Lo ocurrido el miércoles pasado en la Ciudad de México no fue cosa menor.
En los días de furia que vive el país, resulta no sólo inadmisible, sino alarmante, que sólo “entre 200 o 250” hayan sometido a grupos de granaderos protegidos con escudos y cascos. Si eso logran anarquistas con ese número, ¿qué ocurrirá cuando sean miles los que salgan a las calles a protestar y a agredir?
Lo ocurrido el miércoles pasado en la Ciudad de México no fue cosa menor.
Que decenas de anarquistas hayan desafiado y, en algunos momentos, sometido a policías capitalinos —golpeados, quemados, gaseados, pateados, vencidos—, nos refleja que la autoridad no sólo no ha comprendido la dimensión del conflicto social, sino que ni siquiera conoce al enemigo y, por tanto, no sabe cómo enfrentarlo y neutralizarlo.