viernes, 27 de abril de 2012

Viernes musical - Blog Democracia en México Ya!

Nace en la capital mexicana el 24 de abril de 1971, pero es registrado en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, conocida mundialmente como la auténtica «Cuna del Mariachi». Es hijo menor del famoso cantante ranchero Vicente Fernández y de María del Refugio Abarca, conocida como Doña Cuca. Crece en el seno de una familia tradicionalmente unida. Tiene dos hermanos mayores Vicente Jr. y Gerardo, y una hermana Alejandra.




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http://democraciaenmxicoya.blogspot.com.es/2012/04/alejandro-fernandez.html

Ramnr - La danza de las encuestas.


Veo que hay algunas dudas de como las casas encuestadoras obtienen sus datos y luego como las hacen "crecer", dando la impresiòn de que estàn favoreciendo a tal o cual candidato.

Usarè como ejemplo, la encuesta de Gea/Isa, por ser la que mejor conocemos en el Blog, bajo los siguientes considerandos:

Esta casa, sale a encuestar por diferentes medios, a 1,152 diversas personas de la Repùblica Mexicana, supongo que los elige en cuanto a su sexo, guardando la relaciòn porcentual existente en la Repùblica de 48% hombres y 52% mujeres.

Ademàs, tambièn supongo que va escogiendo de cada poblaciòn, de acuerdo a su proporcionalidad por concentraciòn de votantes, asì por ejemplo, deberìan de salir a encuestar a 72 hombres y 79 mujeres en el Edo. de Mèx. porque esa es la parte proporcional de los 1,152 en los 10.4 millones de votantes de ese estado y asì, para el resto de las poblacciones.

No creo que hagan ninguna distinciòn en cuanto a los grupos de edades, aunque debemos recordar que al menos el 54% de los votantes, estàn entre los 18 y 39 años de edad.

Una vez alcanzados los porcentajes efectivos, tomados de las encuestas, hacen su primer reporte, dando a conocer la cantidad de indecisos:

EJEMPLO:
Candidato A: . . . 38.2%
Candidato B: . . . 19.9%
Candidato C: . . . 17.0%
Candidato D: . . . 01.2%
Indecisos:  . . . . 23.7%

Los porcentajes son aplicados a la Lista Nominal de ciudadanos que se supone que si van a votar, dando la cantidad de simpatizantes por candidato. Expresado en votantes:

Candidato A: . . . 30,379,505
Candidato B: . . . 15,825,979
Candidato C: . . . 13,519,675
Candidato D: . . . 954,330
Indecisos:  . . . . 18,848,017

A dichas cantidades, se les resta la cantidad de votantes indecisos, lo que disminuye la cantidad de votantes que dicen ir a votar, esto es que a la lista original de 79,527,499 votantes, se le restan la cantidad de indecisos, 18.848.017 haciendo de cuenta que estos no van a votar, quedando solo un total de 60,679,482 de donde se van a calcular los nuevos porcentajes.

Candidato A: . . . 30,379,505/60,679,482 = . . . 50.1%
Candidato B: . . . 15,825,979/60,679,482=  . . . 26.1%
Candidato C: . . . 13,519,675 / 60,679,482 = . . 22.3%
Candidato D: . . . 954,330 / 60,679,482 = . . . . . 1.6%

Y asì es como salen los nùmeros màgicos de las casas encuestadoras. En lo personal, yo no veo que quièn gane, lo vaya a hacer por màs de 16/18 millones de votos, el abstencionismo es muy importante para dejarlo a un lado, metiendo el abstencionismo en esta cuenta y respetando la relaciòn porcentual, la cuenta serìa otra muy distinta, pero ese serà motivo de otra columna, si es que esta despierta el interes de ustedes.
Indecisos:  . . . . 18,848,017

Riva Palacio - ¿Lucha de tres?

La ventaja en las preferencias electorales de Enrique Peña Nieto sobre sus adversarios es todavía tan clara, que oculta una caída en el gusto de los electores. Un creciente número de casas encuestadoras están mostrando esta tendencia, que permite entender las estrategias que están desplegando los equipos de campaña y al modelo de spots que están difundiendo. Asimismo, ayuda a explicar el por qué en los círculos cercanos a Peña Nieto están promoviendo en medios una oposición a las tácticas de contraste, que mal llaman “guerra sucia”.  

A Peña Nieto le urge detener las campañas de contraste porque le están haciendo daño. El PRI consiguió que el IFE ordenara sacar del aire los spots de radio promocionales del libro “Las Mujeres de Peña Nieto” del periodista Alberto Tavira, transmitidos por MVS, pero no logró impedir la difusión de los spots del PAN de los compromisos incumplidos, que ha tenido un impacto sustantivo.

De acuerdo con las mediciones que tiene en sus manos Josefina Vázquez Mota, la campaña de los compromisos incumplidos incrementó nueve puntos los negativos de Peña Nieto, lo cual probó por primera vez que el teflón que ha mantenido desde que era gobernador en el Estado de México, es vulnerable. Las mismas mediciones revelan que si bien su mensaje de cumplir compromisos tiene una recordación de 17%, aquél que no cumple lo que promete y es mentiroso, llega a 13%. 

La creación de negativos no se tradujo en mejoría de la preferencia electoral para Vázquez Mota. De hecho, según personas que han visto los estudios demoscópicos de la campaña presidencial del PAN, la batería de spots sobre los compromisos incumplidos cayeron en la bolsa de López Obrador cuyo equipo, a su vez, ha escogido otra estrategia de ataque al priísta, sus gastos de campaña y la presunta violación del tope legal.

La campaña de contraste que comenzó el PAN, que inicialmente desestimó Peña Nieto, obligó a su equipo de campaña a enfrentarla con nuevos spots donde el eje del mensaje es que sí cumple los compromisos que promete. El mismo candidato ha reiterado que los 608 compromisos que hizo como candidato al gobierno del Estado de México, donde casi una sexta parte están cuestionados por no haberlos terminado y haber asegurado, con notario en mano, que sí los hizo, pueden ser verificados por quien desee, pues existe una página en Internet donde los muestra. Ciertamente, hay decenas de inconsistencias entre la página y la realidad.

Pero la nueva estrategia mediática de Peña Nieto, muestra que el golpe que le dieron tuvo efecto. De manera creciente, varias casas encuestadoras con reputación acreditada han venido registrando una caída en las preferencias electorales del priísta. Hace dos semanas Demotecnia colocó a Peña Nieto con 38 puntos en las preferencias electorales. Este miércoles, el diario Reforma reportó que el priísta tenía 42% de respaldo nacional. Dos encuestas a las que se les puede señalar un sesgo, Covarrubias y Asociados –que ha trabajado cerca de Andrés Manuel López Obrador durante casi una década- y la interna de Vázquez Mota, colocaban al priista con una ventaja de 43% y 42% de las preferencias. ¿Qué significa esto? Que si los adversarios de Peña Nieto fortalecen sus candidaturas y enfocan el mensaje, podrían lograr que la elección presidencial del 1 de julio fuera a tercios, un escenario donde cualquiera puede ganar.

Pero para que esto pudiera darse, las campañas durante la próxima semana previa al debate, y el debate en sí mismo dentro de dos domingos, jugarán un papel central. Son aproximadamente 10 días los que tienen Vázquez Mota y López Obrador para frenar completamente a Peña Nieto y aumentarle sus negativos, al tiempo que van persuadiendo al electorado que sus candidaturas son viables. Pero Peña Nieto no está paralizado, como lo ha venido demostrando, y ajusta continuamente sus estrategias. Todo esto ayuda al proceso y permite que los mexicanos conozcan mejor a quienes disputan el poder, para que elijan, con más información en la mano, a quien deseen como su presidente.


Leído en http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/lucha-de-tres

Ciro - No votes por esa puta taurina


Una de las batallas más feroces de la campaña 2012 se está librando en una esquina de Doctor Vértiz, saliendo de la glorieta SCOP, o glorieta Vértiz, del lado izquierdo rumbo al centro. Colonia Narvarte, Ciudad de México.
Cada tarde que paso por ahí veo una escena distinta, depende de qué bando haya ganado el combate. Me refiero a uno de esos anuncios plastificados pegados a la pared, pero a ras de banqueta, que los mercadólogos llaman vallas publicitarias. Las primeras tardes brillaba la foto de la candidata de las izquierdas al Senado por el DF, Alejandra Barrales. Su sonrisa de dientes blanquísimos y perfectos.
Pero una mano hostil pintó de negro un incisivo central y dejó blanco el otro, un incisivo lateral y dejó blanco el otro, un colmillo y dejó blanco el otro. La sonrisa del millón devino horrible boca de chimuela.
Pobre Alejandra, pensé, así se quedará hasta julio. Para mi sorpresa, una o dos tardes después, la dentadura nívea había reaparecido. Le pintaron entonces un parche de pirata, que a las pocas tardes desapareció. Deduzco que hay un pelotón de tiempo completo que defiende la esquina de Vértiz para que no caiga en manos del agresor.
Lo de ayer fue otra cosa. Sobre el rostro de Alejandra grafitearon una frase que liquidó la picaresca: “No votes por esta puta taurina mierdera”.
La esquina dejó de ser divertida. El graffiti es una alerta de que los instintos lúgubres del 2006 no han sido eliminados, un porrazo para acordarnos de aquellos que quieren humillar, causar el mal. ¿Quién en mi ciudad puede odiar tanto a esa mujer?
Ojalá su pelotón de pintado y despintado se mueva. Rápidamente. No hay de otra.
Leído en http://www.vanguardia.com.mx/novotesporestaputataurina%E2%80%A6-1274027-columna.html

Agatha Christie - Nido de avispas.

Agatha Christie
(1890-1976)
Nido de avispas.




El detective Hércules Poirot en acción. En base a la agudeza de sus sentidos y a su gran capacidad mental, Poirot logra, una vez más, resolver un caso que cualquier otro detective no hubiera sido capaz de lograrlo.

John Harrison salió de la casa y se quedó un momento en la terraza de cara al jardín. Era un hombre alto de rostro delgado y cadavérico. No obstante, su aspecto lúgubre se suavizaba al sonreír, mostrando entonces algo muy atractivo.
Harrison amaba su jardín, cuya visión era inmejorable en aquel atardecer de agosto, soleado y lánguido. Las rosas lucían toda su belleza y los guisantes dulces perfumaban el aire.
Un familiar chirrido hizo que Harrison volviese la cabeza a un lado.
El asombro se reflejó en su semblante, pues la pulcra figura que avanzaba por el sendero era la que menos esperaba. 
-¡Qué alegría! -exclamó Harrison-. ¡Si es monsieur Poirot!
En efecto, allí estaba Hércules Poirot, el sagaz detective.
-¡Yo en persona. En cierta ocasión me dijo: "Si alguna vez se pierde en aquella parte del mundo, venga a verme." Acepté su invitación, ¿lo recuerda?
-¡Me siento encantado -aseguró Harrison sinceramente-. Siéntese y beba algo. Su mano hospitalaria le señaló una mesa en el pórtico, donde había diversas botellas.
-Gracias -repuso Poirot dejándose caer en un sillón de mimbre-. ¿Por casualidad no tiene jarabe? No, ya veo que no. Bien, sírvame un poco de soda, por favor whisky no -su voz se hizo plañidera mientras le servían-. ¡Cáspita, mis bigotes están lacios! Debe de ser el calor.
-¿Qué le trae a este tranquilo lugar? -preguntó Harrison mientras se acomodaba en otro sillón-. ¿Es un viaje de placer?
-No, mon ami; negocios.
-¿Negocios? ¿En este apartado rincón?
 Poirot asintió gravemente.
-Sí, amigo mío; no todos los delitos tienen por marco las grandes aglomeraciones urbanas.
Harrison se rió.
-Imagino que fui algo simple. ¿Qué clase de delito investiga usted por aquí? Bueno, si puedo preguntar.
-Claro que sí. No sólo me gusta, sino que también le agradezco sus preguntas.
Los ojos de Harrison reflejaban curiosidad. La actitud de su visitante denotaba que le traía allí un asunto de importancia.
-¿Dice que se trata de un delito? ¿Un delito grave?
-Uno de los más graves delitos.
-¿Acaso un ...? -Asesinato -completó Poirot.
Tanto énfasis puso en la palabra que Harrison se sintió sobrecogido. Y por si esto fuera poco las pupilas del detective permanecían tan fijamente clavadas en él, que el aturdimiento lo invadió. Al fin pudo articular:
-No sé que haya ocurrido ningún asesinato aquí.
-No -dijo Poirot-. No es posible que lo sepa.
-¿Quién es?
-De momento, nadie.
-¿Qué?
-Ya le he dicho que no es posible que lo sepa. Investigo un crimen aún no ejecutado.
-Veamos, eso suena a tontería. -En absoluto. Investigar un asesinato antes de consumarse es mucho mejor que después. Incluso, con un poco de imaginación, podría evitarse.
Harrison lo miró incrédulo. -¿Habla usted en serio, monsieur Poirot?
-Sí, hablo en serio.
-¿Cree de verdad que va a cometerse un crimen? ¡Eso es absurdo!
Hércules Poirot, sin hacer caso de la observación, dijo:
-A menos que usted y yo podamos evitarlo. Sí, mon ami.
-¿Usted y yo?
-Usted y yo. Necesitaré su cooperación.
-¿Esa es la razón de su visita?
 Los ojos de Poirot le transmitieron inquietud.
-Vine, monsieur Harrison, porque ... me agrada usted -y con voz más despreocupada añadió-: Veo que hay un nido de avispas en su jardín. ¿Por qué no lo destruye?
El cambio de tema hizo que Harrison frunciera el ceño. Siguió la mirada de Poirot y dijo: -Pensaba hacerlo. Mejor dicho, lo hará el joven Langton. ¿Recuerda a Claude Langton? Asistió a la cena en que nos conocimos usted y yo. Viene esta noche expresamente a destruir el nido.
-¡Ah! -exclamó Poirot-. ¿Y cómo piensa hacerlo?
-Con petróleo rociado con un inyector de jardín. Traerá el suyo que es más adecuado que el mío.
-Hay otro sistema, ¿no? -preguntó Poirot-. Por ejemplo, cianuro de potasio.
Harrison alzó la vista sorprendido. -¡Es peligroso! Se corre el riesgo de su fijación en la plantas. Poirot asintió.
-Sí; es un veneno mortal -guardó silencio un minuto y repitió-: Un veneno mortal.
-Útil para desembarazarse de la suegra, ¿verdad? -se rió Harrison.
Hércules Poirot permaneció serio.
-¿Está completamente seguro, monsieur Harrison, de que Langton destruirá el avispero con petróleo?
-¡Segurísimo. ¿Por qué?
-¡Simple curiosidad. Estuve en la farmacia de Bachester esta tarde, y mi compra exigió que firmase en el libro de venenos. La última venta era cianuro de potasio, adquirido por Claude Langton.
Harrison enarcó las cejas.
-¡Qué raro! Langton se opuso el otro día a que empleásemos esa sustancia. Según su parecer, no debería venderse para este fin.
Poirot miró por encima de las rosas. Su voz fue muy queda al preguntar:
-¿Le gusta Langton?
La pregunta cogió por sorpresa a Harrison, que acusó su efecto.
-¡Qué quiere que le diga! Pues sí, me gusta ¿Por qué no ha de gustarme?
-Mera divagación -repuso Poirot-. ¿Y usted es de su gusto? Ante el silencio de su anfitrión, repitió la pregunta. -¿Puede decirme si usted es de su gusto?
-¿Qué se propone, monsieur Poirot? No termino de comprender su pensamiento.
-Le seré franco. Tiene usted relaciones y piensa casarse, monsieur Harrison. Conozco a la señorita Moly Deane. Es una joven encantadora y muy bonita. Antes estuvo prometida a Claude Langton, a quien dejó por usted.
Harrison asintió con la cabeza.
-Yo no pregunto cuáles fueron las razones; quizás estén justificadas, pero ¿no le parece justificada también cualquier duda en cuanto a que Langton haya olvidado o perdonado?
-Se equivoca, monsieur Poirot. Le aseguro que está equivocado. Langton es un deportista y ha reaccionado como un caballero. Ha sido sorprendentemente honrado conmigo, y, no con mucho, no ha dejado de mostrarme aprecio.
-¿Y no le parece eso poco normal? Utiliza usted la palabra "sorprendente" y, sin embargo, no demuestra hallarse sorprendido.
-No lo comprendo, monsieur Poirot.
La voz del detective acusó un nuevo matiz al responder:
-Quiero decir que un hombre puede ocultar su odio hasta que llegue el momento adecuado. 
-¿Odio? -Harrison sacudió la cabeza y se rió.
-Los ingleses son muy estúpidos -dijo Poirot-. Se consideran capaces de engañar a cualquiera y que nadie es capaz de engañarlos a ellos. El deportista, el caballero, es un Quijote del que nadie piensa mal. Pero, a veces, ese mismo deportista, cuyo valor le lleva al sacrificio, piensa lo mismo de sus semejantes y se equivoca.
-Me está usted advirtiendo en contra de Claude Langton -exclamó Harrison-. Ahora comprendo esa intención suya que me tenía intrigado.
Poirot asintió, y Harrison, bruscamente, se puso en pie.
-¿Está usted loco, monsieur Poirot? ¡Esto es Inglaterra! Aquí nadie reacciona así. Los pretendientes rechazados no apuñalan por la espalda o envenenan. ¡Se equivoca en cuanto a Langton! Ese muchacho no haría daño a una mosca.
-La vida de una mosca no es asunto mío -repuso Poirot plácidamente-. No obstante, usted dice que monsieur Langton no es capaz de matarlas, cuando en este momento debe prepararse para exterminar a miles de avispas.
Harrison no replicó, y el detective, puesto en pie a su vez, colocó una mano sobre el hombro de su amigo, y lo zarandeó como si quisiera despertarlo de un mal sueño.
-¡Espabílese, amigo, espabílese! Mire aquel hueco en el tronco del árbol. Las avispas regresan confiadas a su nido después de haber volado todo el día en busca de su alimento. Dentro de una hora habrán sido destruidas, y ellas lo ignoran, porque nadie les advierte. De hecho carecen de un Hércules Poirot. Monsieur Harrison, le repito que vine en plan de negocios. El crimen es mi negocio, y me incumbe antes de cometerse y después. ¿A qué hora vendrá monsieur Langton a eliminar el nido de avispas?
-Langton jamás...
-¿A qué hora? -lo atajó.
-A las nueve. Pero le repito que está equivocado. Langton jamás...
-¡Estos ingleses! -volvió a interrumpirlo Poirot. Recogió su sombrero y su bastón y se encaminó al sendero, deteniéndose para decir por encima del hombro.
-No me quedo para no discutir con usted; sólo me enfurecería. Pero entérese bien: regresaré a las nueve.
Harrison abrió la boca y Poirot gritó antes de que dijese una sola palabra:
-Sé lo que va a decirme: "Langton jamás...", etcétera. ¡Me aburre su "Langton jamás"! No lo olvide, regresaré a las nueve. Estoy seguro de que me divertirá ver cómo destruye el nido de avispas. ¡Otro de los deportes ingleses! No esperó la reacción de Harrison y se fue presuroso por el sendero hasta la verja.

Ya en el exterior, caminó pausadamente, y su rostro se volvió grave y preocupado. Sacó el reloj del bolsillo y los consultó. Las manecillas marcaban las ocho y diez. -Unos tres cuartos de hora -murmuró-. Quizá hubiera sido mejor aguardar en la casa. Sus pasos se hicieron más lentos, como si una fuerza irresistible lo invitase a regresar. Era un extraño presentimiento, que, decidido, se sacudió antes de seguir hacia el pueblo. No obstante, la preocupación se reflejaba en su rostro y una o dos veces movió la cabeza, signo inequívoco de la escasa satisfacción que le producía su acto. Minutos antes de las nueve, se encontraba de nuevo frente a la verja del jardín. Era una noche clara y la brisa apenas movía las ramas de los árboles. La quietud imperante rezumaba un algo siniestro, parecido a la calma que antecede a la tempestad. Repentinamente alarmado, Poirot apresuró el paso, como si un sexto sentido lo pusiese sobre aviso. De pronto, se abrió la puerta de la verja y Claude Langton, presuroso, salió a la carretera. Su sobresalto fue grande al ver a Poirot.
-¡Ah...! ¡Oh...! Buenas noches.
-Buenas noches, monsieur Langton. ¿Ha terminado usted? El joven lo miró inquisitivo.
-Ignoro a qué se refiere -dijo. -¿Ha destruido ya el nido de avispas?
-No.
-¡Oh! -exclamó Poirot como si sufriera un desencanto-. ¿No lo ha destruido? ¿Qué hizo usted, pues? 
-He charlado con mi amigo Harrison. Tengo prisa, monsieur Poirot. Ignoraba que vendría a este solitario rincón del mundo.
-Me traen asuntos profesionales.
-Hallará a Harrison en la terraza. Lamento no detenerme.
Langton se fue y Poirot lo siguió con la mirada. Era un joven nervioso, de labios finos y bien parecido. -Dice que encontraré a Harrison en la terraza -murmuró Poirot-. ¡Veamos! Penetró en el jardín y siguió por el sendero.
Harrison se hallaba sentado en una silla junto a la mesa. Permanecía inmóvil, y no volvió la cabeza al oír a Poirot.
-¡Ah, mon ami! -exclamó éste-. ¿Cómo se encuentra? Después de una larga pausa,
Harrison, con voz extrañamente fría, inquirió:
-¿Qué ha dicho?
-Le he preguntado cómo se encuentra.
-Bien. Sí; estoy bien. ¿Por qué no?
-¿No siente ningún malestar? Eso es bueno.
-¿Malestar? ¿Por qué?
-Por el carbonato sódico.
Harrison alzó la cabeza.
-¿Carbonato sódico? ¿Qué significa eso?
Poirot se excusó. -Siento mucho haber obrado sin su consentimiento, pero me vi obligado a ponerle un poco en uno de sus bolsillos.
-¿Que puso usted un poco en uno de mis bolsillos? ¿Por qué diablos hizo eso?
Poirot se expresó con esa cadencia impersonal de los conferenciantes que hablan a los niños.
-Una de las ventajas o desventajas del detective radica en su conocimiento de los bajos fondos de la sociedad. Allí se aprenden cosas muy interesantes y curiosas. Cierta vez me interesé por un simple ratero que no había cometido el hurto que se le imputaba, y logré demostrar su inocencia. El hombre, agradecido, me pagó enseñándome los viejos trucos de su profesión. Eso me permite ahora hurgar en el bolsillo de cualquiera con solo escoger el momento oportuno. Para ello basta poner una mano sobre su hombro y simular un estado de excitación. Así logré sacar el contenido de su bolsillo derecho y dejar a cambio un poco de carbonato sódico. Compréndalo. Si un hombre desea poner rápidamente un veneno en su propio vaso, sin ser visto, es natural que lo lleve en el bolsillo derecho de la americana. Poirot se sacó de uno de sus bolsillos algunos cristales blancos y aterronados.
-Es muy peligroso -murmuró- llevarlos sueltos.
Curiosamente y sin precipitarse, extrajo de otro bolsillo un frasco de boca ancha. Deslizó en su interior los cristales, se acercó a la mesa y vertió agua en el frasco. Una vez tapado lo agitó hasta disolver los cristales.
Harrison los miraba fascinado.
Poirot se encaminó al avispero, destapó el frasco y roció con la solución el nido. Retrocedió un par de pasos y se quedó allí a la expectativa. Algunas avispas se estremecieron un poco antes de quedarse quietas. Otras treparon por el tronco del árbol hasta caer muertas. Poirot sacudió la cabeza y regresó al pórtico.
-Una muerte muy rápida -dijo.
Harrison pareció encontrar su voz.
-¿Qué sabe usted?
-Como le dije, vi el nombre de Claude Langton en el registro. Pero no le conté lo que siguió inmediatamente después. Lo encontré al salir a la calle y me explicó que había comprado cianuro de potasio a petición de usted para destruir el nido de avispas. Eso me pareció algo raro, amigo mío, pues recuerdo que en aquella cena a que hice referencia antes, usted expuso su punto de vista sobre el mayor mérito de la gasolina para estas cosas, y denunció el empleo de cianuro como peligroso e innecesario.
-Siga.
-Sé algo más. Vi a Claude Langton y a Molly Deane cuando ellos se creían libres de ojos indiscretos. Ignoro la causa de la ruptura de enamorados que llegó a separarlos, poniendo a Molly en los brazos de usted, pero comprendí que los malos entendidos habían acabado entre la pareja y que la señorita Deane volvía a su antiguo amor.
-Siga.
-Nada más. Salvo que me encontraba en Harley el otro día y vi salir a usted del consultorio de cierto doctor, amigo mío. La expresión de usted me dijo la clase de enfermedad que padece y su gravedad. Es una expresión muy peculiar, que sólo he observado un par de veces en mi vida, pero inconfundible. Ella refleja el conocimiento de la propia sentencia de muerte. ¿Tengo razón o no?
-Sí. Sólo dos meses de vida. Eso me dijo.
-Usted no me vio, amigo mío, pues tenía otras cosas en qué pensar. Pero advertí algo más en su rostro; advertí esa cosa que los hombres tratan de ocultar, y de la cual le hablé antes. Odio, amigo mío. No se moleste en negarlo.
-Siga -apremió Harrison.
-No hay mucho más que decir. Por pura casualidad vi el nombre de Langton en el libro de registro de venenos. Lo demás ya lo sabe. Usted me negó que Langton fuera a emplear el cianuro, e incluso se mostró sorprendido de que lo hubiera adquirido. Mi visita no le fue particularmente grata al principio, si bien muy pronto la halló conveniente y alentó mis sospechas. Langton me dijo que vendría a las ocho y media. Usted que a las nueve. Sin duda pensó que a esa hora me encontraría con el hecho consumado. -¿Por qué vino? -gritó Harrison-. ¡Ojalá no hubiera venido!
-Se lo dije. El asesinato es asunto de mi incumbencia.
-¿Asesinato? ¡Suicidio querrá decir!
-No -la voz de Poirot sonó claramente aguda-. Quiero decir asesinato. Su muerte seria rápida y fácil, pero la que planeaba para Langton era la peor muerte que un hombre puede sufrir. Él compra el veneno, viene a verlo y los dos permanecen solos. Usted muere de repente y se encuentra cianuro en su vaso. ¡A Claude Langton lo cuelgan! Ese era su plan.
Harrison gimió al repetir:
-¿Por qué vino? ¡Ojalá no hubiera venido!
-Ya se lo he dicho. No obstante, hay otro motivo. Lo aprecio monsieur Harrison. Escuche, mon ami; usted es un moribundo y ha perdido la joven que amaba; pero no es un asesino. Dígame la verdad: ¿Se alegra o lamenta ahora de que yo viniese?
Tras una larga pausa, Harrison se animó. Había dignidad en su rostro y la mirada del hombre que ha logrado salvar su propia alma. Tendió la mano por encima de la mesa y dijo:
-Fue una suerte que viniera usted.

Leído en: http://es.scribd.com/doc/79392207/cuentos-policiales
Más en: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/ing/christie/ac.htm


PLEITO A LA LUZ.



He aquí que un día la oscuridad se percató de que la luz cada vez le estaba robando mayor espacio y decidió entonces ponerle un pleito. Tiempo después, llegó el día marcado para el juicio. La luz se personó en la sala antes de que lo hiciera la oscuridad.

Llegaron los respectivos abogados y el juez. Transcurrió el tiempo, pero la oscuridad no se presentaba. Todos esperaron pacientemente, pero la oscuridad no aparecía. Finalmente, harto el juez y constatando que la parte demandante no acudía, falló a favor de la luz. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo era posible que la oscuridad hubiera puesto un pleito y no se hubiera presentado? Nadie salía de su asombro, aunque la explicación era sencilla: la oscuridad estaba fuera de la sala, pero no se atrevió a entrar porque sabía que sería en el acto disipada por la luz.

*El Maestro dice: La luz es consciencia y sabiduría, en tanto que la oscuridad es ofuscación y estrechez de miras. Si te estableces en la sabiduría, ¿hay lugar para la ofuscación?

Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle.

Leído en: http://es.scribd.com/doc/64467643/101-cuentos-clasicos-de-la-India

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