Aprendices de Brujo
Vamos por un “nuevo México” dijo el presidente Enrique Peña. Pero, por nuestra experiencia, ¿qué debemos entender por “nuevo”?
Vamos por un “nuevo México” dijo el presidente Enrique Peña. Pero, por nuestra experiencia, ¿qué debemos entender por “nuevo”?
A mediados de su sexenio, Luis Echeverría habló mucho de cambios pero al final perdió el control de la economía y todo terminó en crisis. Su sucesor decidió petrolizar a esa economía y lo que finalmente logró fue acabar, de mala manera, con el modelo vigente. Miguel de la Madrid se vio obligado a lanzar la idea de la “renovación moral” mientras destruía las barreras proteccionistas y concluía con el gran fraude del 88. Carlos Salinas, ante la crisis de su legitimidad, se lanzó de lleno al cambio neoliberal y terminó topándose con el EZLN y el asesinato de su candidato presidencial. Ernesto Zedillo recibió una situación imposible –una caída del PIB del 7%-, inventó el Fobaproa para salvar a la banca, se olvidó del “bienestar para tu familia” y aceptó rendir “Los Pinos” al PAN. Los siguientes dos sexenios panistas pretendieron ser la transición a un México nuevo, democrático, pero fueron el desastre que preparó lo indeseado: el retorno del PRI, el de Atlacomulco, el de tradición autoritaria ininterrumpida. Hoy, la presidencia del “nuevo México” busca reactivar una economía que lleva 32 años sin dinamismo privatizando el gran recurso estratégico rescatado por Cárdenas: el petróleo. El “nuevo México” se pareciera al Porfiriato.