¿Cuánto cuesta la cabeza de Humberto Moreira? La pregunta tiene que responderse en su justa dimensión para poder entender claramente el fondo de la sistemática imputación al ex gobernador de Coahuila por el crecimiento seis veces de la deuda durante su mandato, agravado por la falsificación de documentos para justificar el endeudamiento. Los deslindes de Moreira y las acusaciones formales contra dos de sus ex colaboradores que presuntamente realizaron la falsificación, no le han desviado la metralla política que sigue acribillándolo.
Moreira está políticamente muy herido. No es el tema del endeudamiento lo central, al estar en condiciones de justificar las razones por las cuales se tuvo que elevar la deuda en su gobierno y mostrar en dónde se inyectaron esos recursos, sino el de lafalsificación de documentos, que lo lleva del terreno presupuestal al de la ilegalidad con consecuencias penales. En el mejor de los casos, si no es culpable de ello Moreira, sí es responsable. Si no llega a enfrentar un problema penal, sí está sumido en uno moral, de imagen pública y de maniobrabilidad política.
¿Cuánto cuesta entonces la cabeza de Humberto Moreira? Para responderla, habría que empezar al revés. En primer lugar, el horizonte del embrollo en el que se encuentra el líder del PRI no tiene como horizonte 2012, sino noviembre 13. Se puede argumentar que la intención primaria de exponer las ilegalidades en Coahuila no está vinculada al proceso presidencial de 2012, sino a las elecciones para la gubernatura de Michoacán, el estado natal del presidente Felipe Calderón, y donde la candidata del PAN es su hermana, Luisa María.
El 2012, en esta línea de pensamiento, está todavía muy lejano. Pero además, para cualquiera de los dos aspirantes del PRI a la candidatura presidencial, Moreira es desechable. Incluso para Enrique Peña Nieto, puntero en las preferencias, y su equipo de campaña, Moreira es como un fusible. Peña Nieto tiene en el PRI a Ricardo Aguilar, secretario de Organización y número tres en el partido, y a Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Operación Política, que lleva la relación con los gobernadores.
Un ataque contra Moreira, pensando en 2012, sería en este momento inútil, tanto porque no pertenece al núcleo de estrategas de Peña Nieto, como tampoco tendría ningún efecto entre el electorado a casi ocho meses de la elección. Pero si bien el dirigente del PRI es desechable en el contexto de la elección presidencial, no lo es en la lucha por la gubernatura deMichoacán, donde el presidente Calderón, más que su hermana la candidata o el PAN, se juega prestigio político y la percepción sobre si él y su partido, serán capaces de montar una campaña presidencial exitosa el próximo año.
Moreira tiene en Michoacán su primera gran prueba como líder del PRI, no porque sea la primera gubernatura en juego bajo su liderazgo, sino por lo que ese estado significa en Los Pinos y para la plataforma del PAN para 2012. Moreira asumió el control de la operación territorial en el estado y revitalizó la campaña de Fausto Vallejo, que supera hasta ahora en las preferencias electorales a Luis María Calderón y a quien aún va en segundo lugar, el perredista Silvano Aureoles.
La candidata panista ha recibido un fuerte apoyo federal, que se mide en spots del gobierno en Michoacán y en la forma como deshidrataron las finanzas del gobierno de Leonel Godoy, a quien dejaron sin recursos para operar políticamente la elección a favor del PRD. No deja de ser paradójico, asimismo, que contrató al Gabinete de Comunicación Estratégica, presidido porLiébano Sáenz, que trabaja en el cuarto de guerra de Peña Nieto, para que la posicionen en el electorado.
La operación de pinzas en las filas panistas incluye presionar a Aureoles para que decline a favor de Calderón, y desgastar a Moreira. Las dos rutas corren en paralelo y están avanzando en intensidad. Moreira sigue su fuga hacia delante, y juega en Michoacán su permanencia en el partido. O al menos, como asegura un dirigente priísta cercano a Peña Nieto, prolongar su agonía.