MÉXICO, D.F. (Proceso).- Se pasea por el salón, gigantesco, y de pronto abofetea con la cola a una persona, o de pronto dando un paso atrás destroza un ventanal, o se acerca a una persona y la acintura con la trompa y la bota contra una pared, pero en general avanza con tranquilidad, moviendo las patotas muy despacio, en medio del acuerdo de los humanos presentes de ignorarlo. De hablar de otras cosas, más manejables. De darle la vuelta. De rodearlo. Al elefante en el salón. O transparentando la metáfora, a la Corrupción en el sistema mexicano.
Demasiado tiempo ha estado ahí y puesto que nadie se ha atrevido a sacarlo, con el tiempo se ha convertido un santo y seña de pertenencia al salón del Poder no mencionarlo. La última edición del absurdo sucede ahora, cuando se debate la reforma hacendaria y nadie mienta a la Corrupción.