Corazón |
Bienaventurados los corazones flexibles, porque no se romperán.
San Francisco de Sales
El son del corazón
Una música íntima no cesa,
porque transida en un abrazo de oro
la Caridad con el Amor se besa.
¿Oyes el diapasón del corazón?
Oye en su nota múltiple el estrépito
de los que fueron y de los que no son.
Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mí su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.
Soy la fronda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.
Soy la alberca lumínica en que nada,
como perla debajo de una lente,
debajo de las linfas, Scherezada.
Y soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.
Y la nueva delicia, que acomoda
sus hipnotismos de color de tango
al figurín y al precio de la moda.
La redondez de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con un clamor pagano y nazareno.
¡Oh Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía
y a son marino, el son del corazón!
Ramón López Velarde
Corazón delator
Si mi corazón pudiera decir lo que ama,
Pudiera poner tu nombre en lo alto
Levantar su amor;
Tu honor por encima del infinito cielo,
Para decir la verdad de mis palabras,
Y puedas ver que no te estoy mintiendo.
Dejando sólo el sentimiento claro,
El pensamiento desnudo de si mismo,
Que no se llama deseo, pasión o lujuria;
Sino lo que siento: un amor verdadero.
Cuyo amor, me hace sentir un escalofrío,
Cuando de ella veo sus ojitos de soles
Amor por quien se me olvidan las penas
La existencia de que ella existe;
Pone en claridad a mis tiernos colores.
Tú justificas mis inspiraciones:
Si no te conociera, nunca habría vivido,
Los dulces experimentos del amor,
Me queda claro que sin ti, en esta vida;
No fuera suficiente, vivir para los dos.
Miguel Peñafiel
Corazón maldito
Corazón, contesta,
por qué palpitas, sí, por qué palpitas,
como una campana
que se encabrita, sí, que se encabrita.
¿Por qué palpitas?
¿No ves que la noche
la paso en vela, sí, la paso en vela,
como en mar violento
la carabela, sí, la carabela?
Tú me desvelas.
¿Cuál es mi pecado
pa´maltratarme, sí, pa´maltratarme,
como el prisionero
por los gendarmes, sí, por los gendarmes?
Quieres matarme.
Pero a ti te ocultan
duras paredes, sí, duras paredes
y mi sangre oprimes
entre tus redes, sí, entre tus redes.
¿Por qué no cedes?
Corazón maldito
sin miramiento, sí, sin miramiento,
ciego, sordo y mudo
de nacimiento, sí, de nacimiento.
Me das tormento.
Violeta Parra
Corazón coraza
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
Mario Benedetti
Canción del muchacho de siete corazones
Siete corazones
tengo.
En el alto monte, madre,
topezábamos yo y el viento.
Siete niñas de largas manos
me llevaron en sus espejos.
He cantado por el mundo
con mi boca de siete pétalos.
Mis galeras de amaranto
iban sin jarcias y sin remos.
He vivido los paisajes
de otras gentes. Mis secretos
alrededor de la garganta,
¡sin darme cuenta!, iban abiertos.
En el alto monte, madre
(mi corazón sobre los ecos,
dentro del álbum de una estrella),
tropezábamos yo y el viento.
Siete corazones
tengo.
¡Pero el mío no lo encuentro!
Federico García Lorca
La colmena
Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una fontana fluía,
dentro de mi corazón.
Dí, ¿por qué acequia escondida,
agua, vienes a mí,
manantial de nueva vida
de donde nunca bebí?
Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.
Anoche, cuando dormía,
soñé, ¡bendita ilusión!
,
que un ardiente sol lucía
dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba
y porque hacía llorar.
Anoche, cuando dormía,
Soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía
dentro de mi corazón.
Antonio Machado