Luego de comprobar que buena parte de los recursos legales, pruebas y evidencias –presentados por “los progresistas” de las llamadas izquierdas para probar el fraude–, son un vulgar engaño a la opinión pública y una grosera ofensa a millones de electores, conviene revisar los lastres con los que pudiera llegar a Los Pinos el ganador de la contienda presidencial.
Y es que uno de los más recurrentes reclamos a Enrique Peña Nieto –de ciudadanos y electores, en general–, es que su llegada a la casa presidencial puede marcar el regreso de los “viejos dinosaurios” del PRI. Y por eso las preguntas.
¿Qué hará Peña Nieto para que no regrese lo peor del viejo partido? ¿Quiénes son los priístas que nunca deberán regresar a un cargo en el gobierno de EPN? ¿Cuáles son los políticos, líderes y dirigentes a los que deberá excluir de su proyecto, Peña Nieto? Y claro, ¿existen en el PRI, cuadros suficientes y con la capacitación necesaria, para renovar al envejecido partido tricolor?
Según distintas opiniones recabadas en las semanas recientes, está claro que no podrán estar de vuelta –en el gabinete de Peña–, ninguno de los políticos vinculados a Carlos Salinas. ¿Por qué? Porque el “villano favorito” sigue siendo un estigma que sería utilizado para debilitar la maltratada imagen de confianza y credibilidad de un presidente, que no precisamente llegará con la fuerza necesaria para empujar los cambios que reclama el país.
También es evidente que si Peña quiere mandar un claro mensaje de renovación y frescura en su gestión, deberá prescindir de buena parte de “los tolucos” y de los políticos formados en Atlacomulco. Y claro, no se diga, deberá mantener a distancia a la parentela de su tío y ex gobernador, Arturo Montiel.
Y es de sentido común que no habrá lugar en su gabinete para viejos cuadros emparentados con ex gobernadores pillos como Moreira, Yarrington, Marín, Ruiz y Murat –y muchos otros–, y menos para mandatarios en activo, como los de Veracruz, Nuevo León, Tamaulipas y Quintana Roo, en donde es evidente que la apuesta presidencial no estuvo con el candidato del PRI.
Pero, además, Peña Nieto deberá replantear la relación de su gobierno y su partido con liderazgos sindicales, como la señora Gordillo y el señor Deschamps, y muchos otros gremios que –sin lugar a dudas–, ofenden las reglas básicas de la democracia y se han convertido en verdaderos lastres para el país todo. Si EPN dice estar dispuesto a acabar con los monopolios económicos y mediáticos, debe extender esa promesa a los monopolios sindicales y, en el extremo, a los monopolios partidistas.
De igual manera, tendrá que ser el primero en romper y sancionar a gobernadores del PRI en activo que han sido descubiertos en presuntas pillerías, como es el caso de la Gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, que tiene un sobrino de 5 años, dueño de una fortuna presuntamente atesorada en los últimos cinco años, por los parientes de la Gobernadora.
Si quiere ganar la confianza de amplios sectores sociales que lo tienen en su lista de “malquerientes”, Peña Nieto no solo deberá ser el primero en hacer públicos, a satisfacción de los ciudadanos, los gastos de su campaña, sino pedir una investigación a fondo para gobiernos como los de Humberto Moreira, Leonel Godoy, Marco Antonio Adame, Emilio González Márquez y Narciso Agúndez, entre muchos otros, que resultaron verdaderos pillos en el ejercicio del poder.
Si quiere recuperar la credibilidad de sectores amplios que no votaron por él –y que lo van a cuestionar durante años–, tendrá que dar resultados rápidos y creíbles, en la lucha contra el crimen, como la captura de un pez gordo. Se sabe, por ejemplo, que el gobierno de Estados Unidos le ha ofrecido a Peña elementos fundamentales para la captura de capos y jefes del crimen, del más alto nivel. Y es que el sistema de inteligencia de Estados Unidos, tiene un detallado seguimiento de las actividades del capo de capos, “El Chapo” Guzmán.
Y claro, si quiere hacer un gobierno con mínimos de pluralidad, transparencia, libertad de expresión y participación ciudadana, tendrá que sumar a su gobierno a políticos opositores, a ciudadanos –en el papel de críticos y observadores de su gestión–, para impedir que ya en el poder, Peña Nieto pierda el piso y se aleje de los principios democráticos, de honestidad y transparencia.
¿Será capaz el señor Peña Nieto, en su papel de presidente de los mexicanos, de hacer un gobierno que haga historia? El tiempo lo dirá. Pero aquí se lo estaremos recordando. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Ahora las transas están en la cancha de AMLO. ¿Podrán probarlas?
Fuente: http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/el-lastre-de-pena
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