El otro día estaban cuatro amigos jugando al golf. Eran hombres de mucho dinero que habían construido sus fortunas a lo largo de los años, no siempre con los mejores métodos, porque ya se sabe que detrás de cada gran fortuna hay un crimen.
Pero, bueno, ellos en realidad eran personas decentes, de esas que aparecen regularmente en las páginas de sociales y muy pocas veces en las páginas de este, nuestro periódico. Han mezclado los negocios y la política, gracias a sus múltiples contactos, aunque siempre tratando de mantener esa imagen de limpieza y pulcritud que los acompaña a
todas partes.
Uno de ellos pidió parar el juego porque necesitaba ir al baño. Los otros tres estuvieron de acuerdo y en lo que lo esperaban, se pusieron a platicar, orgullosos, de sus hijos:
-No es por presumir, pero a mi hijo le está yendo muy bien como agente de bolsa. Ha ganado tanto dinero este año y ya ven que es tan espléndido, que le regaló un condominio en Santa Fe a uno de sus amigos en apuros.