martes, 25 de octubre de 2011

Editorial periódico Vanguardia Alianzas con PANAL, ¿cuánto nos cuestan?

El dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Humberto Moreira, confirmó ayer algo que se había deslizado anteriormente como una posibilidad y que pocas horas después fue avalado por el principal precandidato presidencial del tricolor: que buscarán ir juntos en este proceso con el Partido Nueva Alianza.
Se trata del primer dirigente de un partido que deja clara la intención de tener como aliado al PANAL en esta elección presidencial, aunque no debe dudarse que todos los demás pretendan lo mismo, pues prácticamente no existe fuerza política con la cual Nueva Alianza no haya realizado tratos electorales.
En lo formal, se trata de una intención perfectamente legítima, pues PANAL y PRI son dos fuerzas políticas con registro que, con acuerdo a las reglas fijadas por el Cofipe, pueden integrar una plataforma electoral común y lanzarse juntos a la caza del favor de los electores.
En el “mundo real”, sin embargo, todos sabemos qué significa la alianza con el PANAL: pactar con Elba Esther Gordillo Morales, la cabeza del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, la cesión de una cuota importante de poder para miembros de dicho gremio.
Y de unos días para acá, tal afirmación parte de una certeza absoluta: la lideresa del SNTE lo dijo con todas sus letras durante la más reciente sesión del Consejo Nacional de su gremio:
“...Nuestras metas son claras: educación pública, seguridad social y la fuerza política para que nadie toque a este Sindicato... Porque el que lo toque se va a encontrar con un grupo de diputados y de senadores...”, dijo Gordillo ante la plana mayor de sus colegas el 12 de septiembre pasado.
No existe pues, lugar para el equívoco ni para las interpretaciones: buscar una alianza con el PANAL implica, de forma irremediable, cumplir las condiciones que la maestra Gordillo ha establecido ya como “piso” para caminar de la mano con otras fuerzas políticas.
Y si se tratara de un partido cualquiera, nadie podría llamarse a preocupación o a escándalo. El problema es que se trata de una fuerza política creada para proteger los privilegios de un gremio cuyos esfuerzos debieran estar encaminados a sacar a nuestro país del subdesarrollo utilizando la educación como herramienta privilegiada de dicho propósito.
Lejos, muy lejos de tal posibilidad, lo que el SNTE busca a través del PANAL, es la fuerza política “para que nadie los toque”, es decir, para tener la potestad de seguir haciendo lo que han hecho hasta ahora: degradar al sistema educativo del país.
Por ello, las alianzas con el PANAL deben ser evaluadas no solamente a través del cristal del interés político sino, sobre todo, a través del filtro de los intereses nacionales y de los costos que para nuestra sociedad tiene el que los responsables de la educación estén más preocupados por la conquista del poder que por el cumplimiento de sus responsabilidades.



Lo mismo en  http://www.vanguardia.com.mx/alianzasconpanal%C2%BFcuantonoscuestan?-1130574-editorial.html

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