lunes, 21 de noviembre de 2011

Forista invitada Tancredi



¡Qué padre, sólo el 10% de los funcionarios son corruptos!

Con una caradura que cautivaría a algunos cómicos norteamericanos, Salvador Vega Casillas, Secretario de la Función Pública, nos informa que según estudios de Transparencia Internacional sólo el diez por ciento de los servidores públicos en México son corruptos. Oh, my dog!

Si nos remontáramos a los albores de nuestros inicios como país, veríamos que, no obstante no estar acuñado el término corrupción, entre señores y vasallos se daba un fenómeno de pago (vasallos), para recibir protección de parte de los meros, meros, mandamases de aquellos años. Los aborígenes pagaban, también, para recibir inmunidad. Podemos decir que la corrupción en México llegó con los colonizadores, y se siguió de frente como diciendo “voy derecho y no me quito”, hasta nuestros días.

En su acepción más amplia, la corrupción puede definirse como  el uso ilegal e ilegítimo, no ético, pues, de recursos públicos para beneficiar a amigos, familiares o, incluso, organizaciones. Es la conducta desviada de los funcionarios públicos que abusan de su poder para obtener beneficios personales. Parafraseando a Guillermo Brizio, la corrupción desde el punto de vista eminentemente jurídico, es aquel acto racional, pero ilegal, que los funcionarios públicos cometen con la única finalidad de beneficiarse en función de sus intereses, en contra del interés común, que sería el de la sociedad.

Como sabe la mayoría, la corrupción no es privativa del sector público. ¡Qué va! La corrupción está en todas partes, en todos los sectores, en todos los estratos sociales, se practica tanto por hombres como por mujeres. La corrupción es una hidra. Es un virus que permea a la sociedad y se mete en sus casas.

Son corruptas, por ejemplo, las “maistras tragatortas”, que abandonan los grupos para irse a una reunión del sindicato; es tan corrupto el agente de tránsito que pide cincuenta pesos “para los chescos”, como el alto funcionario de seguridad que se construye una casita de veinte millones; es igual de corrupto el empleadillo que pide lana para agilizar un trámite, como el líder de un partido que usa las prerrogativas para hacerse de bienes personales. Tan corrupto es el burócrata de quinta que acepta un moche, como el director de una paraestatal que acepta un Ferrari. Corruptos son los diputados ausentistas, o los que se presentan ebrios a trabajar (saludos Kahwagi, Muñoz Ledo, y otros bebedores que no son precisamente diputados).

Corrupto es el alcalde que permite que su hermano venda quesos de a cuatrocientos mil varos, y también corrupto es el director de un instituto de salud que desvalija la entidad y la deja hasta sin medicamentos, mientras usa dinero para su campaña politica.  Es igual de corrupto el grillo polaco que ofrece un vegetal de la familia de las  cucurbitáceas a un escribidor de columnas, como el periodista que lo acepta, juar!!!

En fin, de momento no me acuerdo de cuáles otras son las corrupciones y los corruptos más reconocidos en México, tal vez alguien me pueda ayudar a hacer memoria, pero lo que sí recuerdo es a Salvador Vega Casillas diciendo que: “a pesar de que todos los días se registran casos de corrupción en la administración pública, esta conducta no es la generalidad sino la excepción”.

No dispongo  ahorita de información sobre el número total de servidores públicos, en los tres niveles de gobierno, desde el prefecto de una escuela de gobierno o un policía de a pie, hasta Secretarios de Estado, pero sentirnos satisfechos porque sólo el diez por ciento de ellos es corrupto es algo así como una charlotada.

Oh, my dog!!!


Tancredi

La Revolución olvidada José Cárdenas



Cuando Pancho Villa y Emiliano Zapata entraron a la ciudad de México, lo primero que hicieron fue llegar a Palacio Nacional. Buscaron el símbolo del poder. Se tomaron la foto. Villa sentado en la “silla del águila”. El Caudillo del Sur rehusó ocuparla. Creía que esa silla estaba maldita…

Cien años después, la Revolución Mexicana parece encarcelada entre recuerdos sepia, libros deshojados y discursos de cartón.

Emilio Chuayffet, líder de los diputados, advierte que en un siglo hemos olvidado esa lección de la historia, y tanto, que nuestra libertad hoy está amenazada por afrentas, infamias, calumnias y atropellos.

“La Revolución fue, quiérase o no, un acontecimiento civilizador porque construyó un Estado de derecho con la fuerza de la política. Por eso ahora es preciso y urgente que no desacreditemos a la política, que no la reduzcamos o desaparezcamos su valor social, ni la hagamos sinónimo de barbarie o de cinismo”.

El Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte, reclama el apego a nuestra Ley Fundamental para mantener la paz: “Necesitamos recordar que la Revolución nos dejó instituciones y leyes, para evitar que la experiencia sangrienta que nos hizo nacer como estado moderno, se vuelva a repetir”…

Pero…

El 20 de noviembre ya no motiva. Parece que sólo sirve para hacer “puente”, aprovechar las ofertas del “Buen Fin”, ver un desfile de atletas y aviones y colgarnos las medallas desteñidas de los héroes.

¿De qué sirvió La Revolución? Cuando 50 millones de mexicanos viven en la miseria. Cuando somos una fábrica de pobres, de a cinco por minuto.

La injusticia que detonó el movimiento armado sigue enquistada.

Como el resto de las revoluciones, la nuestra tuvo un lado destructivo y doloroso, pero también tuvo una faceta promisoria que se ha diluido…

¿Qué hicimos mal? ¿La Revolución fue inútil?

Jean-François Revel, filósofo, escritor y periodista, decía que las revoluciones sólo sirven para dos cosas: para concentrar aún más el poder o para nada.

En México pasó lo mismo. Nuestra revolución acabó con la dictadura porfirista para dar pie a la dictadura perfecta.

Quien sostenga que México fue un país democrático después de la Revolución tiene que hacer memoria.

Un siglo después, una gran parte de México está desencajado, como con rabia. No sólo hemos sido castigados por la violencia, que nos duele a todos. El ánimo nacional está por los suelos. Vivimos con decepción y encono; dolidos y traicionados por el poder. Deprimidos.

A los mexicanos nos falta una tercera revolución. Un despertador para dejar de soñar como un pueblo jodido. Para que no nos envicien la ira, la soberbia, el prejuicio, el desdén o la venganza…

MONJE LOCO: Hay países democráticos, y de los otros. Tierras donde los perdedores reconocen el triunfo de los adversarios y no pasa nada. Por ejemplo España, que siete años miró a la izquierda y ahora gira zarandeado por la peor crisis económica. Los electores no perdonan. Le pegaron una “tunda” a Zapatero. Se la cobraron. Fue el peor resultado socialista en treinta y cuatro años. En cambio, el PP consigue la mayor cuota de poder lograda nunca por un partido político. Gobernará España con la mayoría absoluta en Las Cortes, y en solitario. Los conservadores regresan en un mes a La Moncloa... y por fin llega Mariano Rajoy. ¡Revolución Azul!, la que viene en España… Ya se sabe, ya se supo…

Calderón ¿a juicio? Lydia Cacho



A miles de personas les parece una locura absoluta que haya quien crea que este es el momento adecuado para presentar una acusación contra el gobierno de Felipe Calderón ante la Corte Penal Internacional (CPI). Pero casi veinte mil personas, en general activistas; mujeres y hombres defensores de derechos humanos, han decidido que no se debe ocultar una tragedia que está a la vista de toda la sociedad.

Según la denuncia ciudadana que esta semana se entregará en Holanda en la sede de la CPI, en México durante los últimos años, se han cometido y se siguen cometiendo de forma sistemática tanto crímenes de lesa humanidad como crímenes de guerra. La acusación señala a todos los actores fundamentales: los Cárteles de las drogas y sus cómplices en el ámbito político y empresarial, y el gabinete de Felipe Calderón, quien de la mano del Ejército mexicano, está, según los casos documentados, participando en el aniquilamiento y las despariciones forzadas de cientos de personas, todo ello bajo el auspicio de la confusión que ha generado una guerra cuyo cuartel son las calles de México.

Más allá de lo que pueda suceder en la Corte Penal Internacional, resulta interesante que se haya decidido utilizar un mecanismo legal para pedir ayuda ante una situación que, además de parecernos insostenible ya, mantiene en vilo a millones de personas que diariamente se preguntan cuándo van a parar los asesinatos, las desapariciones, los secuestros y todos los delitos correlacionados con la batalla abierta entre estos grupos, que a pesar de ser antagonistas, sistemáticamente nos demuestran que incurren en prácticas similares para alcanzar fines distintos. Lo coierto es que la mayor parte de la sociedad coincide en que parece que los gobernantes simplemente administran una crisis criminal y el baño de sangre, peor no muestran una ruta de salida que no implique más muertes y más violencia.

Por un lado el equipo de guerra del calderonismo, cuyo nuevo gran estratega en el norte es Jorge Tello Peón (uno de los grandes expertos mexicanos en Inteligencia de seguridad nacional) ha asumido estrategias antirrerosistas de que en momentos determinados exigen la eliminación sistemática de grupos criminales, a la que se han sumado gustosos algunos Secretarios de Seguridad Pública como el General Bibiano Villa, gobernadores y alcaldes de diversas entidades y, claro está, grupos de élite del ejército.

Una de las tareas más difíciles será demostrar con evidencia judicial la existencia y operación formal de equipos paramilitares, cuya estrategia consiste en llevar a cabo limpieza de pequeños grupos delictivos que son considerados potencialmente peligrosos para ciertas regiones del país.

En esta acusación ante la CPI, se presentarán expedientes documentados que acreditan 470 casos concretos de violaciones al Derecho Internacional Humanitario por parte de diversos cuerpos de seguridad del Gobierno Federal (tortura, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, secuestros y sometimiento a esclavitud en contra de migrantes para después venderles a los cárteles).

Lo mismo en http://www.vanguardia.com.mx/calderon%C2%BFajuicio?-1153589-columna.html
Otros países como Colombia, esperaron una década para comprender los efectos secundarios que la guerra contra las drogas impuesta por Washington, dejó en calles, escuelas y hogares de ese hermoso país. Colombia quedó, después de una batalla perdida, con un 500% más de consumidores de droga que antes de la guerra. Y su producción de cocaína se mantiene estable y próspera. Detrás de esa guerra quedaron miles de familias cuyos hijos e hijas desaparecieron sin dejar rastro, o fueron asesinados por comandos paramilitares avalados por la dupla operativa de los gobiernos de Colombia y Washington. Lo demás es historia.

Podemos o no estar de acuerdo en que se plantee esta denuncia ante una corte internacional, lo cierto es que resultará interesante conocer el diagnóstico que emitan estos jueces desde afuera. Ellos que han documentado crímenes de lesa humanidad en el mundo entero, particularmente enfocados en África en los últimos años, ahora tornan su mirada a un país para ellos inesperado: México. Por lo pronto lo que se rumora ya entre asesores y especialistas  de la CPI es que hay evidencia de patrones de desapariciones forzadas que llevan consigo ecos de limpieza social.

Sea cual sea el resultado, los abogados estarán ante el fiscal de la Corte Penal el 25 de noviembre, día emblemático de la erradicación de la violencia contra las mujeres. No es una casualidad; más del 80 por ciento de las personas movilizadas en México que buscan a  sus hijos e hijas, que denuncian, que dedican sus días y noches a exigir justicia, desde los pequeños pueblos indígenas de norte a sur, hasta las ciudades, son mujeres. Ellas documentaron la violencia de militares, la trata de personas perpetrada por narcotraficantes y políticos, ellas las madres, esposas e hijas, han impulsado su derecho a la palabra, a la justicia, pero sobre todo, el derecho de toda la sociedad a la paz. Ahora van acompañadas de hombres que han decidido no guardar silencio.

Habrá quien piense que solicitar este juicio es una locura, pero es en realidad un acto de libertad. Felipe Calderón ha dicho durante cinco años que la gente debe creer en las instituciones, que la sociedad debe denunciar los delitos, ser valiente, impulsar la paz en México. Este juicio es, paradójicamente, una prueba de que millones de personas nacidas en México coinciden, al menos en eso, con el presidente. Hay que esclarecer la verdad para comenzar a reconstruir al país, hacerlo por la vía judicial y no con el uso de la violencia.

El Buen (real) Fin Raymundo Riva Palacio



Vaya fin de semana largo. Decenas de miles de personas en todo el país inundaron las tiendas en busca de las mejores oportunidades de compra ante un espacio de ofertas y rebajas que se inauguró en México con la participación de cientos de empresas, comercios y tiendas departamentales, las grandes cadenas de televisión que promovieron masivamente el acontecimiento socio-comercial, y el gobierno federal que anticipó parte del aguinaldo a los burócratas para que tuvieran efectivo con qué gastar.

Fue la búsqueda de un estímulo para reactivar la economía mediante el fomento al consumo, pero sobre todo, como lo aclaró la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio, que organizó el evento, para “mejorar la calidad de vida de todas las familias mexicanas”. En este juego de palabras está uno de los motores de la iniciativa. No es mentira el estímulo al consumo, pero también hay  un propósito político atrás de todo.

Este objetivo, a decir de personas que participaron en el entramado del Buen Fin, pretende inyectar esperanza a la sociedad mexicana con uno de los recursos probados de detonador de ánimo, el consumo, apoyado en un distractor al entorno de sangre y muertos de la larga campaña contra las bandas de narcotraficantes. La duplicidad de metas es ambiciosa, pero se puede alegar que es un buen intento.

El consumo ciertamente no se ha podido recuperar de la crisis de 2009, la peor en el país en 15 años. En el primer trimestre de este año, segundo de la recuperación, el consumo crecía de manera más lenta que en 2010 (a 0.88%), y la expectativa del INEGI de un incremento de 4.9% en comparación con el año pasado, no parece ir por buen camino. Por ejemplo, de septiembre a octubre de este año el consumo creció 0.04%, mientras que en el mismo periodo de 2010 llegó a 7.46%.

La expansión económica no ha marchado al ritmo deseado, y la iniciativa del Buen Fin, con la cual teóricamente –como sucede con el Black Friday en Estados Unidos- arrancaría la temporada navideña, ampliando las semanas de alto consumo, ha tenido claroscuros porque las rebajas y las ofertas estuvieron muy distantes, en muchos casos, de la expectativa levantada. La otra meta, sí parece alcanzarse.

Distractores en momentos de angustia y frustración son utilizadas por los gobiernos de manera regular. En México hubo un caso paradigmático en 1995, que sirvió para aliviar anímicamente ante la debacle financiera. En ese año, el presidente Ernesto Zedillo ordenó encuestas para medir el ánimo, y al ver los grados de depresión que había, buscaron cómo enfrentarlo. Desecharon la propuesta de spots y optaron por una nueva forma de comunicación: importaron de Puerto Rico a “El Chupacabras”.

“El Chupacabras” era algo como un animal diabólico que mataba a quien se le atravesara y se lo comía. En Los Pinosdecidieron que llegara por Chiapas, y poco a poco, a base de rumor, lo hicieron viajar por el país. En unos meses, comunidades enteras habían cambiado sus patrones de comportamiento y en algunos casos llevó a gobiernos a modificar esquemas de seguridad. Comenzaron a denunciar robos y crímenes adjudicados al él, e incluso que había embarazado a un chica.

Al empezar a convertirse en un problema social, “El Chupacabras” se fue de mojado a Estados Unidos y desapareció del imaginario mexicano. El invento no resolvió el problema financiero, pero le dio espacios al gobierno de Zedillo para ir enfrentando la crisis. El Buen Fin apunta en la misma dirección, pero con un doble objetivo. En el largo plazo, si se consolida como un referente para la economía, se establecerá un mecanismo de rendición de cuentas para futuras políticas del gobierno. En el corto, muestra que sí hay preocupación por el ánimo de la sociedad, señal de que no hay insensibilidad por lo que sucede en las calles mexicanas, que por lo menos, es algo para reconocer.

Le llegó la hora al senador Beltrones Ciro Gómez L



La principal característica del proceso de sucesión presidencial 2012 ha sido la buena dosis de sentido común. Las señales incontrovertibles forzaron la retirada de Javier Lozano, Heriberto Félix, Alonso Lujambio y Emilio González. Y un cálculo de costos-beneficios sacó de la carrera a un primer peso pesado, Marcelo Ebrard.
El PAN sigue tratando de convencerse a sí mismo de que tiene tres candidatos competitivos y estira la liga de la inexorable toma de decisión. Allá ellos y el tiempo perdido.
Esta semana es del PRI. Un segundo peso pesado deberá decir adiós. En la política nacional no hay alguien más lejano a un Juanito que el senador Manlio Fabio Beltrones. Sería una insensatez, por tanto, registrarse para un cara a cara con Enrique Peña Nieto sabiendo que no tiene probabilidad de conseguir la candidatura.
Hay una analogía, quizá dramática, entre Ebrard y Beltrones. Deben ser los políticos más dotados y que mejor proyectan la imagen de serenidad de un estadista. Pero les tocó coincidir con los personajes más populares que han tenido sus partidos en al menos una década. Ebrard lo asumió con Andrés Manuel López Obrador. Le llegó la hora a Beltrones. Creo que la forma en que abandone la competencia marcará el tono anímico del arranque de Peña Nieto.
Me cuesta entender la severidad de quienes han visto en la aspiración legítima de Beltrones un artificio malintencionado contra el ex gobernador del Estado de México.
Beltrones merece una ovación. Mal haría el PRI soberbio en castigarlo con el desdén y marginarlo. Pregunten si no al senador Francisco Labastida, que pobremente aconsejado se deshizo de él en el 2000, no fuera a ser que le enturbiara y ensuciara la campaña.
Al fin, el PRI nunca iba a perder una elección.

Primera semana de dichos y hechos Carlos Marín



La comparecencia de Andrés Manuel López Obrador en Televisa, con Joaquín López-Dóriga, provocó escozor en lambiscones ávidos de poder que, a falta de merecimientos, le lamían los pies y celebraban cuanta puntada se aventaba y hoy no aceptan su amorosa nueva estrategia.
Más papistas que el Papa, tomaron en serio sus baladronadas después de que se reveló incapaz de asumir la derrota por el triste 0.56 por ciento frente a Felipe Calderón.
Otra polémica se generó la mañana de su aparición con Joaquín, con su desatinada táctica de usar patiñospara poder figurar en millones de spots de los tiempos oficiales.
Antier sábado, ante el rechazo a la maniobra por parte de Jesús Zambrano, dirigente nacional del PRD, y de que Alberto Anaya, del PT, aclarara que no jugará de sparring, AMLO declaró en Durango:
“Me llamó la atención que malinterpretaron lo que expresé. Dije que, en el caso de que se resolviera, podrían inscribirse los presidentes de los partidos, pero en forma transparente y explicando por qué; es decir, la falta de equidad. Porque la ley electoral está mal hecha, por decir lo menos…”.
Fue con Carmen Aristegui donde se anticiparon los dos hechos relevantes de su primera semana como seguro precandidato único del amasijo de la izquierda partidista.
La periodista le planteó:
—Vas a estar en el Canal 2 esta noche. ¿Qué significa precisamente, una vez que tú has dicho una y otra vez que te han cerrado los espacios, que no te han dado cabida, que es parte de la mafia que gobierna el país? (...). Anunció Joaquín López-Dóriga que estarías esta noche y tú lo confirmas después de haber hablado de la mafia del poder, después de haber hablado de Carlos Salinas de Gortari y Televisa; después de haber dicho que Peña Nieto es el candidato de la mafia del poder; después de haber dicho que hay un cerco informativo de los medios de comunicación…
—Sí, me invitan y voy a asistir —le respondió.
—¿Y luego? —inquirió ella.
—Y ahí vamos a hablar.
—¿De estos temas?
—Vamos a ver cómo se presenta la entrevista. Yo quisiera que no fuese de confrontación. Que pudiésemos hablar de manera sensata, sin aspavientos, sin rupturas (…). Tengo que aceptar la invitación de Televisa porque debo de cumplir con mi responsabilidad como aspirante, y es indudable que se necesitan medios de comunicación…
Y sobre la fabricación de “adversarios”, también con Aristegui dijo:
—Vamos a acatar lo que establece la legislación electoral vigente (…). No se le puede impedir a nadie que participe (…). A mí no me gustaría que fingiéramos, que simuláramos para tener el espacio (…). Lo que sí pueden hacer los dirigentes de los partidos es analizar esto bien, y sin simulación decir ‘no es justo’…
—¿Y como qué se podría hacer? —le preguntó Aristegui.
—Abiertamente.
—Por ejemplo…
—Pues que se inscriban los tres presidentes de los tres partidos.
—Pero eso es una simulación porque se entendería que no están participando de veras.
—No. Pero aclarándolo…
(¿?)

Sin odios ni rencores: puro amor Luis González de Alba


La calumnia no me llega.
El odio no ha nacido en mí.
GDO, julio de 1968.
Todos juntos, sin odios ni rencores, construyamos una “República Amorosa”: AMLO: I’m love. Se consolida la unidad de las izquierdas en torno del presidente legítimo: ¿De veras? La cabra tira al monte y quien se crió en el PRI, mamó del PRI, compuso el Himno al PRI, dirigió el PRI-Tabasco, es del PRI, y del peor y más viejo PRI. ¿No es muy sencillo? Y sigue ofuscando ingenuos.
¿Por qué es de izquierda AMLO, gobernante con todas las mañas del más viejo PRI, como no licitar sus obras milmillonarias nunca contempladas en el presupuesto, no informar sus costos, conseguir que esos pagos fueran top secret por doce años (logro alcanzado por su peón René Bejarano cuando dirigió la Asamblea Legislativa del DF). Sí, el mismo Bejarano que fue grabado recibiendo fajos de dólares extorsionados a un empresario, ese mismo blindó los precios de obra nunca licitada. Pero el plazo para el secreto está por caducar. A López le urge un puesto con impunidad, perdón, digo con fuero.
¿Por qué es de izquierda el PT, denunciado por veinte años como creación de los hermanos Carlos y Raúl Salinas para destruir al primer PRD, aquel conformado por pequeños partidos de izquierda bajo el registro del Partido Comunista?
¿Cómo fue a dar a la izquierda el joven diputado que hizo el panegírico del presidente Díaz Ordaz como salvador de la Patria en 1968, fue luego presidente nacional del PRI, embajador ante la ONU, traidor al PRI al ser candidato presidencial por el PARM, traidor al PARM cuando vio el inminente triunfo del PAN con Fox y pegó el salto, embajador de Fox en la UE, traidor al PAN, traidor al PRD porque es diputado por el PT, criatura de los Salinas, y cuyas iniciales son Porfirio Muñoz Ledo?
Descontemos de impuestos la engorda de partidos

“Los partidos políticos representan la variopinta diversidad del pueblo mexicano”. Es la tesis ingenua y bienpensante, tierna y romántica que sustenta la idea de que debamos engordarlos con varios miles de millones de pesos al año que arrebatan a la infraestructura de ferrocarriles, puertos, carreteras, aeropuertos, policías bien pagadas, sistema de inteligencia para prevenir el delito, investigadores con tecnología de punta a su disposición, medicina forense digna de ese nombre, Ministerio Público eficiente, seguimiento de policías despedidos y de delincuentes liberados.
Para nada de eso hay fondos porque los partidos se los otorgan, sin robar, de forma legítima, para aplicar en su beneficio exclusivo. Sin duda tres partidos tienen raíces y representan porciones de la ciudadanía: PRI, PAN y PRD (con todas sus diversidades internas). Pero el Partido Verde es a los partidos lo que el Doctor Simi, tío del Niño Verde (por la cruda diaria del reventón que le pagamos) es a las compañías que invierten millones de dólares en investigar, descubrir y sacar a la venta nuevos medicamentos. Es un partido de similares, de una sola familia muy similar.
Depas en Cancún, wey, y de a muchos, y yates wey, la pura buena onda, ¿no? Ches nacos envidiosos.
Y el partido de la Maestra, ¿cómo se llama? Ese, pues. ¿Representa un sector de la ciudadanía que no está a gusto en ninguno de los tres grandes? ¿Por qué debemos sostener el Chuky-partido, juguete y carta comodín de una señora de riqueza inexplicable?
Los abajo-aplastados no tenemos a quién recurrir: los partidos hacen el pastel, se lo reparten y se lo comen. Les causa risa la molestia ciudadana, las críticas que los tienen calificados como peores que los peores policías.
La Suprema Corte no tiene vela en ese reparto. Los estados retozan en las partidas federales que se les incrementan sin pedir a cambio mejores cuentas, al menos en seguridad y en infraestructura. Pero podríamos, cada año, calcular el porcentaje de nuestros impuestos que irá a partidos y descontar ese tanto por ciento de nuestra declaración anual. Y que nos encarcelen a todos por evasión, porque, en efecto, será técnicamente evasión de impuestos. Pero ya basta: Niños Verdes vomitados, parrandas, viajes de estudio a París para regresar diciendo que vieron un río. Una maestra con propiedades multimillonarias en México y en el extranjero, otros dueños de partidos escuchando ofertas para venderse al mejor postor.
Esa es la realidad de nuestros partidos, no las organizaciones de interés social que dice la Constitución.
De cómo una bellísima mujer hace todo por destruir su vida, y casi lo consigue: Olga (Planeta, 2010)