martes, 25 de octubre de 2011

Forista invitado Sin Partido con "La Paradoja"

Sin partido nos invita a reflexionar sobre el actuar de los mexicanos como sociedad: con nuestros derechos y obligaciones y hace una propuesta  para mejorar.
LA PARADOJA.


Perdón que tome prestado el título de la obra de James C. Hunter, pero creo que se ajusta mucho a la realidad de nuestro país. Todos, sin excepción expresamos siempre nuestros buenos deseos e intenciones de vivir en un país con democracia,  justicia, pluralidad  y convivencia, eso está muy bien. Pero ¿Qué hacemos cada día para lograrlo?

Les comparto un pasaje del libro citado en el título: Cierren los ojos e imaginen que Uds. tienen los recursos y llenan un avión con toneladas de toda clase de ayuda humanitaria. Luego imaginen que ese avión despega y se dirige a uno de los lugares más castigados por la hambruna y las carencias, ahora imaginen que al llegar a ese lugar, desde el aire se dejan caer en paracaídas todos esos recursos para beneficio de los marginados que hasta hace un momento no tenían nada… nada. Abran los ojos y evalúen si alguien se ha beneficiado con esos bonitos pensamientos. Nadie ¿verdad? De acuerdo a los resultados que tenemos, más o menos así lo estanos haciendo para con  nuestro país.

Somos ciudadanos-niños que creemos que con buenos deseos y palabras bonitas es suficiente para cumplirle a nuestro México. Nos hemos acostumbrado a vivir exigiendo y demandando nuestros derechos, otra vez eso está muy bien, pero ¿y las obligaciones?, ¿cuáles? si yo ya voté por un político para que él resuelva todo. Bien puedo pasarme altos, comprar mercancía pirata (o hasta robada), evadir impuestos, robarme la energía eléctrica o la señal de cable, eso no daña al país, lo que lo daña es lo que todos los demás hacen,  y si el gobierno no me ha dado lo que me prometió darme pues lo obtengo como sea, al cabo que todos los políticos roban y con ello me demuestran que todo se vale.

Y aclarando que no pretendo ser pesimista ni agorero del desastre, por el contrario, mi intención es que nos sacudamos esos vicios. Dejemos a los políticos y sus partidos en su mundo de discursos elegantes, declaraciones falaces, peleas estériles y atascaderos de transas y cochupos. Lo que nosotros sí podemos hacer cada día es rompernos el alma en pedacitos para aportar a nuestro entorno personal inmediato todo lo que podamos. Lo que hagamos por nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra escuela, nuestra colonia, nuestra comunidad es lo que podemos aportar a México. Tomemos en cuenta que cada uno de nosotros solamente podemos entregar una 115 millonésima del esfuerzo necesario para tener cada día un mejor país, pero sin esa parte, el resultado estará incompleto.

Saludos para todos.

El beso en público a la maestra Elba Esther Ciro Gómez


Humberto Moreira por la mañana y Enrique Peña Nieto por la tarde confirmaron que el PRI no dudará en poner de su lado a Elba Esther Gordillo para las elecciones del próximo año. Interesante coincidencia cuando se están cumpliendo seis años de aquel pleito radiofónico con el entonces presidente tricolor, Roberto Madrazo, que marcó la salida del partido de la maestra y el inicio de una exitosa operación para debilitarlo en los comicios de 2006.

El PRI derrotado y en reconstrucción tomó distancia de ella y, desde luego, no metió las manos para defenderla de los denuestos, descalificaciones y ofensas que recibió prácticamente desde el inicio del sexenio.
Pero la real politik es la real politik y las elecciones no son un reino apto para el desamor y los problemas biliares. El PRI y Nueva Alianza se buscaron y encontraron cada vez que les convino. Así ganaron muchos votos. Y a nadie en el tricolor se le volvió ocurrir cuestionar a la maestra cuando, por ejemplo, decidía apoyar a la candidata del PAN en la contienda de gobernador de Michoacán

Martha Anaya; Calderón va a llevarnos a una confrontación grave: Elba

Gordillo afirma que la impunidad reina en todos los niveles de gobierno y pide a los maestros no irse "con la finta", porque hasta ahora no hay acuerdos con PRI, PAN ni PRD

Elba Esther Gordillo tomó la palabra y soltó ante sus agremiados: “Los niveles de corrupción de este gobierno son tan altos, tan impresionantemente altos, que la impunidad reina en todos los niveles de gobierno ¡absolutamente! Hay una falta de ética, de moral, de la mínima responsabilidad social con la gente, que está generando un enorme vacío de liderazgos, pero fundamentalmente de confianza de la ciudadanía con los entes políticos o los movimientos sociales”.




En un largo monólogo durante la sesión extraordinaria del Consejo Nacional de septiembre pasado, en el marco del 5° Congreso Nacional de Educación, de la cual 24 Horas obtuvo un video, la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) advirtió a sus  agremiados sobre los tiempos políticos actuales y por venir, les explicó su posición y negociaciones con otros partidos –ha tenido acercamientos con PRI, PAN y PRD–, también buscó contener a los “alocados” que están ya haciendo alianzas estatales con el tricolor porque creen que ya ganó –“a eso se le llama traición”– y explicó la estrategia que seguirán, vía SNTE y Nueva Alianza, para lograr consolidar su proyecto político: Educación pública, seguridad social y 32 diputados.

Editorial periódico Vanguardia Alianzas con PANAL, ¿cuánto nos cuestan?

El dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Humberto Moreira, confirmó ayer algo que se había deslizado anteriormente como una posibilidad y que pocas horas después fue avalado por el principal precandidato presidencial del tricolor: que buscarán ir juntos en este proceso con el Partido Nueva Alianza.
Se trata del primer dirigente de un partido que deja clara la intención de tener como aliado al PANAL en esta elección presidencial, aunque no debe dudarse que todos los demás pretendan lo mismo, pues prácticamente no existe fuerza política con la cual Nueva Alianza no haya realizado tratos electorales.
En lo formal, se trata de una intención perfectamente legítima, pues PANAL y PRI son dos fuerzas políticas con registro que, con acuerdo a las reglas fijadas por el Cofipe, pueden integrar una plataforma electoral común y lanzarse juntos a la caza del favor de los electores.
En el “mundo real”, sin embargo, todos sabemos qué significa la alianza con el PANAL: pactar con Elba Esther Gordillo Morales, la cabeza del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la cesión de una cuota importante de poder para miembros de dicho gremio.
Y de unos días para acá, tal afirmación parte de una certeza absoluta: la lideresa del SNTE lo dijo con todas sus letras durante la más reciente sesión del Consejo Nacional de su gremio:
“...Nuestras metas son claras: educación pública, seguridad social y la fuerza política para que nadie toque a este Sindicato... Porque el que lo toque se va a encontrar con un grupo de diputados y de senadores...”, dijo Gordillo ante la plana mayor de sus colegas el 12 de septiembre pasado.
No existe pues, lugar para el equívoco ni para las interpretaciones: buscar una alianza con el PANAL implica, de forma irremediable, cumplir las condiciones que la maestra Gordillo ha establecido ya como “piso” para caminar de la mano con otras fuerzas políticas.
Y si se tratara de un partido cualquiera, nadie podría llamarse a preocupación o a escándalo. El problema es que se trata de una fuerza política creada para proteger los privilegios de un gremio cuyos esfuerzos debieran estar encaminados a sacar a nuestro país del subdesarrollo utilizando la educación como herramienta privilegiada de dicho propósito.
Lejos, muy lejos de tal posibilidad, lo que el SNTE busca a través del PANAL, es la fuerza política “para que nadie los toque”, es decir, para tener la potestad de seguir haciendo lo que han hecho hasta ahora: degradar al sistema educativo del país.
Por ello, las alianzas con el PANAL deben ser evaluadas no solamente a través del cristal del interés político sino, sobre todo, a través del filtro de los intereses nacionales y de los costos que para nuestra sociedad tiene el que los responsables de la educación estén más preocupados por la conquista del poder que por el cumplimiento de sus responsabilidades.



Lo mismo en  http://www.vanguardia.com.mx/alianzasconpanal%C2%BFcuantonoscuestan?-1130574-editorial.html

¿Y la izquierda, apá? Marín


Promotora histórica de las mejores causas, la izquierda que aglutina el PRD (no los membretes PT y lo que se llamaba Convergencia, de indescifrable ideología) viene protagonizando en cada proceso interno un espectáculo de vergüenza, tan bochornoso que cochinero y perredismo van antojándose sinónimos.

Amasijo de intereses de pillastres y facciones clientelares y pedigüeñas, el partido creado por Cuauhtémoc Cárdenas, peor que mantenerse estático, se despeña en la disputa rapaz de posiciones mal habidas, internas y externas.
Quiso ser “de la esperanza” frente al dedazo y los fraudes electorales para ir a la vanguardia de una genuinarevolución democrática.
La izquierda política, por definición respetuosa de la voluntad ciudadana (empezando por la de su militancia), es legalista; se ocupa de las necesidades de los individuos y las minorías; busca justicia económica, social y cultural, y rechaza cualquier expresión de violencia.
Una de tal corte sigue siendo necesaria frente a la derecha priista y panista.
No es, por supuesto que no, la del PRD.

Peña Nieto ofrece Disneylandia Carlos Puig


Enrique Peña Nieto ha hecho dos propuestas económicas que podrían ser muy atractivas para miles de electores y nunca cumplirse, o al menos habría que preguntarle al aspirante cómo las cumpliría en contra de su partido.

Cito de su página web: “Creación de un nuevo sistema de seguridad social universal sustentado en el acceso efectivo a los servicios de salud, una pensión para el retiro, seguro de desempleo y seguro de riesgo de trabajo, cuya condición sea únicamente la de ser mexicano”. Y luego: “La erradicación de la pobreza alimentaria, mediante la garantía de un ingreso que cubra las necesidades nutricionales de todas las personas”.
La primera medida, según todos los expertos, implica la fusión de nuestros múltiples servicios de seguridad social (IMSS, ISSTE, Seguro Popular, sistemas estatales) en uno sólo. Esa batalla política —imaginemos qué dirán los sindicatos de IMSS e ISSTE— que muchos han considerado imposible.
Si se solucionara lo político falta el dinero.

Dinero de Enrique Galván Ochoa Se apresta el Senado a avalar el gasolinazo Hervor de corrupción en Seduvi

Anoche los senadores priístas –siguiendo instrucciones de Manlio Fabio Beltrones– se preparaban a dar la puntilla a los consumidores mexicanos avalando los gasolinazos por tres años más, medida que la semana anterior aprobó la Cámara de Diputados. Incluso se hablaba de un flamazo extra, una cuota adicional sobre la gasolina para activar la construcción de vías de comunicación, o algo así. Se ve que a don Beltrone ya le gustó el ramo de la construcción, donde ha dado magníficos resultados. En el edificio del Senado –Insurgentes y Reforma– se excedió en más de mil millones de pesos del presupuesto original y todavía no lo acaban; todos los días resultan costosos detalles que subsanar. Bien dijo uno de los profundos pensadores del priísmo, el nunca olvidado profesor Hank: sin obras no hay sobras. Así que, ya saben amigas y amigos, gracias al nuevo PRI tendremos que seguir pagando los gasolinazos tres años más a fin de que engorden las fortunas de ex gobernadores como Moreira, Fidel, Eugenio Hernández y Bours. Más los que se acumulen esta semana.

Salinas, un tipo de cuidado Pepe Cárdenas

Esta semana se publica ¿Qué hacer? Es el quinto libro del ex presidente.
El mensajero es el mensaje. Provoca.

La nueva obra del “villano favorito” de Andrés Manuel López Obrador reparte golpes a diestra y siniestra.
Habla de la economía enferma; las familias rehenes del crimen; la transición democrática enredada; el desánimo general. También de ansiedad, temor y desaliento…
Culpas de las que Salinas, por cierto, no es inocente.
¿Qué hacer? tampoco desaprovecha la oportunidad para desnudar a algunas vacas sagradas de la comentocracia. A los “intelectuales orgánicos” e intocables. Eso, vaya que vende.

Más en  http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=776999

Sagradas, pero vacas al fin. Rafael Cardona en su Cristalazo

Pacen con la parsimonia de su inmunidad. Nadie osa jamás alzar una vara en su contra ni para arrearlos ni para medirlos. Son pocos, en verdad, pero muy selectos y largamente beneficiados por los frutos de una leyenda alimentada por ellos mismos. Son los rumiantes de su propia pastura. Si me lees te leo.



Son las “vacas sagradas”; los intocables, los “intelectuales” y contra ellos se ha alzado Carlos Salinas, en inusitada reflexión pública de comentarios dichos pero nunca publicados, con la única autoridad política indiscutible: su enorme cúmulo de información (pasada, presente y futura); las viejas facturas, las pagadas y las pendientes, alguna vez se usan. Seis años de saber cuánto vales, cuánto cuestas; con quien comes y con quien te acuestas.

A sus dichos sobre los intelectuales orgánicos del país contenidos en una obra de reciente publicación y de la cual dieron cuenta ayer (cada uno con su enfoque) algunos diarios nacionales, vendrá una catarata de protestas, desmentidos, comentarios, afirmaciones y señalamientos. Todos se irán en contra de Carlos Salinas, a quien ya no le pueden decir más. Todo se lo han dicho y todo se le ha resbalado.

Salinas ha escrito un texto llamado “¿Qué hacer? Una alternativa ciudadana” en el cual sustituye la tesis del Estado fallido por la Nación asfixiada en la cual, la economía está enferma, las familias viven aterrorizadas por la violencia, desanimadas y con una transición enredada cuya ciudadanía debe ser organizada para liberar fortalezas capaces de reorganizar al país.

Más allá de la certeza de sus afirmaciones llama la atención la virulencia de sus juicios sobre un grupo de ensayistas, escritores, historiadores y periodistas, hombres y mujeres cuyos ventanales en el monte Olimpo han sido quebrados a pedradas.

Juzgue usted:

“Enrique Krauze encabeza la lista de intelectuales orgánicos afines a los gobiernos neoliberales que han presidido el país durante los últimos sexenios. No obstante, hay que apuntar su clara inclinación a dejarse llevar por los vientos del gobierno en turno...

Más sobre como Salinas quema a los intelectuales en  http://cronica.com.mx/notaOpinion.php?id_nota=613499

¿Qué hacer? Primero, pensar estratégicamente Carlos Salinas de Gortari


No sólo en el foro hay foristas invitados, en Milenio y en El Universal, también hay invitados. Ayer el ex-presidente Salinas manifestó que La República está en peligro.


Antes de elaborar un programa de acciones encaminadas a la construcción de una democracia republicana, es necesario prepararse para pensar de manera estratégica.

Al final, el amor ganó sobre el dinero en una historia que no fue pretenciosa. Foto: Octavio Hoyos
¿Qué hacer? La alternativa ciudadana, es el título del libro que ahora se presenta al público. El nuevo contexto internacional y nacional obliga a pensar en acciones inéditas pero, si se pretende que resulten efectivas, es preciso fijar metas claras y factibles. En cualquier caso, el camino que el país elija debe apuntar hacia dos objetivos esenciales: mantener la soberanía y promover la justicia social.
Ante los riesgos que hoy enfrenta la República se hace urgente plantearse: “¿Qué hacer?”. Y responder implica la construcción de la fuerza necesaria para ir en pos de lo que se quiere alcanzar.
Diferentes objetivos requieren de medios distintos y por esto la fuerza de que se trata tiene que ser en relación al terreno donde se da la lucha. En el contexto interno, los rivales a enfrentar son los neoliberales, los neopopulistas y, claro está, los intelectuales que diseñan y sostienen los proyectos de ambos bandos. En el externo, los adversarios son el capital especulativo y su dinámica perversa: el control desde el extranjero del sistema de pagos del país y las constantes presiones que desde el exterior se ejercen sobre los energéticos mexicanos.
Por lo general, los debates en torno a la pregunta “¿qué hacer?” no desembocan en una estrategia sino en una lista de temas y tareas; un inventario de objetivos y aspiraciones, algo así como un catálogo de políticas públicas.
Antes de elaborar un programa de acciones encaminadas a la construcción de una democracia republicana, es necesario prepararse para pensar de manera estratégica.
El “pensamiento estratégico” exige establecer un propósito específico, saber qué queremos. Implica evaluar las posiciones estratégicas en el contexto de un conflicto.
Lo siguiente es analizar las fuerzas en ese conflicto y el campo en el que cada una intentará desplegarse. Pensar de forma estratégica implica evaluar las distintas posiciones en el contexto de una lucha. La discusión sobre lo que es necesario hacer puede llevar a la conformación de una agenda, pero no conduce al diseño de una estrategia.
Para el estudioso Peter Paret, “el pensamiento estratégico es, antes que nada, pragmático. Depende de las condiciones geográficas, sociales, económicas y políticas.” Citando a Hans Delbrück, autor de Historia del arte de la guerra, Paret destaca: “Una vez que el pensamiento estratégico se torna inflexible y autosuficiente, la más exitosa de las tácticas puede conducir al desastre político”. Si bien se requieren estrategias diferentes para conflictos distintos (bélicos, políticos, sociales, culturales, en la producción…), el pensamiento estratégico, como ha señalado John Womack Jr. en Posición estratégica y fuerza obrera: significa calcular los poderes más probables, los campos de las fuerzas en conflicto por el periodo en que se estima luchar; calcular lo que se puede ganar o perder, decidir entre los escenarios lo que más se aspira a ganar ante las condiciones prevalecientes; lo que se tiene que ganar y lo que no se debe perder. Lo primordial es detenerse a reflexionar sobre el carácter del conflicto para luego establecer si es posible modificar su naturaleza, o si es inevitable asumirlo tal y como se ha identificado desde el principio. Una estrategia es un plan general de operaciones, cuyo principal objetivo es ganar lo más posible y minimizar los daños que pueda ocasionar el adversario. “La estrategia debe tomar en consideración todos los aspectos, tanto los propios (representados por el Estado con todas sus capacidades económicas y políticas) como los del adversario. El estratega será exitoso si evalúa correctamente la naturaleza del conflicto”, señaló el teórico soviético Aleksandr A. Svechin en su clásico Estrategia.
¿Por qué insistir ahora en la importancia de la soberanía? Porque es la esencia de toda nación y porque hoy está en riesgo. Para nuestra nación, mucho más que para otros países de Latinoamérica, el factor geopolítico (la vecindad con la nación más poderosa del mundo) ha propiciado que la lucha por la soberanía sea una premisa indispensable para la preservación de la República. Para quienes habitamos esta tierra, el propósito fundamental es persistir como nación soberana. No hay soberanía sin un Estado fuerte. Pero la fortaleza del Estado no reside en su tamaño, mucho menos en el ejercicio de un gobierno basado en la cerrazón y la intransigencia. Es la legitimidad la que le confiere fuerza al Estado. Y esa legitimidad deriva de que el Estado sirva al pueblo y no se sirva de él. Es el gobierno por el pueblo y para el pueblo.
Si Max Weber definió al Estado como aquel que dentro de un determinado territorio ejerce el monopolio del uso de la fuerza, única fuente del derecho a la coerción, hay que insistir en que su carácter soberano lo adquiere cuando tiene el poder para decidir sobre las reglas en un territorio y el poder para aplicarlas. Es la nación la que es soberana. Y la lealtad del pueblo hacia el gobierno y sus instituciones surge ahí donde avanza la justicia cuando el pueblo es el sujeto de su propia transformación, y no el objeto pasivo de la dádiva gubernamental. Un Estado pierde legitimidad cuando se sirve del pueblo en lugar de cumplir con su obligación fundamental, que es la de servir al pueblo.
La exigencia de justicia social es impostergable en México. Luego de un siglo de revolución y a pesar del esfuerzo de varias generaciones, el país registra una de las peores distribuciones del ingreso en el mundo y una desigualdad social inadmisible. La mayor violencia es la pobreza.
¿Por qué es necesaria la justicia social para consolidar la libertad? Es más que la antigua utopía, sencilla y conocida, de “poner fin a la desigualdad”. La justicia es la esencia de la legitimidad, y sin ella no hay soberanía. No hay legitimidad sin respaldo popular. No un respaldo sostenido por multitudes de acarreados o por muchedumbres sin proyecto, como sucede bajo los gobiernos neopopulistas; tampoco uno que provenga de ciudadanos desvinculados que sólo participan a la hora de responder encuestas, como acontece en las administraciones de corte neoliberal. La justicia que deviene legitimadora del Estado es aquella que edifica el pueblo convertido en sujeto de su propia transformación. Hoy en México es necesario postular nuevos principios de justicia, más sólidos y de más amplia cobertura. Para la gran mayoría de ciudadanos del país, la evidencia de tanta riqueza en manos de tan pocos es inaceptable. Pero igualmente inadmisible, además de ingenuo, es suponer que la buena voluntad de los que más tienen o la actitud magnánima del Estado representan un camino viable para aliviar los males que afligen al país.
Las líneas precedentes abren el camino para formular con mayor nitidez la esencia de la democracia republicana: Una forma de participación y convivencia que permite a los ciudadanos superar su condición de objetos condicionados por el poder y convertirse en sujetos de su transformación. En la democracia republicana, los individuos se convierten en ciudadanos al participar organizados y hacer por sí mismos lo que sólo ellos pueden por su comunidad; así convierten sus prácticas cívicas en iniciativas políticas y dan un sentido a su poder transformador. Con esto se evita que el Estado tome en sus manos responsabilidades que sólo corresponden a los ciudadanos.
Son republicanos aquellos hombres y mujeres que participan de manera activa en los asuntos públicos. Lo hacen de manera organizada, en agrupaciones territoriales o vinculadas a la producción. Se involucran en la vida ciudadana mediante el diálogo y el debate, a través de la organización relacional y la política popular. Expresan opiniones y diferencias en reuniones y asambleas (la democracia republicana se asemeja, en más de un sentido, a la democracia deliberativa). Tras el diálogo y el debate, pasan a la acción a través de grupos y organizaciones autónomas, sin intervención del Estado. Se trata de pasar de una ciudadanía de individuos que se limitan a votar y consumir a una de personas que participan y se organizan; los individuos de una cuadra, un barrio, una sociedad, dejan de ser ajenos a la comunidad que los rodea, seres anónimos, para ejercer las más diversas actividades cívicas y convertirse en verdaderos vecinos y compañeros: en con/ciudadanos.
En el México de hoy, los antiguos conflictos se agravan con la aparición de otros inclusive mayores. Conviven la falta de progreso justo y sustentable, el deterioro de la vida democrática, el debilitamiento de las instituciones y, por si faltara, el secuestro de la paz y el orden en distintas regiones del país. Persistentes, todos estos males han puesto en jaque la soberanía nacional y la justicia para hacer realidad la libertad.
Sí, la República está en riesgo.
*Ex presidente de México"