayuda mucho a partidos que representan poco.
La audiencia votó mucho por el candidato más novedoso, sin saber o entender que es el más capturado por los intereses creados, en este caso los del sindicato magisterial lidereado por la maestra Elba Esther Gordillo.
 Asistimos a la premiación democrática de un poder fáctico poco democrático. A mi juicio este es el hecho mayor, no muy grande, del debate del domingo pasado.
Ni Josefina ni López Obrador ganaron lo que necesitaban para volverse competitivos con quien persiguen. El triunfo de Quadri no amenaza la ventaja de Peña porque no le construye un competidor cercano.
En la práctica, la candidatura de Quadri empieza a funcionar como una ventana de fuga para quienes no quieren votar por ninguno de los candidatos competitivos,  pero tampoco se sienten cómodos absteniéndose o votando nulo.
Quadri parece haber capturado a muchos de estos votantes indecisos en su primera salida. Pero la salida es el anticipo de un encierro: el de la negociación del SNTE  con el nuevo gobierno desde una posición de relativa legitimidad electoral.
Pienso en el espacio extraordinario que había, que hay, en nuestro sistema de partidos para un candidato independiente. Me fastidia pensar que lo más parecido a un candidato independiente en estas elecciones, ha sido el más dependiente de todos.
No sé si todo esto tendrá un efecto importante en las tendencias de votos registradas hasta ahora. No lo creo porque la audiencia total del debate fue solo una décima parte de la audiencia total posible (rating de 10 puntos).
El debate se mantuvo fundamentalmente en los terrenos del llamado círculo rojo, no saltó a los rangos, ni podrá tener la frecuencia de un impacto nacional que pudiera cambiar sustantiva y duraderamente la intención de voto previa.

Cárdenas - Entre lo tieso y lo grueso…



De la prisa del debate sólo nos quedó el cansancio… y la calentura.

De los cuatro fantásticos, Josefina fue la Chica Invisible; Peña Nieto, el Hombre Elástico; Quadri, la Antorcha Humana… y Andrés Manuel, la gran Mole… sesentera.

El debate no acabó el domingo, de hecho, la confrontación entre los presidenciables fue sólo la mitad de sándwich. Andrés Manuel y Josefina tendrán otra oportunidad para masacrar a Peña Nieto, el 10 de junio.

En el mundo al revés de López Obrador, que mostró de cabeza la foto de Peña Nieto con el “innombrable”, la batalla estelar no fue definitiva para cantar victoria… menos para Josefina.

En un debate político lo que parece, es. Dar la idea de haber salido bien librado es parte de una estrategia que pretende catapultar una imagen vencedora o enterrar en lo más profundo una actuación desastrosa.

Por ello, el postdebate es tan importante como el debate mismo. Eso explica que la función del circo continuara después de la campanada final.

No es casual que cada uno de los cuatro candidatos se haya ido a celebrar “su” victoria. Tampoco es fortuito que al cerrarse los micrófonos del debate, cada partido haya soltado a su jauría para marcar su territorio… y destrozar al rival.

Luis Videgaray, cerebro de la campaña priista, presume, soberbio: “En el debate vi a tres candidatos y a un Presidente”.

Ricardo Monreal, hombre fuerte de López Obrador, asegura que el priista fue el rival más débil… y que su jefe quiere pegarle, tiro por viaje, todos los días… de aquí al infinito… y más allá.

Los líderes de los partidos también se ponen guantes de box. El priista dice que el país ha perdido liderazgo; el panista acusa a los tricolores de provocar el miedo, la mentira… y la parálisis nacional.

Todos se siguen tirando lodo. Todos quieren anotar su gol…

Para mí, el ganador del debate fue Gabriel Quadri… lástima que casi nadie lo quiera ver de Presidente.

El único que no quiere queso sino salir de la ratonera es el IFE. Los consejeros se dan golpes de pecho. Le echan la culpa a la voluptuosa edecán que calentó el debate. Alegan que el vestuario de la señorita fue impropio… que el incidente fue estúpido e indebido… y ofrecen disculpas públicas por el gol que les metió el productor Jesús Tapia.

MONJE LOCO: Este país no tiene remedio. Cuando llevábamos una semana de discusión interminable sobre el debate de los candidatos, de pronto se aparece una señorita de escote impresionante —y mayor caderamen—… y nos lleva de la seriedad democrática a la lascivia electoral. La joven perturbadora, acreditada como antigua gacela de las praderas del Playboy, levantó los ánimos… puso a prueba la tortícolis de los contendientes, quienes disimularon el ojo alegre tras la rotunda y maciza evidencia de sus argumentos… trasero y delanteros. –¿Qué habrá pensado cada candidato? Peña: “En esa cola si me formo”; Quadri: “Qué comen los pajaritos, ¡masita!; Andrés Manuel: “Tanta carne y yo chimuelo”; Josefina: “Con esos argumentos ésta ya ganó el debate”… y “la suerte de la fea a la bonita le vale madres” –¿Julia Orayen es la reencarnación de la Chiquitibún? Nadie sabe, nadie supo… pero habrá quien “bote”… y vote por ella.

Puig - Partidos cobardes, consejeros rehenes, el reino de la desconfianza


Todas las deficiencias del debate del domingo: la imagen de televisión de hace cincuenta años, el color y diseño del set, la abrupta interrupción de los candidatos, el hecho de que nunca vimos las gráficas que enseñaban, la sobreposición del traductor para sordomudos sobre los gráficos, el vestuario de Julia Orayen, la iluminación, el formato que confunde… etcétera.
Todo es responsabilidad de los partidos políticos y su inmenso miedo a debatir en televisión nacional.
Los miembros de la comisión de debates del IFE, tres buenos consejeros, García Ramírez, Baños y Figueroa; han tenido que navegar entre la posibilidad de que se reviente el debate y tenga el mejor formato posible.
Pero no es sencillo.
Los representantes de los partidos en el instituto quieren microadministrar cada uno de los elementos del debate. Desde el color de la escenografía —no vaya a ser que se parezca al color de algún partido— hasta los encuadres, las tomas, los movimientos de cámara.
Me confirman en el Instituto que algún representante de candidat@ sugirió que cada partido tuviera un supervisor en la cabina, atrás del director de cámaras para que se respetara el acuerdo de que no podía haber más que ese encuadre. El reino de la desconfianza.
Por eso no vimos gráficos, o aparecieron fotos volteadas, o la rigidez de los “turnos” hacía desparecer algún participante por hasta veinte minutos.
Son los partidos también quienes ordenaron que no se transmitieran reacciones de los candidatos cuando otro estaba hablando.
Y son ellos, por supuesto, quienes tomaron la inédita, absurda decisión de que las preguntas las eligieran miembros de las campañas y que se hicieran públicas. Y que por lo tanto, la moderadora se convirtiera únicamente en una especie de extraño maestro de ceremonias.
Ya es de por sí extraña esta especie de sujeción de quien hace el debate a los partidos. Pero esta negociación se acerca a una especie de secuestro.
Lo más curiosos es que viéndolos el domingo, me parece que los candidatos son mejores que lo que sus asesores y representantes piensan que son.
En el primer debate, superaron los obstáculos que se habían puesto y dieron espectáculo, plantearon un par de ideas y sobre todo se atacaron y contra atacaron —que es de lo que se trataba.
Desde la visceralidad que hoy se contagia desde las redes sociales, uno podría confundirse. Pero más allá de preferencias, de ganadores y perdedores, ninguno de los cuatro candidat@s hizo el ridículo, ni es un tarad@, ni, me parece, sería incapaz de manejar un debate más libre, sin que se le pasaran las respuestas del examen antes de tomarlo.
Pero soy pesimista. Los partidos no soltarán el control de los debates.
A partir de los resultados del domingo, no tienen incentivos para hacerlo.

Loret - La mujer que ganó el debate


No fue la voluptuosa modelo que causó sensación en redes sociales, ni la moderadora Guadalupe Flores, mucho menos la candidata panista Josefina Vázquez Mota que lució desdibujada en el primer debate entre aspirantes a la Presidencia.
La mujer que ganó el debate se llama Elba Esther Gordillo, la hábil política, multimillonaria “Maestra”, dirigente vitalicia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Lo hizo a través del candidato de su partido, Gabriel Quadri, quien increíblemente tuvo el mejor desempeño durante las dos horas que duró el encuentro de la noche del domingo.
El académico, ex funcionario público, empresario y ecologista lució suelto, desenfadado, seguro, cool, relajado frente al nerviosismo de sus rivales. Pudo criticar a “los políticos de siempre”, decir que él no es uno de ellos y lanzar una metralla de propuestas audaces (retirar el subsidio a las gasolinas), inocentes (someter a Pemex y CFE a competencia real) y sin sentido (crear una nueva secretaría pero sin crear más burocracia).
Y nadie le dijo nada. Bastaba con que uno de sus rivales le recordara que su papel en la elección es ser empleado del Elba Esther y se hubiera caído el Quadri-show que sedujo a tanto desencantado. Una frase lo devastaba, pero nadie se ocupó de él. Navegó feliz en lanchita en medio de buques que se atacaban entre sí con la artillería pesada a su alcance.
Gordillo, dueña del Partido Nueva Alianza, puede estar tranquila: conservará el registro en las elecciones del 1 de julio y podrá seguir usando al Panal como arma de chantaje para sus negociaciones políticas y financieras. Su candidato, Quadri, ya lo medirán científicamente las encuestas, aumentará su porcentaje en votos (viniendo de 1 por ciento, todo suma) y con ello garantizará más dinero, más poder, más legisladores, más abuso que aniquila el que debería ser el tema central de una dirigente de sindicato de maestros: la educación.
Paralelamente, la actitud de Gabriel Quadri en el debate despejó una duda sembrada desde que el PRI rompió su alianza electoral con el Panal: Elba Esther Gordillo está con Peña Nieto. Lo de la ruptura de enero fue por mera conveniencia de números. Les iba mejor separando sus logotipos. En el fondo, juegan políticamente aliados: Quadri fue guarura del priista en el debate; atacó a Josefina y a López Obrador, pero a Peña ni un reproche.
En el post-debate que organizó Joaquín López-Dóriga en Televisa a las 22:30 horas del domingo, el dirigente del Panal y coordinador de la campaña de Quadri, Luis Castro, transitó por la misma ruta: ni un rasguño a Peña Nieto, de quien –ya en confesión final– diagnosticó que “salió ileso” del primer encuentro. Ayer, el candidato del Panal se declaró ganador del debate y puso en segundo lugar a Peña. Evidencia concluyente.
SACIAMORBOS
Ver un debate sin Twitter a la mano pierde la mitad del chiste y la mitad de la diversión.

Martha Anaya - El postdebate en la calle


Desde la calle el debate se vio bien diferente a como lo siguió el famoso “círculo rojo”. Platicando con gente común: taxistas, amas de casa, afanadoras, recogimos versiones como éstas:

Doña Carmen Ruiz, 58 años, dedicada a limpiar casas: “López Obrador fue el que más ganas le echó. Ese me gustó…, y el otro, el de los lentes… Yo voy a votar a por Obrador, le echa muchas ganas”.

Alberto Damián, 55 años, taxista: “Los conozco a todos, se cómo son. La señora me inspiraba, pero después de verla me quedo con Peña Nieto”.

Lourdes Bravo, 47 años, ama de casa: “¡A mí me encantó Quadri…, se veía tan chistoso! Voy a votar por él”.

Mario Hernández, 59 años, chofer: “Yo esperaba que la Jose se pusiera los pantalones, pero ni maíz…, se hizo chiquita-chiquita”.

Adela Goiti, 65 años, profesionista jubilada: “El mejor fue Andrés Manuel, sin duda. Peña Nieto no se defendió mal, pero con el PRI ni a la esquina. La Vázquez Mota es muy simplona, ni se vio. Y Quadri no cuenta”.

Eso es algo de lo que nos comentaron en la calle. Pero lo más sorprendente es que fueron muchos más de los que esperaba quienes siguieron el debate por radio y televisión. Según las mediciones que dieron a conocer, ¡tuvo más raiting que el futbol! 15.75 frente a 8.95. Maravilloso, ¿verdad?
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MALTRATO PANISTA.- Blanche Petrich, reportera de La Jornada comparte en su Twitter lo que le pasó a su colega Karina Avilés cuando una colaboradora de Irma Pía (ex directora de Canal 22 y ahora a cargo del área de comunicación de la candidata presidencial del PAN) daba un aventón a los reporteros tras el debate.

Resulta que en el camino le preguntó a Karina de qué medio era y al enterarse de que era de La Jornada le dijo: “Bájate… vete con la gente de Peña Nieto, porque ellos sí tratan bien a los reporteros, si no pregúntales por el maletín de 300 mil pesos que llevan en cada gira”.

Y sí, la bajó del carro en plena noche en la esquina de Dakota y Viaducto.

Leído en http://www.24-horas.mx/posdebate-en-la-calle/

Ciro - Ahí están tus ratings, Salinas.


Con la altanería del patán, y luego de que los directivos del futbol decidieran empalmar un partido de la liguilla con el primer debate de candidatos presidenciales, Ricardo Salinas Pliego tecleó en su cuenta de Twitter: “Si quieren debate, véanlo por Televisa, si no, vean el futbol por Azteca. Yo les paso los ratings al día siguiente”.
Pues, bien, llegaron los ratings. Lo menos importante es que el debate, transmitido por el Canal 5 de Televisa, tuviera más audiencia que el juego Morelia-Tigres, difundido a la misma hora por el Canal 13 de TvAzteca: 10.4 puntos el debate, contra nueve del futbol.
Digo lo menos, porque solo demuestra una vez más que el televidente no es estúpido, como pareció asumirlo el dueño de TvAzteca. Si se le pega la gana, un domingo ve futbol. Y al siguiente puede ver política, o telenovelas, o concursos. O nada.
Más interesante, en cambio, es atestiguar cómo pasan los años, casi dos décadas ya, y la televisora de Ricardo Salinas no ha sido capaz de remontar el lejano, mediocre segundo lugar frente a Televisa, que le sigue ganando de todas, todas.
“El lunes les paso los ratings…” OK, Salinas: futbol en el Canal 13, nueve puntos; Pequeños gigantes, en el Canal de las Estrellas, 17 puntos. Dos a uno a favor de Televisa, como de costumbre.
¿Cómo explica el segundo hombre más rico de México esos 19 años en la medianía? ¿O los 19 años de irrelevancia de sus noticieros? ¿O la pobreza para generar talentos del tamaño de los que genera la televisora contra la que, supuestamente, compite?
Ahí están tus ratings, Salinas. Para que te sigas celebrando.

Gabriel García Márquez - Un día de éstos.

Gabriel García Márquez.
(1928)
Un día de éstos.

El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos.

Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella.

Después de la ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.

—Papá.

—Qué

—Dice el alcalde que si le sacas una muela.

—Dile que no estoy aquí.  Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo.

—Dice que sí estás porque te está oyendo.

El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo:

—Mejor. Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro.

—Papá.

—Qué. Aún no había cambiado de expresión.

—Dice que si no le sacas la mela te pega un tiro.

Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver.

 —Bueno —dijo—. Dile que venga a pegármelo. Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta.

El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente:

—Siéntese.

—Buenos días —dijo el alcalde.

—Buenos —dijo el dentista. Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca.

Don Aurelio Escovar le movió la cabeza hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una presión cautelosa de los dedos.

—Tiene que ser sin anestesia —dijo.

—¿Por qué?

 —Porque tiene un absceso.

 El alcalde lo miró en los ojos.

—Esta bien —dijo, y trató de sonreír.

El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista. Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro.

El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, mas bien con una marga ternura, dijo:

—Aquí nos paga veinte muertos, teniente.

El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón.

El dentista le dio un trapo limpio.

—Séquese las lágrimas —dijo.

El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos.

El dentista regresó secándose. "Acuéstese —dijo— y haga buches de agua de sal."

El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera.

—Me pasa la cuenta -dijo.

—¿A usted o al municipio?

 El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica:

—Es la misma vaina.

Leído en: http://www.literatura.us/garciamarquez/undia.html



EL COOLI DE CALCUTA.



Un buscador occidental llegó a Calcuta. En su país había recibido noticias de un elevado maestro espiritual llamado Baba Gitananda. Después de un agotador viaje en tren de Delhi a Calcuta, en cuanto abandonó la abigarrada estación de la ciudad, se dirigió a un cooli para preguntarle sobre Baba Gitananda. El cooli nunca había oído hablar de este hombre.

El occidental preguntó a otros coolíes, pero tampoco habían escuchado nunca ese nombre. Por fortuna, y finalmente, un cooli, al ser inquirido, le contestó:

–Sí, señor, conozco al maestro espiritual por el que preguntáis.

El extranjero contempló al cooli. Era un hombre muy sencillo, de edad avanzada y aspecto de pordiosero.

–¿Estás seguro de que conoces a Baba Gitananda? -preguntó, insistiendo.

–Sí, lo conozco bien -repuso el cooli.

–Entonces, llévame hasta él.

El buscador occidental se acomodó en el carrito y el cooli comenzó a tirar del mismo. Mientras era transportado por las atestadas calles de la ciudad, el extranjero se decía para sus adentros: “Este pobre hombre no tiene aspecto de conocer a ningún maestro espiritual y mucho menos a Baba Gitananda. Ya veremos dónde termina por llevarme”.

Después de un largo trayecto, el cooli se detuvo en una callejuela tan estrecha por la que apenas podía casi pasar el carrito. Jadeante por el esfuerzo y con voz entrecortada, dijo:

–Señor, voy a mirar dentro de la casa. Entrad en unos instantes.

El occidental estaba realmente sorprendido. ¿Le habría conducido hasta allí para robarle o, aún peor, incluso para que tal vez le golpearan o quitaran la vida? Era en verdad una callejuela inmunda. ¿Cómo iba a vivir allí Baba Gitananda ni ningún mentor espiritual? Vaciló e incluso pensó en huir. Pero, recurriendo a todo su coraje, se decidió a bajar del carrito y entrar en la casa por la que había penetrado el cooli. Tenía miedo, pero trataba de sobreponerse. Atravesó un pasillo que desembocaba en una sala que estaba en semipenumbra y donde olía a sándalo. Al fondo de la misma, vio la silueta de un hombre en meditación profunda. Lentamente se fue aproximando al yogui, sentado en posición de loto sobre una piel de antílope y en actitud de meditación.

!Cuál no sería su sorpresa al comprobar que aquel hombre era el cooli que le había conducido hasta allí!

A pesar de la escasa luz de la estancia, el occidental pudo ver los ojos amorosos y calmos del cooli, y contemplar el lento movimiento de sus labios al decir:

–Yo soy Baba Gitananda. Aquí me tienes, amigo mío.

*El Maestro dice: Porque tenemos la mente llena de prejuicios, convencionalismo y toda clase de ideas preconcebidas, se perturba nuestra visión y se distorsiona nuestro discernimiento.

Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.

Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India

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