Si empezáramos
con lo más reciente hacia atrás, mencionaríamos las marchas efectuadas el
sábado 7 de los corrientes, en varias ciudades de la República, con el objeto
de protestar por la “imposición” de EPN, acusando al IFE DE “fraude” y varias incongruencias
adicionales, que no vale la pena mencionar, utilizadas como argumento de la
inconformidad “generalizada” de la ciudadanía.
Diríamos, con
toda justificación, que hay de marchas a marchas si, por ejemplo, se realiza
una marcha para protestar en contra de la inseguridad que estamos padeciendo,
los que no participamos en ella, los acompañaríamos de corazón pero, si se
trata de marchas en contra de la decisión de 19 millones de mexicanos, con los
pretextos que sean, la situación es muy
diferente. ¿Con qué derecho, una minoría (si nos atenemos, ya no a las
encuestas, sino a la votación), se autonombra árbitro de los comicios
electorales? y, sobre todo: ¿Quién les confiere la capacidad para determinar
los motivos que tuvieron sus compatriotas para votar por su candidato y de
donde obtuvieron el derecho a menospreciarlos, adjudicándoles motivos
reprobables, como masoquismo colectivo o votar por la corrupción? Lógicamente,
nadie, por la sencilla razón, si es que no lo saben o comprenden, que todos los
mexicanos tenemos, exactamente, los mismos derechos. ¿Qué nos incita más
respeto, la decisión meditada de millones de mexicanos o los gritos de miles de
fanáticos, sin sustento real,
vociferando ofensas para quienes tienen la desgracia de no ser de su
agrado? No creo necesario contestar esta pregunta.
Llaman
“imposición” a la voluntad de 19 millones de mexicanos, reflejada en las
urnas, y acusan al IFE, con innumerables
pancartas de haber cometido un fraude en el proceso electoral, sin reconocer
que, dicha Institución no fue la responsable de los resultados, sino un poco
más de un millón de ciudadanos, ellos sí, ejemplares en su deseo de colaborar,
sin ninguna retribución, a la limpieza
de la recepción y la suma de los votos, cuyas cifras, plasmadas en las actas de
escrutinio, son la base de lo obtenido por cada candidato. O son muy ignorantes
o los mueve solo el deseo de tratar de engañar al resto de los ciudadanos, como
es el caso de AMLO, quien afirma: “Le puedo demostrar al presidente del IFE que
tengo boletas que se usaban para el relleno de urnas ya rayadas por el PRI”,
¿Cómo es posible que se atreva a hacer esas acusaciones, sobre algo que, con
los candados actuales, es IMPOSIBLE?, solamente es concebible por su
experiencia en expresar lo que le convenga, aunque no tenga ninguna base.
Mientras se limiten a marchas pacíficas, no pondrán en peligro nuestro futuro
inmediato y estamos de acuerdo con ellos en que hagan las que gusten.
Afortunadamente, el grupo de jóvenes del movimiento yosoy132, ha recapacitado y
mesurado sus pretensiones, según sus últimas declaraciones, se deslindan de
quienes han utilizado su emblema para actos de agresión y han acordado, ya no
tratar de impedir el que EPN ocupe la Presidencia, sino objetivos tendientes a
vigilar que las múltiples acciones del nuevo gobierno, se ajusten a la
legalidad y a las necesidades de la población. En caso de actuar de esa manera
sí beneficiarán a nuestro país.
De acuerdo con
la recopilación realizada por el columnista Raymundo Riva Palacio: “Sin
excepción, las 188 encuestas realizadas desde el 3 de marzo de 2011 hasta el 22
de junio de este año por 12 empresas encuestadoras señalan que el candidato del
PRI, Enrique Peña Nieto, ganará la elección del próximo domingo”, lo cual es
una demostración inequívoca de la preferencia que él mantuvo en todo ese tiempo
y culminó, sin cambios, hasta el día de la elección presidencial. También es
verdad que varias de las empresas especializadas en este campo sobrestimaron la
ventaja que tendría EPN al terminar la elección, considerándola de dos dígitos.
Dicho pronóstico, contagió a muchos o pocos, no sabría determinarlo, sobre la
teoría del “compló”, esgrimida frecuentemente por AMLO, sin embargo, dicho argumento
se “derrumba” ante el hecho de que fueron cinco las que le dieron una ventaja
de dos dígitos pero, seis de ellas supusieron una diferencia de solo un dígito
(Demotecnia y Mercaei, acertaron al resultado, Berumen, Covarrubias y
Asociados, la contratada frecuentemente por el candidato del PRD, Ipsos-Bimba y
Reforma, prácticamente, también lo hicieron). En consecuencia, para todos los
que no anteponen las pasiones a la razón, se trató de un error, sin ninguna
intención en influir en las preferencias, contrario a lo afirmado por los
propagandistas de inequidad en la contienda (hay que recordar el número de
indecisos, que bien pudieron afectar la supuesta ventaja, los que hayan dejado
de ir a votar, confiados en su magnitud y, desde luego, quienes modificaron su
decisión a última hora). Es pertinente recalcar que todas las encuestas
acertaron en los porcentajes correspondientes al segundo y tercer lugares y
sobre quienes los ocuparían, por consiguiente, el error no es tan grave como
pretenden hacerlo parecer. Solo existió una encuesta “secreta”, al no revelarse
su fuente, en la cual, según AMLO, él aventajaba a EPN, siendo evidente su
falsedad, al no solamente ir en contra de todas las demás sino, además, ocultar
el nombre de la empresa (si realmente existió) encargada de elaborarla. En base
a los porcentajes difundidos periódicamente, existía, no solamente la
posibilidad, sino ya, una verdadera certeza, de quien sería el triunfador en la
elección. Lo cual se confirmó, al computar los votos, y obtener EPN una ventaja
de, aproximadamente, 3 millones, con respecto al segundo lugar, diferencia que,
ahora nos pretenden convencer, se debió a votos
“comprados” (y no solo esa cantidad, según lo declarado últimamente por
AMLO pues, según él, tiene “pruebas” de que fueron 5 millones, no cabe duda, cada
vez miente de manera más increíble) pero, entonces, tendríamos también que
creer que las encuestas no tienen ningún valor y la estadística no es una
ciencia sino, un simple engaño. Engaño y
colosal, es el intento de hacernos aceptar tan burda mentira, menospreciando
nuestra capacidad de razonar y arriesgando temerariamente, que salga a relucir
la verdad, como seguramente sucederá. La única manera de medir las preferencias
reales de los ciudadanos está basada en las encuestas, con visitas a sus
hogares, en donde se encuentran completamente libres de influencias ajenas,
¿Cómo podríamos admitir que el PRI, no obstante su gran ventaja marcada por las
mismas, tuvo necesidad de “comprar” 5 millones de votos?, ¿Habrá alguno capaz
de creer tamaña mentira?
Los observadores
internacionales calificaron el proceso electoral como correcto y, lo más
importante, las ONG que lo vigilaron,
también manifestaron, en conferencia de prensa conjunta, que los comicios solo
tuvieron incidentes menores, entre los cuales observaron la “compra de votos”
de TODOS los partidos pero, no en una medida que pudiera alterar los
resultados. Yo tengo, por ejemplo, un recorte de lo publicado por el periódico
El Norte, el sábado 30 de junio, en donde se informa el haberse detenido en
Cuernavaca, Morelos a dos trailers, cargados de despensas y botellas de agua,
con el nombre de Graco Ramírez, y los choferes explicaron que habían llegado
desde las tres de la mañana, pero que no habían podido descargar la mercancía
por encontrarse ya completamente llenas las bodegas, en donde debían
entregarla.
Sin embargo, en contra de toda la lógica,
apoyada en los antecedentes ya mencionados, AMLO, quiere hacernos creer
que ¡millones de votos! (si millones)
fueron comprados por el PRI, para lograr que su candidato resultara ganador. Si
se le comenta que fueron 19 millones los votos obtenidos por EPN, argumenta que
no se compró la totalidad, solo los necesarios pero, ¿Cómo podrían saber de
antemano cuántos eran los “necesarios”?, agregando que se gastaron miles de
millones de pesos, de procedencia “ilícita”, ya conocemos la facilidad con que
López Obrador maneja las cantidades de miles de millones de pesos y la
tranquilidad con que difama a sus opositores, solamente que, esas cantidades de
dinero no son susceptibles de disfrazarse y debe ser relativamente fácil el
comprobar su veracidad. Sin embargo, la estrategia seguida es la de hacer
declaraciones impresionantes de fraudes y supuestas pruebas de ellos a los
medios de comunicación, no a donde corresponde, porque su interés es solamente
manipular a la opinión pública, a sabiendas de que no podrán, finalmente,
probar lo que difunden, pero su objetivo es, nuevamente, convencer a la parte
de la población que les haga caso, de un nuevo “robo” a AMLO, en la elección presidencial. En
contraste, el PRI, sin convocar a conferencias de prensa y sin obtener difusión
a sus reclamos, el viernes pasado, su representante ante el IFE, presentó una
ampliación a las quejas contra AMLO y el
presidente de su partido, consistente en evidencias de un nuevo “pase de
charola” por 110 millones de pesos, donados por el empresario Julio Villarreal,
dueño de Villa Acero.
Aparte de lo
inconcebible de orquestar un fraude de 3 millones de votos (5 según la última
versión), correspondientes a casi siete puntos (más si nos atenemos a su último
“ajuste”), AMLO y quienes lo acompañan, no se han dado cuenta de que esa
cantidad de puntos no puede desaparecer, por arte de magia, por tratarse de
votos reales, depositados en las urnas y, si no se hubieran acreditado a EPN
(en el caso de no haber existido el supuesto fraude), FORZOSAMENTE, se hubiera
sumado la mayor de parte de ellos a los suyos y, el resto, a los de JVM,
desquiciando completamente los pronósticos de TODAS las encuestas, las cuales,
se habrían equivocado, completamente, en
los porcentajes que obtendrían en la elección los tres principales
participantes. ¿Podrá alguien, sus cinco sentidos, aceptar la posibilidad de una
equivocación de tal magnitud?
Su principal
argumento sobre el supuesto fraude, son las tarjetas de Soriana, asegurando que
con millones de ellas se compraron a millones de de personas para que emitieran
su voto a nombre del PRI, depositándoles una cantidad de efectivo (no
especificada) en dichas tarjetas. Sin embargo, la acusación antes mencionada,
más parece fruto de la desesperación que de una estrategia, aunque falsa, bien
calculada, siendo mi pronóstico que se terminará sabiendo la verdad, por tener,
dicha versión, grietas por todos lados aunque, conociendo bien a AMLO y a
quienes lo acompañan, nunca lo aceptarán. Soriana empezó aclarando el uso de
dichas tarjetas y asegurando categóricamente, que son de cortesía para obtener
descuentos especiales pero que, no se les deposita dinero, salvo las que se
manejan para los ciudadanos de la tercera edad en el D.F., según convenio con
sus autoridades (posiblemente, a sabiendas de que a estas tarjetas sí se le
deposita dinero, supusieron, erróneamente, que se hacía en todos los casos).
Posteriormente, Soriana pagó planas completas en los principales diarios
explicando su utilización y, por último, el Director Comercial de dicha empresa
se presentó en una entrevista en el noticiero de las 10 de la noche de Milenio,
en donde explicó largamente todo lo relacionado con dichas tarjetas, asegurando
que es completamente falso que se haya utilizado ese medio para la compra de
votos y, además, que en uno o dos días más entregarían al IFE toda la
documentación que les habían solicitado. No considero necesario hacer más
extenso este escrito, detallando todas las inconsistencias que presenta el
argumento antes mencionado, al estar seguro de que no prosperará.
Como era de
esperarse, los representantes del PRD ante el IFE, no aceptaron los resultados
finales del cómputo distrital y se dieron el lujo de acusar al PRI de haber
gastado 1817 millones de pesos (utilizando una cantidad que pareciera calculada
con fundamentos), y se dedicaron a descalificar al PRI, de varias maneras,
recibiendo una respuesta muy mesurada de uno de los representante de ese
partido: Con todo respeto, más pruebas y menos adjetivos. A nadie sorprenden
las declaraciones exageradas para lograr convencer a la ciudadanía de la
validez de sus quejas, finalmente, como le dijo otro representante del PRI: No
veremos en el Tribunal Electoral. Las declaraciones del presidente del PRD, sí
se pueden considerar extremadamente graves, empezó diciendo que EPN no ganó
sino compro la elección, lo cual a nadie inquieta, al ser las pruebas las que
cuentan, no las palabras pero, terminó con la amenaza de que podría presentarse
una situación similar a la del 68. La
irresponsabilidad de este dirigente sí podría causar graves problemas,
esperemos que prevalezca la cordura en quienes podrían encabezar lo que
presagia.
Un cordial
saludo a todos los foristas.