Como sentado en un trono real, el Sol gobierna
la familia de planetas que giran alrededor suyo.
Nicólas Copérnico
Poema al sol
Oh, girasol vidente,
oh semilla amarilla,
tu nombre cabe en una sílaba, dijo el poeta
Oh, padre de las mitologías,
el sueño de la luz produce formas,
dijo el pintor
Si el ojo no fuera solar,
¿cómo podría ver la luz?
dijo el poeta
Si la luz no fuera maestra del color,
¿cómo podría pintar sus ojos?
dijo el pintor
En la gran pirámide de Giza el Sol se levanta cada día,
en el Oriente de tus ojos la noche se pone cada mañana,
dijo el poeta
El Sol no se pone en el horizonte,
el Sol no conoce la noche,
el que oscurece es el ojo, dijo el pintor
No necesito ir a ver las glorias del Sol
en los campos de la tarde, porque el Sol
de las mitologías es el ojo, dijo el poeta
El poema del Sol es infinito:
sólo podemos pintarlo con palabras,
dijo el pintor
Cuando el Sol habla,
todas las criaturas callan,
dijo el poeta
El Sol es un Ser
el Sol es luz presente,
dijo el pintor
La sonrisa infinita de la luz
es un verso que es un poema
que es un universo,
el ojo pensante es un ojo riente,
al ojo que nos piensa lo pintamos
con sus propios rayos, dijo el poeta
El Sol no tiene historia,
el Sol vive en la eternidad del momento,
dijo el pintor
El Sol cara rayada, es un jaguar
que recorre el cielo nocturno devorando sombras,
devorando instantes, dijo el poeta
Sol pasado, Sol deificado
Sol de la mente, Sol demente,
dijo el pintor
La historia de la luz
es una arqueología de los ojos,
dijo el poeta
La luz inteligente viene del Sol
con la temperatura exacta para pintar tus manos,
dijo el pintor
Una figura que proyecta sombra, una silueta
insustancial que te sigue por la calle, eso soy yo,
dijo el poeta
Qué es una sombra:
un esplendor en la espalda
y una mancha en el suelo, dijo el pintor
El Sol es la forma de su amor,
el hombre lleva en los ojos la forma de ese amor,
al final de su vida, el hombre será el espectro de ese amor, dijo el pintor
Dios no existe, dijo un tercero,
Dios vive en tu cabeza,
si no piensas en Él, morirá fuera de tu mente.
Si Dios no existe, ¿quién existe?
¿tu sombra? ¿tu espectro? ¿tu olvido?
replicó el pintor
Dios no existe,
existe un enorme vacío,
dijo el tercero
Si existe un enorme vacío,
existe ya algo,
dijo el poeta
Ésas son
puras palabras,
dijo el tercero
Si Dios no existiera,
tus palabras no existirían,
dijo el poeta
Antes del alba, mis ojos
ya se habían figurado las criaturas que estás viendo
en este momento bajo el Sol, dijo el pintor
Todo comenzó con una imagen,
todo comenzó con la palabra luz,
dijo el poeta
Cuando los perros ladran a la Luna
en realidad están ladrando al Sol,
dijo el pintor
En nuestra mente cabe el universo en expansión,
en nuestra mente en expansión caben todos los astros:
nuestra mente es un verso hacia el universo, dijo el poeta
Me di cuenta de mi propia vejez
cuando vi el primer pelo blanco en la cabeza de mi hija,
dijo el pintor
Deber de hombre,
no estar triste bajo la luz,
dijo el poeta
La enciclopedia del Sol es mi libro de cabecera,
la enciclopedia del Sol es un ojo que brilla
a través de las tapas cerradas, dijo el pintor
En los rincones de mi biblioteca,
oculto entre miles de palabras,
el poema del Sol está brillando, dijo el poeta
Es curioso que nunca antes
haya dibujado figuras más deslumbrantes
con los rayos de luz tenue, dijo el pintor
¿No es curioso que el poema del Sol
llegue de noche y con los ojos cerrados?,
dijo el poeta
El carácter volátil de las criaturas humanas,
la condición entregada de las cosas del mundo,
se las debemos al Sol, dijo el pintor
De tanto verlo, mis ojos se han vuelto solares,
de tanto nombrarlo mis palabras fulguran,
dijo el poeta
De tanto pintar sus ojos me he quedado ciego,
sus imágenes queman mis dedos,
dijo el pintor
La pintura del Sol
la acabarán los otros,
dijo el poeta
El poema del Sol
comenzó hace mucho tiempo,
dijo el pintor
Oh, sílaba amarilla,
Oh, girasol vidente,
dijo el poeta
Homero Aridjis
Sol de Monterrey
No cabe duda: de niño,
a mí me seguía el sol.
Andaba detrás de mí
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el niño andante,
y el sol, mi escudero.)
Todo el cielo era de añil;
Toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!
Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.-
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.
Los corredores tendían
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardían
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.
Y a mí el sol me desvestía,
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.
Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
-¡Ya llevas sol para rato!-
Es tesoro – y no se acaba:
no se acaba – y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.-
Yo no conocí en mi infancia
Sombra, sino resolana.
Alfonso Reyes
El sol
Por la vieja barriada, donde, de las casuchas
Las persianas ocultan las lujurias secretas
Cuando el astro cruel furiosamente hiere
La ciudad y los campos, los techos y sembrados,
Quisiera ejercitarme en mi esgrima fantástica
Husmeando en los rincones azares de la rima,
Tropezando en las sílabas, como en el empedrado,
Acaso hallando versos que hace tiempo soñé.
Ese padre nutricio, que huye de las clorosis,
En los campos despierta los versos y las rosas;
Logra que se evaporen hacia el éter las penas
Saturando de miel cerebros y colmenas.
Es el quien borra años al que lleva muletas
Y le torna festivo como las bellas mozas,
Y a las mieses ordena madurar y crecer
En la inmortal entraña que desea florecer.
Cuando, como un poeta, desciende a las ciudades,
Ennoblece la suerte de las cosas mas viles,
Y penetra cual rey, sin séquito ni pompa,
Tanto en las casas regias como en los hospitales.
Charles Baudelaire