jueves, 26 de marzo de 2015

LAMENTO CIUDADANO


Basta!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

REFORMA CIUDADANA (semana 7)



Cómo someter a la partidocracia? Cómo decirles que es lo que se necesita? Cómo vigilar su comportamiento? Cómo lograr la eliminación del enorme derroche de recursos públicos sin beneficio alguno para la mitad de habitantes en pobreza y su contención?.......y otras tantas cosas “que no entienden que no entienden” y que ya Basta!!!!!!

La mamá de las (posibles) Reformas Ciudadanas.

Transparencia
(continuamos)

Los medios y especialistas del tema, nos siguen informando del avance en el congreso de la siguiente reforma a la Ley de la transparencia. Por los comentarios difundidos, el asunto se comporta igual a las demás “reformas de gran calado”. Mucho ruido y pocas nueces. Alguien presenta un prospecto agresivo y esperanzador, y poco a poco los del congreso lo empiezan a tijeretear y a extraerle dientes. Al final, queda en una carta de buenas intenciones destinada al mismo fracaso de las varias reformas a la ley de transparencia original de 2003.

En ánimo de abreviarles las expectativas, les recomiendo la lectura de las 2 columnas que escogí sobre el tema y que considero han sido escritas por distinguidas y preparadas personas:

Transparencia y derecho a saber en México: tercera generación (II)

http://www.excelsior.com.mx/opinion/laura-rojas/2015/03/22/1014861

(Senadora) (Ojo, dice: derecho a saber)

Lorenzo Meyer - Un proyecto en vilo

Ejemplo

Hoy no se ve en México un ‘proyecto de nación’. Lo que se anuncia como tal es en realidad tener a la nación como el proyecto de los pocos.

En principio, un proyecto de nación es un puñado de grandes ideas sentidas y apoyadas por una parte fundamental de la sociedad y puestas en práctica por una estructura de poder real, al estilo de ‘Tierra y libertad’, el lema propuesto para México por Ricardo Flores Magón, (Regeneración, 9 de octubre, 1910) y recogido en su esencia por el Plan de Ayala zapatista, (28 de noviembre, 1911) y por la Constitución de 1917. Ese proyecto se puso en marcha en Morelos y lo concretó el cardenismo con el reparto de 18 millones de hectáreas a pueblos y comunidades.



Lea la columna en este link  http://periodicocorreo.com.mx/agenda-ciudadana-26-marzo-2015/

Jorge Zepeda Patterson - El peligro de la restauración imposible

Razones para el pesimismo hay muchas. El tema de fondo es qué vamos a hacer con él. El desencanto ciudadano con los políticos es profundo, generalizado, ganado a pulso y no parece tener compostura. No hay una semana sin que algún nuevo escándalo documente el hartazgo y la indignación que provoca el mal estado de los asuntos públicos y la infamia de los que la tutelan. Y tampoco es que el desencanto con la cosa pública constituya el regreso de un supuesto encantamiento; eso nunca existió. Los mexicanos experimentamos la ilusión democrática en algún momento en el 2000 cuando el voto fue capaz de poner fin a setenta años de monopolio priista y brevemente en el 2006 cuando parecía que el candidato popular podría imponerse al candidato del sistema. Pero tales "anomalías" democráticas fueron atajadas por la élite política tradicional.






Raymundo Riva Palacio - Guerrero Caliente

El gobierno federal está jugando con fuego en Guerrero. Habrá elecciones, dijo el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el subsecretario Luis Miranda ratificó que los maestros sólo están haciendo amagos. Los grupos antisistémicos que encuentran en la Coordinadora magisterial su síntesis, blofean porque al final sí habrá elecciones el 7 de junio próximo, es el mensaje oficial subyacente. La descalificación, mediante la sugerencia de que son mercenarios que se arreglarán con dinero con las autoridades y dejarán el camino libre para quien quiera ir a las urnas, lo haga sin problema, es una provocación que atiza el fuego en Guerrero.

Faltan tres meses para las elecciones para gobernador, los congresos local y federal, y en los 81 municipios guerrerenses. En un estado tan volátil, todo puede suceder mañana, la próxima semana o en junio. Lo que sí se puede afirmar hoy, es que si las elecciones fueran este domingo, es altamente probable que se anularan al no poderse instalar al menos el 20% de las casillas electorales. La numeralia es alarmante. En una cuarta parte del estado, el Instituto Nacional Electoral no pudo reclutar funcionarios de casilla en diciembre, y hasta la fecha, sólo en la mitad de ellas tiene personal completo para que las elecciones sean legales. Conflictos sociales, municipios controlados por criminales y descrédito de las instituciones, suman energía a quienes buscan descarrilar la elección.





Ciro Gómez Leyva - ¿Por qué esta mujer es ahora la estrella del gabinete?

El Tianguis Turístico regresó a Acapulco, vio y venció. Se impuso a los malos presagios, a la intemperie abrupta. Para redondear, la figura del retorno triunfal ha sido una guerrerense, Claudia Ruiz Massieu.

La secretaria de Turismo se pasea entre los estantes del Tianguis con un vestido amarillo encendido y una sonrisa todavía más esplendente. Acertó al idear y armar un evento con visión de futuro, en vez de sucumbir en las melancolías de las playas de Caleta y el burro de La Roqueta. Tecnología, diseño, eficacia, modernidad. Acertó.

–Estás feliz –le digo.

–Nos está yendo muy bien –agranda la sonrisa–. Nunca dudamos que el Tianguis de Acapulco sería un éxito. Y somos el sector económico que más creció y está creciendo, y estoy segura que en 2015 nos va a ir mejor.





José Woldenberg - El halo

Un halo de cansancio y malestar acompaña al proceso electoral. Un sentimiento de hartazgo y lejanía en relación a las precampañas se reproduce con fuerza. Como si el expediente estuviera agotado, como si no fuera significativo. No se trata del único resorte en el escenario, en México conviven muchos microclimas anímicos. Pero entre no pocas franjas parece existir un anillo de fastidio con la política, los políticos y los instrumentos que hacen posible a la democracia (partidos, congresos, gobiernos), que es reproducido y ampliado por los medios. Estos últimos son eco y altavoz de ese mal humor social.


Lea la columna completa en este link:  http://criteriohidalgo.com/notas.asp?id=299354

Eduardo Ruiz Healy - Menos consumidores en Estados Unidos

Mi columna del 4 de junio de 2013 se intituló “El consumidor estadunidense no salvará a México”. Entre otras cosas anotó lo siguiente:

“Nuestro país depende en gran medida del consumidor estadunidense. Desafortunadamente, debido a la Gran Recesión Global de 2009, que realmente empezó con la desaceleración económica de Estados Unidos en diciembre de 2007, el ingreso promedio de los consumidores de ese país se desplomó y aún ahora no ha regresado a los niveles que tenía antes de la crisis. Peor todavía: la mayoría de quienes perdieron sus empleo en ese período y que han tenido la suerte de obtener un nuevo trabajo, perciben un salario menor que el que recibían en su anterior ocupación. La Gran Recesión no sólo dejó sin ingresos a millones de estadunidenses sino que los empobreció. Esto puede afectar seriamente la recuperación y desarrollo de la débil economía mexicana”.






Juan Rulfo - Macario

Juan Rulfo (1918 - 1986)

Macario

Estoy sentado junto a la alcantarilla aguardando a que salgan las ranas. Anoche, mientras estábamos cenando, comenzaron a armar el gran alboroto y no pararon de cantar hasta que amaneció. Mi madrina también dice eso: que la gritería de las ranas le espantó el sueño. Y ahora ella bien quisiera dormir. Por eso me mandó a que me sentara aquí, junto a la alcantarilla, y me pusiera con una tabla en la mano para que cuanta rana saliera a pegar de brincos afuera, la apalcuachara a tablazos... Las ranas son verdes de todo a todo, menos en la panza. Los sapos son negros. También los ojos de mi madrina son negros. Las ranas son buenas para hacer de comer con ellas. Los sapos no se comen; pero yo me los he comido también, aunque no se coman, y saben igual que las ranas. Felipa es la que dice que es malo comer sapos. Felipa tiene los ojos verdes como los ojos de los gatos. Ella es la que me da de comer en la cocina cada vez que me toca comer. Ella no quiere que yo perjudique a las ranas. Pero, a todo esto, es mi madrina la que me manda a hacer las cosas... Yo quiero más a Felipa que a mi madrina. Pero es mi madrina la que saca el dinero de su bolsa para que Felipa compre todo lo de la comedera. Felipa sólo se está en la cocina arreglando la comida de los tres. No hace otra cosa desde que yo la conozco. Lo de lavar los trastes a mí me toca. Lo de acarrear leña para prender el fogón también a mí me toca. Luego es mi madrina la que nos reparte la comida. Después de comer ella, hace con sus manos dos montoncitos, uno para Felipa y otro para mí. Pero a veces Felipa no tiene ganas de comer y entonces son para mí los dos montoncitos. Por eso quiero yo a Felipa, porque yo siempre tengo hambre y no me lleno nunca, ni aun comiéndome la comida de ella. Aunque digan que uno se llena comiendo, yo sé bien que no me lleno por más que coma todo lo que me den. Y Felipa también sabe eso... Dicen en la calle que yo estoy loco porque jamás se me acaba el hambre. Mi madrina ha oído que eso dicen. Yo no lo he oído. Mi madrina no me deja salir solo a la calle. Cuando me saca a dar la vuelta es para llevarme a la iglesia a oír misa. Allí me acomoda cerquita de ella y me amarra las manos con las barbas de su rebozo. Yo no sé por qué me amarra mis manos; pero dice que porque dizque luego hago locuras. Un día inventaron que yo andaba ahorcando a alguien; que le apreté el pescuezo a una señora nada más por nomás. Yo no me acuerdo. Pero, a todo esto, es mi madrina la que dice lo que yo hago y ella nunca anda con mentiras. Cuando me llama a comer, es para darme mi parte de comida, y no como otra gente que me invitaba a comer con ellos y luego que me les acercaba me apedreaban hasta hacerme correr sin comida ni nada. No, mi madrina me trata bien. Por eso estoy contento en su casa. Además, aquí vive Felipa. Felipa es muy buena conmigo. Por eso la quiero... La leche de Felipa es dulce como las flores del obelisco. Yo he bebido leche de chiva y también de puerca recién parida; pero no, no es igual de buena que la leche de Felipa... Ahora ya hace mucho tiempo que no me da a chupar de los bultos esos que ella tiene donde tenemos solamente las costillas, y de donde le sale, sabiendo sacarla, una leche mejor que la que nos da mi madrina en el almuerzo de los domingos... Felipa antes iba todas las noches al cuarto donde yo duermo, y se arrimaba conmigo, acostándose encima de mí o echándose a un ladito. Luego se las ajuareaba para que yo pudiera chupar de aquella leche dulce y caliente que se dejaba venir en chorros por la lengua... Muchas veces he comido flores de obelisco para entretener el hambre. Y la leche de Felipa era de ese sabor, sólo que a mí me gustaba más, porque, al mismo tiempo que me pasaba los tragos, Felipa me hacia cosquillas por todas partes. Luego sucedía que casi siempre se quedaba dormida junto a mí, hasta la madrugada. Y eso me servía de mucho; porque yo no me apuraba del frío ni de ningún miedo a condenarme en el infierno si me moría yo solo allí, en alguna noche... A veces no le tengo tanto miedo al infierno. Pero a veces sí. Luego me gusta darme mis buenos sustos con eso de que me voy a ir al infierno cualquier día de éstos, por tener la cabeza tan dura y por gustarme dar de cabezazos contra lo primero que encuentro. Pero viene Felipa y me espanta mis miedos. Me hace cosquillas con sus manos como ella sabe hacerlo y me ataja el miedo ese que tengo de morirme. Y por un ratito hasta se me olvida... Felipa dice, cuando tiene ganas de estar conmigo, que ella le cuenta al Señor todos mis pecados. Que irá al cielo muy pronto y platicará con Él pidiéndole que me perdone toda la mucha maldad que me llena el cuerpo de arriba abajo. Ella le dirá que me perdone, para que yo no me preocupe más. Por eso se confiesa todos los días. No porque ella sea mala, sino porque yo estoy repleto por dentro de demonios, y tiene que sacarme esos chamucos del cuerpo confesándose por mí. Todos los días. Todas las tardes de todos los días. Por toda la vida ella me hará ese favor. Eso dice Felipa. Por eso yo la quiero tanto... Sin embargo, lo de tener la cabeza así de dura es la gran cosa. Uno da de topes contra los pilares del corredor horas enteras y la cabeza no se hace nada, aguanta sin quebrarse. Y uno da de topes contra el suelo; primero despacito, después más recio y aquello suena como un tambor. Igual que el tambor que anda con la chirimía, cuando viene la chirimía a la función del Señor. Y entonces uno está en la iglesia, amarrado a la madrina, oyendo afuera el tum tum del tambor... Y mi madrina dice que si en mi cuarto hay chinches y cucarachas y alacranes es porque me voy a ir a arder en el infierno si sigo con mis mañas de pegarle al suelo con mi cabeza. Pero lo que yo quiero es oír el tambor. Eso es lo que ella debería saber. Oírlo, como cuando uno está en la iglesia, esperando salir pronto a la calle para ver cómo es que aquel tambor se oye de tan lejos, hasta lo hondo de la iglesia y por encima de las condenaciones del señor cura...: "El camino de las cosas buenas está lleno de luz. El camino de las cosas malas es oscuro." Eso dice el señor cura... Yo me levanto y salgo de mi cuarto cuando todavía está a oscuras. Barro la calle y me meto otra vez en mi cuarto antes que me agarre la luz del día. En la calle suceden cosas. Sobra quién lo descalabre a pedradas apenas lo ven a uno. Llueven piedras grandes y filosas por todas partes. Y luego hay que remendar la camisa y esperar muchos días a que se remienden las rajaduras de la cara o de las rodillas. Y aguantar otra vez que le amarren a uno las manos, porque si no ellas corren a arrancar la costra del remiendo y vuelve a salir el chorro de sangre. Ora que la sangre también tiene buen sabor aunque, eso sí, no se parece al sabor de la leche de Felipa... Yo por eso, para que no me apedreen, me vivo siempre metido en mi casa. En seguida que me dan de comer me encierro en mi cuarto y atranco bien la puerta para que no den conmigo los pecados mirando que aquello está a oscuras. Y ni siquiera prendo el ocote para ver por dónde se me andan subiendo las cucarachas. Ahora me estoy quietecito. Me acuesto sobre mis costales, y en cuanto siento alguna cucaracha caminar con sus patas rasposas por mi pescuezo le doy un manotazo y la aplasto. Pero no prendo el ocote. No vaya a suceder que me encuentren desprevenido los pecados por andar con el ocote prendido buscando todas las cucarachas que se meten por debajo de mi cobija... Las cucarachas truenan como saltapericos cuando uno las destripa. Los grillos no sé si truenen. A los grillos nunca los mato. Felipa dice que los grillos hacen ruido siempre, sin pararse ni a respirar, para que no se oigan los gritos de las ánimas que están penando en el purgatorio. El día en que se acaben los grillos, el mundo se llenará de los gritos de las ánimas santas y todos echaremos a correr espantados por el susto. Además, a mí me gusta mucho estarme con la oreja parada oyendo el ruido de los grillos. En mi cuarto hay muchos. Tal vez haya más grillos que cucarachas aquí entre las arrugas de los costales donde yo me acuesto. También hay alacranes. Cada rato se dejan caer del techo y uno tiene que esperar sin resollar a que ellos hagan su recorrido por encima de uno hasta llegar al suelo. Porque si algún brazo se mueve o empiezan a temblarle a uno los huesos, se siente en seguida el ardor del piquete. Eso duele. A Felipa le picó una vez uno en una nalga. Se puso a llorar y a gritarle con gritos queditos a la Virgen Santísima para que no se le echara a perder su nalga. Yo le unté saliva. Toda la noche me la pasé untándole saliva y rezando con ella, y hubo un rato, cuando vi que no se aliviaba con mi remedio, en que yo también le ayudé a llorar con mis ojos todo lo que pude... De cualquier modo, yo estoy más a gusto en mi cuarto que si anduviera en la calle, llamando la atención de los amantes de aporrear gente. Aquí nadie me hace nada. Mi madrina no me regaña porque me vea comiéndome las flores de su obelisco, o sus arrayanes, o sus granadas. Ella sabe lo entrado en ganas de comer que estoy siempre. Ella sabe que no se me acaba el hambre. Que no me ajusta ninguna comida para llenar mis tripas aunque ande a cada rato pellizcando aquí y allá cosas de comer. Ella sabe que me como el garbanzo remojado que le doy a los puercos gordos y el maíz seco que le doy a los puercos flacos. Así que ella ya sabe con cuánta hambre ando desde que me amanece hasta que me anochece. Y mientras encuentre de comer aquí en esta casa, aquí me estaré. Porque yo creo que el día en que deje de comer me voy a morir, y entonces me iré con toda seguridad derechito al infierno. Y de allí ya no me sacará nadie, ni Felipa, aunque sea tan buena conmigo, ni el escapulario que me regaló mi madrina y que traigo enredado en el pescuezo... Ahora estoy junto a la alcantarilla esperando a que salgan las ranas. Y no ha salido ninguna en todo este rato que llevo platicando. Si tardan más en salir, puede suceder que me duerma, y luego ya no habrá modo de matarlas, y a mi madrina no le llegará por ningún lado el sueño si las oye cantar, y se llenará de coraje. Y entonces le pedirá, a alguno de toda la hilera de santos que tiene en su cuarto, que mande a los diablos por mí, para que me lleven a rastras a la condenación eterna, derechito, sin pasar ni siquiera por el purgatorio, y yo no podré ver entonces ni a mi papá ni a mi mamá que es allí donde están... Mejor seguiré platicando... De lo que más ganas tengo es de volver a probar algunos tragos de la leche de Felipa, aquella leche buena y dulce como la miel que le sale por debajo a las flores del obelisco...

FIN