Reza un viejo y reconocido refrán mexicano: “La culpa no es del índio, sino del que lo hizo compadre”
Y le viene como “anillo al dedo” a la severa crisis política y de gobernabilidad que vive el convulso estado de Guerrero, en donde un verdadero gorilla, convertido en gobernador, no debe ser señalado como el único y principal responsable de la represión criminal contra un puñado de estudiantes -al más puro estilo de crímenes como los de Tlatelolco y Aguas Blancas-, sino que la mayor responsabilidad se debe acreditar a aquellos que lo hicieron compadre.
¿Y quiénes son los políticos que, sea por ingenuidad sea por torpeza o por mala cabeza, se atrevieron a pactar un compadrazgo con el político impresentable que es Ángel Aguirre?
Pues sí, aunque muchos no lo crean y otros tantos no lo quieran, resulta que la culpa de la tragedia que vivió Guerrero a causa de la brutal represión policiaca contra estudiantes normalistas, tiene su origen en la irresponsabilidad de los líderes del PAN y del PRD que -en una de las groseras alianzas contranatura que pactaron la derecha y la izquierda en 2010-, le regalaron la candidatura de azules y amarillos a un político de horca y cuchillo, como Ángel Aguirre.
Y es que está claro, para todo el que ayer y hoy quiera verlo, que no es ninguna novedad que el señor Ángel Aguirre es ferviente practicante de la política del gorilazo -al estilo de Gustavo Díaz Ordaz y de su compadre y mecenas, Rubén Figueroa-, y que lo ocurrido con estudiantes normalistas en la Autopista del Sol no es más que la crónica de un gorilazo anunciado.
¿DE VERDAD NO SABÍAN?
Por eso obliga la pregunta, tanto a Marcelo Ebrard y a Los Chuchos, como a Gustavo Madero y Felipe Calderón -entre otros que, en medio del engaño y la confusión, promovieron alegremente las alianzas entre “espurios” y “legitimos”-, sobre su responsabilidad en impulsar la candidatura y el triunfo en Guerrero, del expriísta y hoy oportunista del poder, Ángel Aguirre. Nadie en el PRD y menos en el PAN puede hacerse de la vista gorda, voltearse a otro lado y, muchos menos, llamarse sorprendido.
Todos sabían la clase de gorila de la más rancia escuela del viejo PRI que estaban llevando al poder en Guerrero. Todos sabían de su pasado represor y autoritario; y todos sabían del monumental engaño a los electores del estado de Guerrero, a los que vendieron “gorila por liebre”; a un político con todas las características de Díaz Ordaz, de Rubén Figueroa, sólo que disfrazado de candidato de izquierda.
Por eso es que, con franqueza y honestidad, deben responder sobre el velo de impunidad que tendieron sobre las pasadas elecciones de Guerrero, las figuras del PAN y del PRD que engañaron a todos los guerrerenses con la candidatura de Ángel Aguirre.
Esto obliga a una larga lista de interrogantes.
¿A poco no sabían los jefes políticos de la derecha y la izquierda, quién era ese represor, nada demócrata y profundo violador de los derechos humanos, llamado Ángel Aguirre? ¿A poco, de verdad, Marcelo Ebrard y Felipe Calderón se creyeron sus propias mentiras, de que el señor Ángel Aguirre sería un demócrata, por el sólo hecho de salir del PRI en un formidable salto de oportunismo para regresar al gobierno estatal, bajo el cobijo de la derecha y la izquierda?
¿De verdad nadie vio, o nadie quiso ver, que en el historial político y de gobierno de Ángel Aguirre aparece que por su irresponsabilidad de hace más de dos décadas perdieron la vida no pocos militantes de la izquierda, en tanto que muchos otros sufrieron la virulencia y represión de un gobernador autoritario y nada democrático?
¿Qué van a decir hoy todos aquellos prohombres de la derecha y la izquierda que lanzaban alabanzas a las alianzas contranatura, que aseguraban que con la llegada de priistas como Ángel Aguirre a gobiernos históricamente priistas como Guerrero, las cosas serían distintas?
¿A poco no se les cae la cara de vergüenza, a todos los que gritaban que con la llegada de los dizque gobiernos de izquierda y derecha, como el de Ángel Aguirre, los ciudadanos de Guerrero, de Sinaloa, de Puebla, vivirían mejor que con gobiernos del PRI?
¿De verdad, existen incautos que hoy -a un año de que Ángel Aguirre llegó al poder, y a días de la represión criminal contra estudiantes de Guerrero-, sigan defendiendo al indefendible gobierno de Aguirre?
¿De verdad, alguien sensato, con un mínimo de neuronas, puede decir que el gobierno de Aguirre es progresista, de izquierda, o que reivindica a la derecha?
LA PERVERSIDAD DE LAS ALAINZAS
Pero acaso lo más grave no sea la confirmación de que en sus infinitas ambiciones “de poder por el poder”, los partidos azul y amarillo hayan avalado que un político criminal se haya convertido en gobernador de Guerrero sino que, una vez ahogado el niño, nadie hace nada por tapar el pozo. ¿A que nos referimos? Pues casi nada, que debido al sui géneris esquema que hizo gobernador de Guerrero a un oportunista como Ángel Aguirre, hoy nadie se atreve a dar la cara por sus acciones. ¿Y por qué ahora nadie dice ésta boca es mía?
Porque esa es una de las perversidades de las “alianzas contranatura”; que es tal el masacote aliancista, que al final de cuentas nadie se hace responsable de las barbaridades de esos gobiernos.
Y si quieren ejemplos, más allá del de Aguirre, solo basta echarle una mirada al pillo ex gobernador de Chiapas, Pablo Salazar Mendiguchía; un bárbaro que depredó esa entidad y que hoy está preso a causa de sus excesos.
Y resulta que cuando los aliancistas de la izquierda y la derecha debieron rendir cuentas sobre la perversidad de la alianza esa de Chiapas, todos se hicieron de la vista gorda y nadie pagó por sus culpas, salvo Salazar, claro, que está en prisión.
¿Y cuándo llevarán a prisión s Ángel Aguirre? ¿Águila o sol?
¿SE ACUERDAN?
Durante la semana del 10 al 16 de diciembre de 2005 arrancó la “tregua navideña”; es decir, nada de actos proselitistas entre el 11 de diciembre y el 18 de enero.
No obstante –y pese a la tregua –, el entonces candidato presidencial Felipe Calderón asistió a la develación de placa de una obra de teatro.
El acto bastó para desatar la furia de tricolores y amarillos, quienes se desgarraron las vestiduras por el incumplimiento del panista.
Sin embargo, el IFE –que en ese entonces todavía era una institución sensata –, atinó a descalificar las acusaciones del PRI y del PRD, ya que, en palabras del otrora consejero presidente Luis Carlos Ugalde, “no se trata de acabar con la libertad de expresión ni se puede encerrar a todos los candidatos en su casa”.
Aunque claro, días después, Felipe Calderón se reunió con empresarios alemanes. Y dirán misa, pero seguro que no lo hizo para desearles una feliz Navidad.