jueves, 26 de julio de 2012

Woldenberg - La calificación.

Entre el día de los comicios y la calificación de la elección presidencial pueden transcurrir más de dos meses. Esperando ese momento estamos. Y por ello, quizá valga la pena hacer una historia, a grandes trazos, de cómo se han calificado las elecciones presidenciales a lo largo de nuestra historia.

México tenía una larga tradición de "autocalificación" de las elecciones. Desde 1824 hasta 1987, más de 160 años, las Cámaras, convertidas en Colegios Electorales, fueron las encargadas de calificar la elección de sus miembros, y la de diputados era la facultada para calificar la elección presidencial, ("con la salvedad del sistema previsto por las Siete Leyes Constitucionales de 1836"). Esa fórmula partía de la premisa de que era inconveniente politizar al Poder Judicial y peor aún que éste se involucrara en la conformación de los otros poderes.

De esa manera, en 1976 y 1982 el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados calificó las elecciones de José López Portillo y de Miguel de la Madrid, respectivamente. Eran los tiempos del partido hegemónico. El PRI tenía el 82 y el 75 por ciento de los diputados y por supuesto nadie volteaba a ver el proceso de calificación. Una rutina carente de emoción, puesto que los ganadores, al día siguiente de la elección, aparecían a los ojos del respetable como los próximos presidentes.

La rutina saltó por los aires cuando en 1988 tuvimos las primeras elecciones competidas del México moderno. El Colegio Electoral se instaló con 260 diputados del PRI y 240 de los partidos de oposición. Muchos han especulado que el maquillaje de las cifras de la elección tenía como motivo llevar al candidato ganador a más del 50 por ciento más uno de los votos. Es posible. Pero, quizá también, el resorte profundo para alterar las cifras fuera el de contar con un margen suficiente de votos en el Colegio Electoral. Aquella fue una tensa y conflictiva calificación. Y resultó claro, para quien quisiera verlo, que la natural partidización de un órgano como la Cámara impedía no sólo llegar al fondo del litigio, sino que ni siquiera se podía decir que el procedimiento se realizaba de manera imparcial. Todos los involucrados eran partes interesadas.

En 1993 una nueva reforma acabó con la autocalificación de diputados y senadores. Pero mantuvo el candado político para que la elección presidencial fuera calificada, siguiendo la tradición, por el Colegio Electoral. Así sucedió con la elección del presidente Zedillo (1994), cuyo partido todavía alcanzó el 60 por ciento de los diputados.

La reforma de 1996 fue la que erradicó la calificación política para pasar a una calificación plenamente jurisdiccional. Es decir, a partir de ese momento, sería un tribunal especializado, adscrito al Poder Judicial, el que tendría la última palabra. Fue una reforma producto de la necesidad y la virtud. De la necesidad, porque imaginemos la calificación presidencial en manos de un órgano (la Cámara de Diputados) habitado por grupos parlamentarios con disciplina partidista, y sin que ninguno de ellos tenga la mayoría absoluta de los votos. Y por virtud, porque si se quería resolver "conforme a los principios constitucionales y legales y atendiendo a la satisfacción de los requisitos jurídicos y procesales para la formulación de agravios" (Jesús Orozco. Justicia electoral y garantismo jurídico. Porrúa. 2006), era imprescindible trascender la calificación política y colocarla en un tribunal competente y especializado. En esas estamos.

La primera vez que ello sucedió fue en el año 2000. Y el trámite tuvo escasa atención pública, porque los contendientes aceptaron el "veredicto de las urnas". La premisa no escrita de la competencia democrática. No sólo eso: entre 1996 -fecha en que se instala el Tribunal Electoral del Poder Judicial- y el 2006 todos y cada uno de los litigios pre y post electorales fueron resueltos por el Tribunal, dejando atrás las llamadas "concertacesiones", fórmulas de arreglo político que si bien ofrecían una salida a los conflictos, debilitaban al precario edificio electoral.

Fue en 2006 cuando toda la obra construida por los propios partidos en el Congreso se cimbró. La impugnación de la elección presidencial generó todo tipo de especulaciones y apuestas políticas. No obstante, como estaba previsto, el fallo del Tribunal puso final al diferendo jurídico-político. El malestar de muchos no menguó, por el contrario; y la fractura política se mantuvo a lo largo de los años, pero la resolución del Tribunal, "definitiva e inatacable" dice la ley, se cumplió.

Hoy, por tercera vez en nuestra historia, estamos frente a la calificación de una elección presidencial por parte del TEPJF. Es una suerte que la misma ya no esté en manos de un órgano colegiado absolutamente partidizado (en el cual, repito, ninguno de los partidos tiene mayoría). Y será el Tribunal -cuyos magistrados fueron electos por el Senado, con el concurso de todas las bancadas, a propuesta de la Suprema Corte- el que diga la última palabra.



Fuente: http://www.reforma.com/editoriales/nacional/666/1331352/default.shtm

Meyer - Libertad de opinión

 UN DERECHO QUE PUEDE REVERTIRSE

En temas de interés público todos deberíamos de tener plena libertad de opinar y apoyar o disentir de las opiniones de otros. En este campo, incluso los puntos de vista equivocados pueden servir de acicate para crear y sostener un ambiente de debate político intenso, que mantenga la atención sobre las opciones abiertas al ejercicio y contradicciones del poder.

Sin embargo, en muchas épocas y contextos opinar públicamente sin coincidir con los poderosos resultó arriesgado o suicida. En la mismísima democracia clásica, la griega, el opinar de manera muy libre no fue siempre lo más recomendable para algunos ciudadanos, y prueba de ello fue la condena a muerte de Sócrates por sus puntos de vista en torno a los dioses. Es sólo en la democracia moderna y únicamente en situaciones de normalidad, no de excepción o guerra, cuando ha sido posible dar por sentado que el opinar con libertad es una realidad que, de tan evidente, se puede considerar como normal. En México, en materia de libertad de prensa y de opinión nunca conviene dar por alcanzado y afianzado ese derecho ni el ambiente en que se ejerce, pues siempre habrá quien o quienes busquen la reversión y a veces lo logran.



· OPINIÓN

La definición de lo que es una opinión es clara: se trata de un mero punto de vista, de un juicio o de una valoración hecha en torno a un asunto cualquiera. Es una creencia que va más allá de una simple impresión pues está sostenida por algún tipo de evidencia más o menos verosímil pero que aún no se puede considerar como un conocimiento fuera de duda, ya probado empíricamente.

Pero si la definición del concepto es clara, entre nosotros y en la práctica, el derecho a opinar con libertad en los medios de difusión no lo es tanto y en ocasiones puede meter en problemas a quien lo practica. Un par de casos recientes y relacionados con dos coyunturas electorales -una nacional y la otra local- pueden servir de ejemplo de lo resbaladizo que sigue siendo el terreno de opinar con libertad aquí y ahora.



· UNA DE CAL

Enrique Peña Nieto, el candidato presidencial del PRI, se ha visto obligado a aclarar que él no tuvo nada que ver con la abrupta salida de Pedro Ferriz de Con del programa Cadena Tres Noticias de televisión del que era conductor ni tampoco con que dejara de escribir una columna de opinión que tenía en un diario nacional (Reforma, 19 de julio). Sin embargo, todo apunta a que esa pérdida de espacios de Ferriz de Con, en un medio electrónico y en otro impreso, muy probablemente sí está relacionada con el hecho de que hizo uso de su derecho y oportunidad de opinar en público justamente sobre la personalidad y el entorno de EPN. Y como lo hizo de un modo directo, sin rodeos, pareciera que eso no gustó a quienes ya consideran al mexiquense el próximo presidente de México.

La caracterización que hizo Ferriz de quien antes de la elección las encuestas ya presentaban como el ganador de la elección del 1o. de julio, se puede escuchar en el video de una conferencia del conductor, y es concluyente. Para Ferriz, EPN "es un ignorante", "un hombre que pertenece a un sistema político que está acostumbrado a robar". Los colaboradores del hombre de Atlacomulco -lugar de donde "han salido grandes sátrapas"- "todos se han hecho millonarios en el sistema político mexicano". Ferriz también caracteriza a Arturo Montiel, ex gobernador del Estado de México y "padrino" de EPN, como a un hombre "que no se robó al estado [de México] porque no le cupo en la cartera" (http://www.youtube.com/watch?v=njkyRNzK6U0&feature=player_embedded#!). En fin, que el hasta entonces conductor de Cadena Tres Noticias ya había manifestado una simpatía consistente por la candidata del partido en el gobierno, el PAN, así como una antipatía manifiesta y sistemática por la oposición, en la que incluyó no sólo a Andrés Manuel López Obrador sino también al candidato del PRI.



· REPORTE ÍNDIGO

(17 de julio) califica a Ferriz de Con como el primer "desPeñado"; el primero que pierde su tribuna por opinar negativamente sobre el "primer priista". Se trata, desde luego, de una opinión y no de una certeza, pero Reporte Índigo aporta algunos datos indirectos que apoyan su posición, aunque el afectado mismo no ha querido ser muy explícito sobre la razón del cierre parcial de sus espacios naturales. Como sea, sí el conductor fue obligado a dejar su noticiero y su columna por sus opiniones negativas sobre EPN y los suyos, entonces y desde el punto de vista democrático, e independientemente de que se simpatice o no con Ferriz de Con, lo que le ha sucedido resulta inaceptable. Si finalmente el político mexiquense asume la Presidencia, entonces el caso Ferriz deberá interpretarse como un presagio de lo que está por venir.



· OTRA DE ARENA

El otro caso a comentar es positivo y tiene que ver directamente con la acusación judicial de que fue objeto el autor de esta columna en 2010 por parte de un diario nacional y uno de los periodistas que lo dirigen. La acusación fue por externar en una mesa política radiofónica una opinión que los quejosos consideraron lesiva. El comentario en cuestión fue motivado por la naturaleza de una conversación telefónica entre un gobernador y uno de sus ayudantes asignado a la campaña electoral del candidato del gobierno y que se difundió en el programa de radio en cuestión. Los quejosos argumentaron que el comentario había transgredido el límite al derecho de la libertad de expresión y debía ser sancionado por haber expuesto a los objetos del mismo -periódico y periodista- "al odio, desprecio o ridículo, así como al demérito en su reputación...máxime que los mismos profesionalmente tienen un prestigio intachable, que se vio afectado directamente ante el insidioso y mal intencionado comentario del codemandado" [se refieren a mí]. El otro demandado fue la estación de radio por haber difundido el comentario.

En la conversación telefónica que alguien grabó y luego filtró a los medios, el gobernador era informado por su ayudante que el periodista en cuestión había entrevistado al candidato de oposición y que le había dado mucho tiempo pese a que ya existía un acuerdo -no se especificaron los términos- que implicaba que el entrevistador y su empresa debían apoyar al candidato del gobierno y no al opositor. Tras escuchar la grabación, el comentario del autor de esta columna fue tan breve como obvio: sin mencionar nombres, simplemente dijo que la conversación que acababa de escucharse implicaba un "autoatentado" por parte del periodista y su medio a los principios éticos que se suponía debían ser observados por ambos.

El acusado fue defendido de manera gratuita por una especialista en estos temas, la doctora Perla Gómez, como parte de su proyecto de investigación "Todos por el Derecho de la Información" de la Universidad Autónoma Metropolitana. Tan buena fue la defensa que en tres instancias consecutivas los argumentos de los quejosos fueron rechazados y en el proceso se sentaron tesis -y esto es realmente importante- que en el futuro pueden servir de defensa contra demandas que pretendan limitar la libertad de expresión.

Echando mano de los artículos 6° constitucional, 13° de la Convención Americana de la OEA, 19° de Declaración Universal de Derechos Humanos, de la Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del Honor, la Vida Privada y la Propia Imagen en el Distrito Federal y de la Ley del Secreto Profesional, los jueces concluyeron que: a) "los medios de comunicación no tienen ninguna obligación directa frente a los ofendidos en relación con las opiniones emitidas", b) en relación con el honor de funcionarios y personas con responsabilidades públicas, su invasión "solo puede darse bajo ciertas condiciones, más estrictas que las que se aplican en el caso de expresiones o informaciones referidas a ciudadanos particulares", c) la divulgación de la conversación entre el gobernador y su ayudante se hizo por considerarla cierta y válida la opinión emitida, y finalmente, d) no es responsabilidad de quien emite una opinión verificar la veracidad de los datos difundidos por un medio y en los que basa esa opinión, pues "obligar a los medios a probar la verdad de sus declaraciones para evitar responsabilidad, resulta una carga desmedida, contraria a la Constitución".

En suma, la solución de este caso, junto con la de otros similares -Proceso y Olga Wornat, Eduardo Huchim y Rubén Lara y Contralínea- hacen que estemos cerca de poder fijar jurisprudencia y evitar que este tipo de demandas en torno al "daño moral" sirvan para limitar la libertad de expresión. Así pues, va una de cal por las muchas de arena.

  Fuente: http://www.reforma.com/editoriales/nacional/666/1331349/default.shtm

Purifiación Carpinteyro - De microbios.

Así como sucede con los programas de radio, en los que basta encender el aparato en la frecuencia correcta para poder escucharlos sin pagar nada por ello, todos en México tenemos derecho a ver los canales 2, 4, 5 y 9 de Televisa, y el 7, 13 y 40 -en disputa-, de TV Azteca, en forma gratuita. Suena a verdad de Perogrullo, pero la realidad es otra.

Conforme a la Ley Federal de Radio y Televisión, la radio y televisión son un servicio público que se presta a través de bienes de la nación -esto es, usando frecuencias para transmitir la programación de los radiodifusores. Estos servicios pueden ser concesionados a particulares para que los aprovechen y exploten comercialmente, sin que por ello dejen de tener el carácter de "servicio público", que la población tiene derecho a recibir gratuitamente.

En esa industria, el negocio para los concesionarios de radio y televisión está en la venta de espacios publicitarios, a través de los que los anunciantes promueven sus productos o servicios. Como es natural, el precio que cobran por esos espacios depende directamente del nivel de audiencia de cada programa: a mayor audiencia, mayor demanda de espacios y mejor ganancia.

Siguiendo esa lógica -consignada en ley-, cualquier concesionario de radio o televisión debería ver con buenos ojos la posibilidad de que su programación sea retransmitida por terceros (sin alteraciones). Eso incrementa el nivel de audiencia y hace más atractivo para cualquier anunciante la compra de espacios publicitarios al transmisor original, que en consecuencia se vuelve más rentable.

No obstante, las agencias facultadas para regular la radio y la televisión, o han sido omisas, como es el caso de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, o han comprado los argumentos de las televisoras, que alegan su derecho a ser compensadas por los retransmisores, por las inversiones que realizan en la producción de los programas que transmiten.

Esta visión distorsionada lleva a pensar en la de un microbio observando a un científico a través del microscopio, y no a la inversa.

Desde la óptica de la Ley de Radio y Televisión es la población la que tiene el derecho a "recibir de manera directa y gratuita las señales de su emisor". Ese derecho no está condicionado a la decisión individual de los ciudadanos de recibir las señales a través de una antena de conejo, un cable, un decodificador o de contratar a tal o cual operador de televisión de paga para tener la opción de ver los canales de televisión abierta gratuitamente.

Pero si aquellos que haciendo uso de una concesión de televisión restringida se ven obligados a pagar por la retransmisión de las señales de televisión abierta, el derecho de la población de recibir gratuitamente los servicios se ve violentado, ya que los operadores de televisión de paga necesariamente tendrán que repercutir, en el precio de sus servicios, el costo que cobren las televisiones abiertas por la retransmisión de sus señales.

Esto, sin considerar que para las televisoras la retransmisión de sus programas significa más audiencia y, por consecuencia, mayor demanda y mayor rentabilidad que obtienen por el cobro de espacios publicitarios que venden a los anunciantes -contraprestación suficiente; y que su negativa a permitir la retransmisión, o su condicionamiento al pago de los precios que arbitrariamente determinen, ha sido la fórmula que han utilizado para eliminar a sus competidores en el mercado de televisión de paga, como fue el caso de Direct TV cuando Televisa le negó la posibilidad de retransmitir el Canal 2.

Sin embargo, pese a la visión distorsionada de los reguladores, las televisoras estadounidenses y, por ende, las mexicanas deben estar muy preocupadas por la decisión de un juez federal en Nueva York que permitió a una pequeña empresa llamada Aereo transmitir los canales locales de televisión abierta de la ciudad de Nueva York a usuarios de iPhones y de iPads usando tecnología IP (Internet Protocol), y sin pagar nada a las televisoras.

Bajo el argumento de que la empresa apenas renta antenitas que captan las señales del aire -caso semejante al de Dish de MVS en México, que utiliza decodificadores que captan del aire los canales televisión abierta-, Aereo le ha dado la vuelta a la óptica que defiende los "derechos de autor" de las televisoras, por sobre los derechos de la población.

Ojalá que en México no esperemos que el asunto se resuelva en tribunales. Es obligación de los legisladores hacer que los derechos de la población se respeten, y a ello se deberá abocar la próxima legislatura.


pcarpinteyro@gmail.com

 

Alemán - El lastre de Peña

Luego de comprobar que buena parte de los recursos legales, pruebas y evidencias –presentados por “los progresistas” de las llamadas izquierdas para probar el fraude–, son un vulgar engaño a la opinión pública y una grosera ofensa a millones de electores, conviene revisar los lastres con los que pudiera llegar a Los Pinos el ganador de la contienda presidencial.

Y es que uno de los más recurrentes reclamos a Enrique Peña Nieto –de ciudadanos y electores, en general–, es que su llegada a la casa presidencial puede marcar el regreso de los “viejos dinosaurios” del PRI. Y por eso las preguntas.

¿Qué hará Peña Nieto para que no regrese lo peor del viejo partido? ¿Quiénes son los priístas que nunca deberán regresar a un cargo en el gobierno de EPN? ¿Cuáles son los políticos, líderes y dirigentes a los que deberá excluir de su proyecto, Peña Nieto? Y claro, ¿existen en el PRI, cuadros suficientes y con la capacitación necesaria, para renovar al envejecido partido tricolor?

Según distintas opiniones recabadas en las semanas recientes, está claro que no podrán estar de vuelta –en el gabinete de Peña–, ninguno de los políticos vinculados a Carlos Salinas. ¿Por qué? Porque el “villano favorito” sigue siendo un estigma que sería utilizado para debilitar la maltratada imagen de confianza y credibilidad de un presidente, que no precisamente llegará con la fuerza necesaria para empujar los cambios que reclama el país.

También es evidente que si Peña quiere mandar un claro mensaje de renovación y frescura en su gestión, deberá prescindir de buena parte de “los tolucos” y de los políticos formados en Atlacomulco. Y claro, no se diga, deberá mantener a distancia a la parentela de su tío y ex gobernador, Arturo Montiel.

Y es de sentido común que no habrá lugar en su gabinete para viejos cuadros emparentados con ex gobernadores pillos como Moreira, Yarrington, Marín, Ruiz y Murat –y muchos otros–, y menos para mandatarios en activo, como los de Veracruz, Nuevo León, Tamaulipas y Quintana Roo, en donde es evidente que la apuesta presidencial no estuvo con el candidato del PRI.

Pero, además, Peña Nieto deberá replantear la relación de su gobierno y su partido con liderazgos sindicales, como la señora Gordillo y el señor Deschamps, y muchos otros gremios que –sin lugar a dudas–, ofenden las reglas básicas de la democracia y se han convertido en verdaderos lastres para el país todo. Si EPN dice estar dispuesto a acabar con los monopolios económicos y mediáticos, debe extender esa promesa a los monopolios sindicales y, en el extremo, a los monopolios partidistas.

De igual manera, tendrá que ser el primero en romper y sancionar a gobernadores del PRI en activo que han sido descubiertos en presuntas pillerías, como es el caso de la Gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, que tiene un sobrino de 5 años, dueño de una fortuna presuntamente atesorada en los últimos cinco años, por los parientes de la Gobernadora.

Si quiere ganar la confianza de amplios sectores sociales que lo tienen en su lista de “malquerientes”, Peña Nieto no solo deberá ser el primero en hacer públicos, a satisfacción de los ciudadanos, los gastos de su campaña, sino pedir una investigación a fondo para gobiernos como los de Humberto Moreira, Leonel Godoy, Marco Antonio Adame, Emilio González Márquez y Narciso Agúndez, entre muchos otros, que resultaron verdaderos pillos en el ejercicio del poder.

Si quiere recuperar la credibilidad de sectores amplios que no votaron por él –y que lo van a cuestionar durante años–, tendrá que dar resultados rápidos y creíbles, en la lucha contra el crimen, como la captura de un pez gordo. Se sabe, por ejemplo, que el gobierno de Estados Unidos le ha ofrecido a Peña elementos fundamentales para la captura de capos y jefes del crimen, del más alto nivel. Y es que el sistema de inteligencia de Estados Unidos, tiene un detallado seguimiento de las actividades del capo de capos, “El Chapo” Guzmán.

Y claro, si quiere hacer un gobierno con mínimos de pluralidad, transparencia, libertad de expresión y participación ciudadana, tendrá que sumar a su gobierno a políticos opositores, a ciudadanos –en el papel de críticos y observadores de su gestión–, para impedir que ya en el poder, Peña Nieto pierda el piso y se aleje de los principios democráticos, de honestidad y transparencia.

¿Será capaz el señor Peña Nieto, en su papel de presidente de los mexicanos, de hacer un gobierno que haga historia? El tiempo lo dirá. Pero aquí se lo estaremos recordando. Al tiempo.

EN EL CAMINO

Ahora las transas están en la cancha de AMLO. ¿Podrán probarlas?


Fuente: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/el-lastre-de-pena

Ramírez - AMLO: gramática de democracia

A pesar de tener la licenciatura en ciencia política de la UNAM, Andrés Manuel López Obrador está confundiendo los términos de su lucha: lo que pelea no es la democracia como filosofía política sino como mecanismo procedimental.

Lo malo es que está alzando a las masas en un Plan Nacional de Defensa de la Democracia pero mañosamente habla del concepto de democracia como forma de gobierno cuando su insatisfacción es con el procedimiento de elección de gobernantes.

En el fondo y a partir de su formación como agitador social, López Obrador está desprestigiando la democracia representativa para privilegiar su modelo de democracia directa. El asunto no es nuevo: lo trató en 1993 el politólogo Giovanni Sartori –que conoce perfectamente México– al señalar que la democracia representativa es un sistema de suma positiva en la que todos ganan, en tanto que la democracia directa es un juego de suma cero en la que todos pierden.

Al lanzarse contra las instituciones electorales que fueron reformadas por la sociedad y sus partidos y sin intervención del gobierno, López Obrador está destruyendo la credibilidad y por tanto la existencia de las instituciones básicas de la democracia, aunque tramposamente lo hace en nombre de la democracia.

La confusión del candidato presidencial perredista derrotado radica en el concepto de democracia como procedimiento de relevo de gobernantes por la vía del voto y por tanto como ejercicio democrático, pero lo condiciona a la democracia de plaza, de mano alzada y directa que él ejerce desde la masa como presentante única de la sociedad. La democracia representativa es el único mecanismo que garantiza el modelo de democracia que reconoce la pluralidad y ésta se acomoda vía los procesos electorales.

Paradójicamente, la democracia directa es la que establece la condición de menos democracia que la representativa. Lo señaló Sartori en su libro “¿Qué es la democracia?”, por cierto circulado en 1993 en México en una coedición del Tribunal Federal Electoral y el Instituto Federal Electoral: “la democracia directa termina por ser suma nula y, por tanto, un mecanismo que a) agrava los conflictos y que b) activa el principio mayoritario absoluto”.

La democracia representativa es la que refleja la pluralidad de la sociedad a través de la representación de todas las fuerzas políticas; por eso unas ganan y otras pierden pero en las estructuras de reparto de posiciones de poder todas las fuerzas obtienen sus parcelas. La democracia directa impone el principio del poder como poder coercitivo y dominante porque excluye a las minorías.

Por tanto, López Obrador es un renegado de la democracia, aunque en nombre de la democracia. La única defensa de la democracia es la que protege las reglas e instituciones aprobadas; pero el PRD y el PAN de Madero quieren definir sus propias reglas democráticas. Si las instituciones judiciales electorales no responden a las expectativas, entonces el camino es el legal: de la ley a la ley. El PRD y el PAN de Madero han tenido años para reformas las instituciones, han participado en algunas reformas y nada hicieron para evitar las presuntas irregularidades de las pasadas elecciones presidenciales.La estrategia de López Obrador es la de movilizar a sus masas contra las instituciones electorales para destruirlas y entonces erigir sobre sus cenizas la democracia directa que impone, diría Sartori, el “principio mayoritario absoluto”. Paradójicamente fue el mismo mecanismo político absolutista del PRI anterior a la democratización electoral. El PRD avaló el actual sistema institucional electoral que garantiza la participación democrática, porque aun suponiendo la compra de votos el elector depositó sin coerciones su boleta en libertad. Por ello la siguiente reforma electoral debe penalizar las formas de compra de votos, pero sin destruir el sistema electoral ni condicionarlo al cesarismo.


Fuente: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/amlo-gramatica-de-democracia

Cristina Pacheco - Bullying a domicilio

Cristina Pacheco
Bullying a domicilio

Minerva se detiene, asienta las bolsas del mercado en el suelo y mira los tramos de escalera que le faltan para llegar al tercer piso en donde se encuentra su departamento. No es amplio, pero sí muy sólido. La alegra vivir allí y reconoce que hay otros motivos para sentirse privilegiada: ama a Rolando, tiene un hijo al que adora y una madre a la que por cariño llama Nina. Hoy, como todos los sábados, vendrá a visitarla.

Pensarlo duplica su fatiga. Minerva rechaza la sensación y mejor piensa en los buenos momentos que la esperan, cuando ella y su madre cocinen y conversen mientras Rolando y Kevin regresan del gimnasio gratuito. Retoma las bolsas y escucha desde lo alto la voz de Nina: 

–Mamá: ¿cómo entraste?
–Gracias a que tu vecina del cuatro me abrió, porque si no hubiera tenido que esperarte en la calle bajo el rayo del sol. 
–No pensé que vendrías tan temprano. 
–Yo llegué como siempre, a las 12; fue a ti a quien se le hizo tarde –recalca Nina. 
–Porque me encontré a Paty, la esposa del doctor, y me quedé un momentito con ella  –Minerva hace alto en el último escalón y ve a su madre como si contemplara un altar–; discúlpame, no me di cuenta. –No te preocupes. Comprendo que hayas querido platicar con una señora de tu edad. A ver, pásame una bolsa. 
–No, está muy pesada –Minerva besa a Nina y empieza a buscar las llaves en su bolsa–: híjole, no las encuentro. 
–Te he dicho mil veces que te las cuelgues en vez de meterlas en la bolsa, porque si te las roban, ¿cómo entras en tu casa? 
–Pues llamo al cerrajero. Está a dos cuadras. 
–¿Y qué necesidad tienes de gastar en eso? Ya sé que no sería mucho, porque cada llave sale en 10 pesos. Cuando uno los tiene no son nada, pero cuando no, parecen una fortuna. O será que yo he tenido que aprender a cuidar cada centavito de mi pensión. Deberías hacer lo mismo con el dinero que te da tu marido y con lo poco que ganas trabajando en el salón de Licha. 
 –Me paga mal, pero me deja faltar los sábados –el tema ha sido motivo de anteriores discusiones y Minerva prefiere desviar la conversación–: ¿Cuánto tiempo llevabas esperándome? 
–Como media hora o puede que un poco más. Hasta se me acalambraron las piernas por estar tanto tiempo sentada en el piso frío. A ver si no me enfermo. 
–Te voy a dar un juego de llaves para que ya nunca tengas necesidad de esperarme. 
–Mejor no. Si hay algo que me repatea es que tú o Rolando vayan a creer que quiero adueñarme de su casa –Nina se asoma a las bolsas de comida–: ¡Qué bueno que trajiste pescado! ¿Viste que tuviera los ojos brillantes? Si no, intoxicación segura. 
–Nacho me juró que estaba muy fresco. 
–¿Y crees que te iba a decir otra cosa? Al hombre lo que le interesa es vender –Nina saca el envoltorio con los filetes de dorado y se lo lleva a la nariz–: Huele muy fuerte. Espero que no esté descompuesto. 
–Si quieres lo devuelvo y cocinamos otra cosa. 
–Son 12 y media. De aquí a que vas al mercado y vuelves pasará una hora. Cocinaremos tarde y tú sabes muy bien que comer a deshoras me hace daño por la úlcera. 
–Por ahí tengo el nombre de una nueva medicina que es muy buena para curarla. 
–¿Te lo dio un médico? Si no, puede salirnos peor el remedio que la enfermedad. Ya tengo suficiente con las que padezco y no quiero echarme otra encima. 
–Aparte de la úlcera, ¿qué tienes? 
–Un montón de achaques. No quiero decírtelo para no cargarte con más problemas –Nina observa a su hija y luego sigue analizando el contenido de las bolsas–: Tú eres quien debería cuidarse. Piensa en Kevin. Si algo llegara a pasarte, ¿te imaginas qué será de ese pobre muchacho? 
–¿Me ves muy mal o qué? 
–No, pero flaca, y tú siempre has sido más bien llenita. 
–Hace ocho días que estoy a dieta. Ya bajé un kilo. Rolando está encantado. 
–Por darle gusto a ese hombre eres capaz de poner en peligro tu salud. Es un tesoro. Cuando uno está joven no lo piensa, pero luego, según van llegando los años, ya es otra cosa. ¿Trajiste los chiles güeros? 
–No encontré en ninguna parte, pero compré jalapeños. 
–Uh, pues entonces el pescado no va a salirnos sabroso. 
–Ay Nina, no exageres. Los jalapeños son muy ricos. 
–Pues sí, pero el sabor no es igual que el de los güeros. Esos son lo mejor para guisar un buen pescado. Pero ya ni modo, tendremos que cocinar con lo que hay –Nina se lava las manos en el fregadero–: Tengo muchas ganas de ver a Kevin. En el poquito rato que pude dormir anoche, lo soñé. 
–Él también estaba muy ilusionado de verte, pero su amigo Rey lo invitó a comer porque es su cumpleaños –Minerva esquiva la mirada–: Ya sabes cómo son los muchachos. 
–Tendré que esperar dos semanas para ver a mi único nieto, si es que Dios me presta vida hasta entonces. 
–Mamita: ¿por qué dices esas cosas tan feas? 
–Soy realista y a mi edad… En fin, lo único que le pido a Nuestro Señor es que no vaya a morirme y a quedarme solita en mi cuarto hasta que, por el olor, alguien se dé cuenta de mi fallecimiento –palpa los jitomates–: vivir sola tiene muchas ventajas, pero también sus riesgos. 
–Estás así porque quieres. Rolando y yo te hemos dicho mil veces que te vengas a vivir con nosotros. 
–A menos que pensaran meterme en el clóset, no sé dónde me pondrían –Nina mira a su alrededor–: este departamento es un dedal y para colmo carísimo. 
–Para nosotros tres está perfecto. 
–¿Viste? Tú misma me das la razón para que no acepte vivir con ustedes. Déjenme sola en mi cuartito, nada más llámenme por teléfono. No les pido más. 
–Nina, siempre lo hago. Te fallé el lunes porque fui a ver lo de un trabajo. 
–Y eso es mucho más importante que saber si tu madre sigue viva o está muerta, ¡claro! 
–Ay mamá, ¿qué te pasa? Hoy estás insoportable –Minerva se cubre la cara y empieza a llorar en el momento en que se abre la puerta y aparece Rolando. 
–Buenas tardes, Nina. Oiga, ¿qué le pasa a mi mujer? 
–No sé, estábamos platicando muy a gusto y de pronto se le salieron las lágrimas. Lo bueno es que yo estaba aquí para consolarla. 
–Amor, Minerva: deberías sentirte feliz de que tu madre viva y no como la mía, que hace años se me adelantó en el camino. Y eso sí, para que veas, es como para ponerse a llorar.


Leído en: http://www.jornada.unam.mx/2012/07/22/opinion/036o1soc