Al proponer la creación de una Comisión Nacional Anticorrupción, Enrique Peña Nieto intenta cubrir el Talón de Aquiles del PRI y del sistema que retorna con su regreso al poder. La corrupción vista como uno de los graves problemas “históricos” de México; como un fenómeno “que afecta a la economía, aumenta la desigualdad y desalienta las inversiones en el país”; pero también la corrupción vista como un “problema ético” que distorsiona el servicio público y hace que la sociedad perciba la política “como un negocio al servicio de los poderosos”, son algunos argumentos que el presidente electo plantea en la iniciativa de ley que ayer envió al Congreso.
Senadores de PRI y PVEM -dos partidos que han sido emblemáticos de la corrupción en México- suscribirán esta iniciativa que equipara al problema de la corrupción con el de la desigualdad como de los dos males más dañinos del país. Sin hablar del pasado de los gobiernos priistas, el texto de la iniciativa que ya circula de manera preliminar en el Senado, sí habla del fenómeno en los sexenios del PAN. “El arribo de la alternancia política ha tenido poco efecto a la hora de reducir los niveles de corrupción e incluso se observa un incremento moderado del problema”.