Hace algunas semanas los abogados y algunos parientes del nuevamente encarcelado jefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera emprendieron una campaña mediática cuyo objetivo aparente es generar en la opinión pública un sentimiento de simpatía y compasión hacia quien en México ha sido encontrado culpable de narcotráfico y asesinato y en Estados Unidos es acusado de cometer estos dos delitos y varios más.
El Chapo, quien según algunos expertos en el tema de la delincuencia organizada es responsable de matar personalmente u ordenar el asesinato de unas 10,000 personas, no siente remordimiento alguno por sus actos y necesita dormir sus ocho horas diarias, algo que le impiden las autoridades carcelarias de la prisión de máxima seguridad del Altiplano, en Almoloya, Estado de México. El 16 de enero pasado, el capo se quejó ante el Juzgado Décimo de Distrito en Materia de Amparo, con sede en la Ciudad de México, que desde que fue nuevamente encerrado en la cárcel después de ser capturado el día 8 de ese mes, “no he podido dormir, ya que me levantan a pasar lista en el día cada hora y en la noche cada dos horas y hay un perro al lado que ladra mucho y también me espanta el sueño”.
Sus abogados han expresado públicamente que su cliente sufre de hipertensión, dolores de cabeza, oídos y ojos, algo que no sucedía cuando andaba huyendo de los miles de policías y militares que lo buscaban; que es víctima de tortura física y mental y; que quieren convertirlo en un zombie. Su esposa Emma Coronel Aispuro dice que los supuestos malos tratos son para “hacerle pagar por su fuga”.
En vista de que sufre mucho quien ha hecho sufrir a tantos y al país mismo, lo que ahora dicen sus abogados es que El Chapo quiere que lo extraditen a Estados Unidos para que, después de una negociación con las autoridades de aquel país, lo sentencien a las penas mínimas y lo envíen a una cárcel de seguridad intermedia.
Sin embargo, no se ve nada fácil que al narcotraficante se le cumplan sus deseos de ser tratado con cariño por los estadounidenses.
David Weinstein, un ex fiscal federal que encabezó la división de narcóticos de la oficina de la Fiscalía Federal en Miami, Florida, explica porqué no se le va a hacer a El Chapo:
“Ni el Departamento de Justicia ni el Departamento de Estado negocian con fugitivos u otras personas que son buscadas que no están en territorio estadounidense, así que cualquier negociación sólo podría llevarse a cabo después de la extradición. Y aún si Guzmán cooperara con los fiscales de Estados Unidos, la palabra final de su sentencia la tendría un juez mientras que las autoridades carcelarias decidirían en dónde sería encerrado. No puedes negociar con el Buró de Prisiones. De todas las entidades gubernamentales de Estados Unidos, es la menos flexible. Ni siquiera los jueces pueden decirle qué hacer cuando se trata de decidir a qué cárcel enviará a un reo. Es más, Guzmán es acusado en siete fiscalías federales distintas, incluyendo las de Chicago, Nueva York, Miami y San Diego y las autoridades no han dicho cuál será la primera en consignarlo. Así que, en este momento no hay con quien pueda El Chapo negociar y es muy poco probable que alguien lo haga antes de que pise un tribunal estadounidense”.
En resumen, El Chapo difícilmente encontrará clemencia de las autoridades de Estados Unidos. En lo que a la cárcel en dónde pasará las siguientes décadas de su vida, si es que es extraditado, seguramente será una de supermáxima seguridad osupermax, tal vez la de Florence, Colorado, que es donde se están volviendo viejos varios de sus ex socios o adversarios que antes que él emprendieron el viaje, probablemente sin retorno, al país cuyos adictos tanto dinero les dieron a ganar.
A Guzmán Loera no se le hará realidad su deseo.
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