martes, 3 de julio de 2012

Roy Campos - Lecturas de la elección


Muchos análisis se han hecho sobre el resultado del 1 de julio, sobre el significado de la derrota del PAN, del regreso del PRI o del avance de la izquierda, sólo quiero agregar algunos datos.
1.- Voto nulo. Aunque esta vez no hubo una campaña para promover el voto, el resultado llegó a 4.8% en la elección de diputados y 5.5% en la de senadores, incluso mayor a 5.4% que se observó en el 2009. El porcentaje de anulación para el Senado es el mayor desde 1976.
2.- Número de votos. Peña Nieto supera los 18 millones de votos y se convierte así en el Presidente más votado de la historia; también, al votar 63%, el número de votantes es el mayor observado: casi 50 millones. En el caso de López Obrador, no sólo obtiene más votos que los que logró en el 2006, sino que supera los votos con los que gana la elección Felipe Calderón.
3.- Doce años antes, justo 12 años, Vicente Fox festejaba su cumpleaños el 2 de julio con la gran celebración panista que lograba la alternancia y, en otro lugar, el PRD festejaba el triunfo de López Obrador.
Ahora el PAN no sólo no festeja, sino que lamenta el resultado que lo saca claramente del gobierno y amenaza con cobrar facturas y expulsar a Fox; mientras López Obrador lamenta la segunda derrota, aunque la izquierda de su mano avanza.
4.- Hace 60 años, en 1952, Ruiz Cortines llegaba a la Presidencia de México por el PRI, habiendo sido Gobernador de Veracruz (después fue Secretario de Gobernación), desde entonces ningún otro Mandatario priísta habia seguido su carrera hasta el máximo puesto político.
5.- La pausa electoral de 90 días para el presidente Calderón fue mala, su aprobación cayó y sólo 40% de los votantes mostraba acuerdo con su forma de gobernar; a partir del 2 de julio, el gobierno de nuevo es libre de promover su trabajo.
6.- De nuevo se hizo evidente que el Panal va más allá de su candidato y saca 1 millón de votos más de diputados que de Presidente; lo mismo ocurrió en el 2006, con 1.2 millones de votos adicionales a Roberto Campa. De ahí el afán de todos por hacer alianza con ese partido.
7.- Voto en el extranjero. En el 2006 votaron 33,131 mexicanos desde el exterior, hoy fueron 40,714; en el 2006, esos votos se distribuyeron: 59% para el PAN, 34% para AMLO y 4% para el PRI; ahora el orden es el mismo, 43% para el PAN, 40% para la izquierda y 16% para Peña Nieto.
8.- Las encuestas. Por tercera ocasión consecutiva, el periodo de reflexión genera caídas para el PRI: en el 2000 termina las encuestas en promedio con 41% y se desploma a 37%, generando con ello su derrota; en el 2006 termina en las encuestas en 27%, y cae hasta 23%, dándole a Calderón 4 puntos con los que alcanza la Presidencia; ahora, en el 2012, termina en promedio en 44% y cae a 39%, lo que causa cerrar la elección pero no modificar al ganador por la gran ventaja que presentaba. En promedio, las encuestas este año daban 15 puntos de ventaja a Peña Nieto sobre López Obrador, al final esa distancia será de 7 puntos.
9.- El saldo del sexenio ya lo harán algunos en materia económica o de seguridad; por lo pronto, en materia electoral, el inicio del sexenio de Felipe Calderón tomó un país en el cual había nueve estados del PAN, 17 del PRI y seis del PRD.
El 1 de diciembre, cuando asuma la Presidencia Peña Nieto, lo hará con cuatro panistas, 21 priístas, cuatro perredistas y tres aliancistas.

Martínez - El viejo sistema


Como si de un guión perfectamente ensayado se tratará, el anuncio anticipado del presunto triunfo de Enrique Peña Nieto con el 20 por ciento de las casillas escrutadas, nos devuelve 70 años atrás para ubicarnos nuevamente en las cavernas del viejo sistema. 


¿Fue un déjà vu lo que vivimos anoche? ¿Un guión de telenovela escrito con suficiente anterioridad? ¿Un retorno al autoritarismo? ¿Un simulacro del sistema democrático? ¿Un triunfalismo de ficción?… 


Hay que reconocer que el PRI conserva toda su maquinaria del “carro completo”. Tiene una estructura reforzada de compra de voto, manipulación del electorado y corporativización de la voluntad popular a través de la explotación de la pobreza. Las elecciones de ayer nos demuestran que el PRI no solamente es el mismo partido sucio y tramposo, sino que durante 12 años de oposición, ha hecho aún más burda y esperpéntica su fraudulenta actuación política. 


México dista mucho de ser una democracia. Y lo peor del caso, es que necesitará varias décadas para alcanzar mínimamente una madurez electoral que le permita tener algún día unas elecciones limpias, sin incidentes y bajo la certeza de la legalidad. Estas elecciones, desde luego, han dejado mucho que desear, por decirlo elegantemente. 


Las quejas “mínimas”, como dice el IFE, se concretaron en más de 3 mil 562 “incidencias” en las casillas y 667 investigaciones de la FEPADE y 62 averiguaciones previas. Esto quiere decir que nos falta mucho para tener una elección perfecta o casi perfecta. El viejo sistema persiste: acarreo, despensas, compra de voto con tarjetas de despensa, dinero en efectivo, coacción, amenazas, corporativismo sindical, sucios arreglos por encima de la legalidad, robo de urnas a punta de pistola… 


El IFE se dedicó a ser testigo de las cochinadas y no hizo nada. La noche electoral fue un patético espectáculo de república bananera, una escenografía pactada y desarrollada bajo el guión estipulado por “el elegido” de los dueños de México. El PRI sigue manteniendo cuadros políticos muy bien estructurados. Su representación en las casillas es del 91.52 por ciento, muy por encima que la del PAN con 70.31 y del PRD con el 50.26. Si los partidos pretenden defender las elecciones, deberían empezar por tener por lo menos un representante en cada una de las 143 mil 132 casillas. ¿Cómo es posible que Josefina Vázquez Mota admita su derrota con apenas el 2 por ciento de los votos escrutados?… ¿Cómo es posible que al mismo tiempo Quadri haga lo propio?… ¿En qué momento se pusieron de acuerdo con Enrique Peña Nieto? ¿Qué fue lo que negociaron para ser parte de ese patético guiñol? ¿Que van a recibir a cambio?… 


Pronto lo sabremos. El discurso triunfalista de Peña Nieto que nos devolvió de golpe años atrás, con el tono de Luis Echeverría o José López Portillo es inaceptable en una democracia seria. Tampoco lo es, el mensaje de Felipe Calderón dando como “virtual” triunfador a su gallo. Era una diferencia de tres puntos con el 20 por ciento escrutado y la cargada a favor de Peña fue total y absoluta sin respetar las reglas del juego democrático. Hizo bien Andrés Manuel López Obrador en señalar que esperara a los resultados oficiales. Hay mucha gente esperando su postura, pero tendrá que llegar bajo el criterio fehaciente de los resultados. Enrique Peña Nieto fue investido presidente de México por Televisa desde hace años. 


Y las encuestas mentirosas se encargaron de sostenerlo. 


No es de extrañar entonces, que los “periodistas” de tan independiente televisora lo lanzaran como triunfador al cierre de las casillas. Al parecer a nadie le importó que los resultados preliminares del IFE con su conteo especial de casillas respresentativas no fueran los definitivos. ¿Cómo es posible que Leonardo Valdés Zurita rompa las reglas de su propio juego declarando virtual vencedor a EPN? Me pregunto si el presidente del IFE publicará próximamente un libro reconociendo que hubo fraude electoral como lo hiciera su antecesor, el impresentable Luis Carlos Ugalde. 


El IFE sigue siendo la gran asignatura pendiente de este país. El PREP fue un auténtico fiasco, funcionó mejor hace seis años; su lentitud fue desesperadamente inoperante. Su falta de acción, su nula imparcialidad lo convierte en una institución verdaderamente onerosa que debería desaparecer. Si el IFE fue creado para legitimar cada seis años un guiñol democrático, deberíamos por lo menos, reducirle al mínimo su presupuesto. Calderón y Valdés Zurita pasarán a la historia como dos magos prestidigitadores capaces de ensayar de manera obscena un teatro que ya todos nos sabemos. ¿Por qué será que en México no podemos tener una elecciones democráticas limpias? No sabemos que pasará, pero parece claro que el viejo sistema ha impuesto a su candidato por encima de la voluntad popular. El carro completo fue posible, esta vez, gracias al apoyo incondicional del duopolio televisivo, el respaldo presidencial y la ayuda de los ricos dueños de México. Más allá de la respuesta de los estudiantes y el electorado, el viejo sistema volvió y pretende quedarse. Más nos vale, armarnos nuevamente de paciencia para combatirlo. 


Esto apenas empieza

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Zuckermann - ¿Qué va a hacer López Obrador con sus 15 millones de votos?



Rijoso o amoroso, radical o centrista, siempre polémico, López Obrador volvió a sacar en 2012 los mismos votos que en 2006. Hace seis años obtuvo 14.8 millones. Este año, con 97% del PREP, suma 15.4 millones. Interesante la similitud de las cifras. Eso es lo que vale López Obrador: 15 millones de votos.

Los obtuvo en 2006 después de una campaña muy intensa que comenzó desde el primer día como jefe de Gobierno del DF en 2000. Luego, cuando perdió la elección presidencial de 2006 por un margen estrecho de 0.56%, se radicalizó. Gracias a esto, consolidó su base de izquierda, pero perdió a muchos de sus seguidores centristas. Vino un largo peregrinar por todos los municipios para formar su propio movimiento político: Morena. Una vez que capturó de nuevo la candidatura presidencial de los partidos de izquierda, realizó una especie de Camino a Damasco: dejó a un lado su discurso provocador para predicar la República Amorosa. Este nuevo corrimiento hacia el centro del espectro político le sirvió para recuperar a los votantes más moderados que lo habían abandonado. Y después de esta larguísima historia de seis años, ¿qué logró? Los mismos 15 millones de votos. Es un piso que, me parece, también es techo. Con esos casi gana en 2006. En 2012, sin embargo, se quedó muy rezagado, a tres millones de Peña.

La izquierda nacional, que hoy todavía domina López Obrador, tendrá que tomar una decisión a futuro: si vuelve a nominar al tabasqueño en 2018 como su candidato presidencial o si finalmente refresca la baraja. Lo primero le aseguraría 15 millones de votos que no están mal, pero con pocas posibilidades de llevarse la Presidencia. Lo segundo —poner a un nuevo candidato— resultaría más arriesgado pero, como es el caso en el mundo de las finanzas, el rendimiento podría ser mayor o menor en función de un riesgo más elevado. Finalmente podría hacerse realidad el objetivo de ganar la Presidencia, con otro candidato que sí pueda obtener más de 15 millones de votos, pero también se expondrían a tener menos sufragios de los que se aseguran con AMLO en la boleta.

Le corresponderá a la izquierda decidirlo. Quince millones de votos no son nada despreciables, por lo que López Obrador, como Cuauhtémoc Cárdenas, bien podría volver a participar en una elección presidencial por tercera vez en 2018.

Ahora bien, el otro tema es qué harán AMLO y la izquierda con la fuerza electoral que obtuvieron el domingo. En 2006, gracias a la radicalización, acabaron por fortalecer a un PRI que había quedado en tercer lugar. Y es que el gobierno panista de Calderón no tuvo otra opción más que negociar con los priistas, quienes le vendieron caro su amor. Tan caro que lograron alzarse con la victoria seis años después.

Ayer López Obrador ya desconoció los resultados de la elección de 2012. Alegó que estuvo plagada de irregularidades. Que no sólo fue inequitativa —por una presunta compra de votos y apoyo de los medios a Peña—, sino por fraudes “a la antigüita” en las casillas y electrónico en el PREP. No mostró ni una prueba, aunque dijo que las presentaría a las autoridades competentes. Está en su derecho.

Sin embargo, él piensa que es el ganador de la elección si se anulan los votos que él considera fraudulentos. Espera que el IFE y el Tribunal Electoral corrijan las irregularidades para aceptar el resultado, siempre y cuando gane. Por el momento ha evitado hablar de movilizaciones pero dejó abierta esta posibilidad en la medida en que las instituciones no actúen como él quiere. Es la misma estrategia de 2006, la de semilealtad con las instituciones: utilizarlas cuando le convienen y rechazarlas cuando no. Por eso AMLO es el personaje más predecible de la política mexicana. Aunque haya firmado mil 500 pactos asegurando que respetaría el resultado de la elección, ya sabíamos que no lo haría: porque, por definición, un líder semileal a las instituciones nunca pierde, siempre le roban.

Quince millones de mexicanos lo apoyan. Es una fuerza electoral considerable. Fuerza que le permitirá mantenerse vivo otro sexenio. Fuerza que a lo mejor vuelve a desperdiciar para sacar adelante una agenda de izquierda al dejarle el camino al PAN, que ahora quedó en tercer lugar, como la única fuerza con la que el próximo Presidente podrá negociar.

Garfias - Deja vu



Lo adelantaba Pablo Gómez al terminar la sesión del Consejo General del IFE. “La lucha política no se va a terminar. Se va a poner aún más dura”, nos dijo el senador del PRD.

Eran casi las diez de la noche del domingo. Las encuestas de salida daban triunfador a Peña Nieto en la elección presidencial. Sebastián Lerdo de Tejada, representante del PRI ante el IFE, acababa de llamar a la unidad nacional, durante su intervención en el Consejo.

Eso irritó a Gómez. “Estos cuates creen que estamos en la década de los cincuentas”, criticó el experimentado parlamentario.

El tono de Pablo era reflejo de la frustración de la izquierda y de las tentaciones que nos acechan.

* * *

López Obrador no tardó en dar color. No cree, ni confía en las instituciones. Le resulta fácil desconocer la palabra empeñada. No sabe perder.

A media noche, tres horas después de que Josefina reconociera su derrota, declaró: “No está dicha la última palabra”.

La tarde de ayer destapó su juego. No reconoce el triunfo del priísta. Lo va a impugnar. Ya no estaban allí ni Cuauhtémoc Cárdenas, ni Marcelo Ebrard, ni Juan Ramón de la Fuente.

El Peje dio rienda suelta al Peje. ¿Pacto de Civilidad? Ajá. La salida fue fácil. “No suscribí ese convenio para cancelar mis derechos como ciudadano y acudir a las instancias correspondientes”, justificó, entre rabiosos aplausos de sus seguidores.

Deja vu.

* * *

El de ayer, en el Hilton Alameda, fue un mitin- conferencia de prensa. A Andrés no le faltaron palabras para descalificar la elección. “Fue demasiado sucia” dijo.

“El candidato del PRI usó dinero a raudales en la compra del voto y que fue patrocinado, en exclusiva, por los medios de comunicación.” (Milenio y Televisa recibieron mención especial).

Va a acudir a todas las instancias y a presentar las pruebas. Llamó a sus seguidores a recabarlas. ¿Será porque no las tiene?

“La elección estuvo plagada de irregularidades antes, durante y después del proceso. La actitud de Felipe Calderón (quien reconoció el triunfo del priísta) es una prueba más”

El Peje se coló hasta la cocina. A los millones que votaron por Peña Nieto “y que no padecen pobreza” los acusó de apostar por un “sistema de corrupción”.

“Es muy duro lo que digo, pero es la realidad”, recalcó.

A sus seguidores los convocó a “no bajar la guardia” (¿será pelea o elección?). Dejó claro que él no va a sofocar la inconformidad. “La responsabilidad institucional recae en el IFE y en el Trife. Son ellos los que tienen que dar la cara”, recalcó.

Permitió, complaciente, que lo que supuestamente era una rueda de prensa se transformara en un mitin. Los reporteros preguntaron bajo presión de los pejefans.

Uno de ellos, el último que habló, se dio incluso el lujo de acusar a los reporteros de seguir órdenes.

“Les pregunto: ¿Van a volver a hacer la misma porquería que hace seis años? Si lo van a hacer avísenos para tomar otras medidas y no volverlos a ver jamás”.

López Obrador se cuidó, eso sí, de no llamar a la movilización. No puede darse el lujo de dilapidar el respetable capital político recuperado.

Ayer nos enteramos que los candidatos de la Coalición Movimiento Progresista ganan los dos senadores en seis entidades: DF, Guerrero, Morelos Oaxaca, Tabasco, y Tlaxcala.

Se llevan las gubernaturas de Tabasco, con el buen Arturo Núñez, y Morelos, con Graco Ramírez. Además, obvio, de la jefatura de gobierno capitalino, con Miguel Mancera. Acapulco y Cuernavaca serán gobernadas también por la coalición de izquierda. Y eso sin contar que serán la segunda fuerza en la Cámara de Diputados.

La moderación fue clave en la recuperación de la izquierda. Ni a los gobernadores ni a los alcaldes electos, sean del PRD, PT, o Movimiento Ciudadano, les conviene la polarización. “Ellos van a ser contrapeso a cualquier tentación de prolongar el conflicto electoral”, nos dijo una fuente cercana al equipo de Andrés.

Otro perredista, Fernando Balaunzarán, ex ceuista, no imagina a Andrés Manuel convocando a un conflicto poselectoral. “Habrá marchas, críticas a la falta de equidad y prácticas con la compra de votos, pero no dilapidará el capital político”; aseguró.

Ojalá no se equivoque.

* * *

A las 18:44 del domingo recibimos la llamada de la casa de campaña de Josefina. Era la invitación a la conferencia que daría Josefina para reconocer que las tendencias no le favorecieron. Del otro lado de la línea, la voz reflejaba impotencia coraje, frustración. “Le aplicaron las tres erres: ni recursos, ni respaldo, ni reconocimiento. Por ella no quedó…”, dijo. ¿Mal no?

* * *

Peña Nieto ya opera con los gobernadores. Sabemos que le llamó al zacatecano Miguel Alonso para darle las gracias. Y es que después de dos sexenios, esa entidad vuelve a ser un bastión priísta. Fue el estado donde el candidato del tricolor sacó arriba del 50 por ciento de los votos.

Fin.

Ciro Gómez Leyva - Falló la encuesta Milenio-GEA/ISA


Ciro Gómez Leyva

Editorialmente, no hay justificación que valga. Anunciamos el miércoles, luego de 100 días consecutivos de medición y publicación, que Enrique Peña Nieto superaría por 18 puntos a Andrés Manuel López Obrador. Peña Nieto le ganó por 6.5. Falló la encuesta de seguimiento diario Mileno-GEA/ISA.
Por eso, antes que nada, una disculpa a nuestros televidentes y lectores, leales compañeros en estos tres meses de emocionante travesía. Como empresa periodística fallamos en lo más valioso: la precisión informativa.
Ricardo de la Peña, director de ISA, responsable de hacer la encuesta, fue muy cuidadoso el último día que presentamos números. Mostró y explicó los márgenes. El mínimo de Peña Nieto era 44 por ciento; el máximo de López Obrador, 33. Aun así serían 11 puntos de distancia, estaríamos fuera del margen de error.
Cabe el análisis estadístico, sociológico, psicológico. Se puede decir que, de principio a fin, marcamos que había un puntero claro y que ese puntero ganó con claridad; que había y hubo un segundo lugar nítido y que fuimos perfectos en los seis puntos de diferencia entre López Obrador y Josefina Vázquez Mota. Pero lo cierto es que el ejercicio no salió bien, a pesar de haberlo hecho con la casa encuestadora que tuvo los mejores registros en los comicios presidenciales de 2000 y 2006.
Un fuerte abrazo para Ricardo y los amigos de GEA/ISA. Un reconocimiento a su disciplina, ética, capacidad de trabajo y honestidad intelectual.
Nosotros, por lo pronto, nos retiramos de las encuestas electorales. Y en la circunstancia que sea, ante quien sea, incluso frente a los que nos difaman e insultan, aceptaremos que esta vez fallamos.

Esopo - El ladrón y su madre


Esopo de Frigia
(siglo IV a.C.)


El ladrón y su madre 

Un joven adolescente robó un libro a uno de sus compañeros de escuela y se lo mostró a su madre. Ella no solamente se abstuvo de castigarlo, sino más bien lo estimuló. 

A la siguiente oportunidad se robó una capa y se la llevó a su madre quien de nuevo lo alabó. 

El joven creció y ya adulto fue robando cada vez cosas de más valor hasta que un día fue capturado en el acto, y con las manos atadas fue conducido al cadalso para su ejecución pública. 

Su madre lo siguió entre la multitud y se golpeaba violentamente su pecho de tristeza. Al verla el ladrón dijo: 

-Deseo decirle algo a mi madre en su oído. 

Ella acercó su oído a él, y éste rápidamente mordió su oreja cortándosela. Su madre le reclamó que era un hijo desnaturalizado, a lo que él replicó: 

-¡Ah! Si me hubieras reprendido en mi primer robo del libro aquel, nunca hubiera llegado a esto y ser condenado a una ingrata muerte.

Al nuevo árbol se le endereza tierno para que crezca derecho.


Cartones de hoy

ENCUESTAS ENCOPETADAS