Si a los empresarios dejaran de cegarlos la necedad neoliberal y la arrogancia del dinero, entonces podrían entender que el proyecto de gobierno de Andrés Manuel López Obrador no es el del Estado competidor, sino que se reduce a la reproducción del neoliberalismo populista de Carlos Salinas de Gortari: mercado más Pronasol.
Y peor aún: a diferencia de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, a López Obrador le falta una propuesta de revolución bolivariana; al tabasqueño no le alcanza la figura de Juárez (constructor del capitalismo), Madero (demócrata ingenuo) o Cárdenas (expropiador del petróleo). Así, López Obrador sería un populista priísta típico: gasto social sin ingresos fiscales.
El populismo de Cárdenas fue de clase, pero fracasó cuando organizó al proletariado como masa y no como clase; y los populismos de López Mateos, Echeverría y López Portillo metieron al Estado como agente económico productivo sin finanzas sólidas y reventaron el modelo cuando trasladaron las pérdidas empresariales de las paraestatales a las finanzas públicas, aumentando el déficit, subiendo la inflación y derivando en devaluaciones.
Y peor aún: a diferencia de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, a López Obrador le falta una propuesta de revolución bolivariana; al tabasqueño no le alcanza la figura de Juárez (constructor del capitalismo), Madero (demócrata ingenuo) o Cárdenas (expropiador del petróleo). Así, López Obrador sería un populista priísta típico: gasto social sin ingresos fiscales.
El populismo de Cárdenas fue de clase, pero fracasó cuando organizó al proletariado como masa y no como clase; y los populismos de López Mateos, Echeverría y López Portillo metieron al Estado como agente económico productivo sin finanzas sólidas y reventaron el modelo cuando trasladaron las pérdidas empresariales de las paraestatales a las finanzas públicas, aumentando el déficit, subiendo la inflación y derivando en devaluaciones.