domingo, 18 de diciembre de 2011

Atl-coatl - Sólo una opinión.


Lugar primordial en el gobierno de la nación mexicana lo ocupaba el huey tlatoani, expresión que literalmente significa "el grande que habla, el gran orador...". Hay varias similitudes entre Enrique Peña Nieto Y Felipe Calderón Hinojosa.

Autoritarismo, existen varios ejemplos de su soberbia y su falta de respeto hacia los derechos humanos: La guerra al narcotráfico sin estrategia y sin consultar a la ciudadanía de Calderón; El caso Atenco, donde hubo detenciones arbitrarias,, allanamientos de morada, tortura, abuso sexual y violaciones a  mujeres, además de violación a los derechos de los menores.

Caprichosos: Calderón protegió, cobijo y se aferro a defender a los responsables del accidente en el ABC de Hermosillo Son. ; A Peña Nieto no le importo las recomendaciones nacionales e internacionales sobre el daño que su proyecto " Resplandor teotihuacano" le causo a las pirámides de San Juan Teotihuacan.

Sus Relaciones fraudulentas, sus tratos con Televisa y Elba Esther. El apoyo a Fobaproa y el auto préstamo de Banobras es igual a ser subcoordinador financiero de la campaña política de Arturo Montiel en 1999 y Secretario de administración del gobierno del estado de México entre 2002 y 2003.

Los dos diputados.

Las universidades patito: Escuela Libre de Derecho; la Universidad Panamericana.

Ayer el destino los volvió a unir:

14:57 Lamento profundamente el fallecimiento del exPresidente Miguel De La Madrid. Enfrentó una gran adversidad. Mi sentido pésame a su familia", escribió el mandatario en su cuenta @FelipeCalderon
14:35 Lamento el fallecimiento del Ex Presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado. Mis condolencias para su familia" tuiteó en su cuenta @EPN.    http://www.eluniversal.com.mx/notas/816950.html

El oportunismo político, la cuestión de figurar, Se dice que el presidente de la republica Mexicana y quien aspire a serlo debe ser el hombre mejor informado del país...Ni Peña Nieto, ni Calderón Hinojosa llenan esos requisitos. Usted que opina.

 Update: Desde su cuna el narcotráfico permeo a la policía y miembros de las fuerzas militares ( Sicilia Falcón), pero cuando se adentro en los círculos políticos fue en el sexenio de Miguel de la Madrid...curiosidades de la vida, en estos días Calderón y el Gelboy lo reconocen...casualidades de la vida: Los sicarios de Beltrán Leyva tenían su paraíso en el estado de México....el sexenio del chapo.
atl_coatl


Federico Berrueto - Josefina será candidata


La fortaleza de Vázquez Mota es la sana distancia con los dos principales líderes del PAN: Felipe Calderón y Vicente Fox. Su condición de mujer no es problema, sino un activo. Los mexicanos, salvo una muy pequeña y electoralmente irrelevante minoría, no tienen reserva de que una mujer ocupe la más elevada responsabilidad pública. Ha probado eficacia, carácter y habilidad.
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Aunque las precampañas del Partido Acción Nacional apenas inician y con éstas la publicidad de sus precandidatos, las condiciones de inicio anticipan el resultado. Reforma presentó una encuesta de preferencia de los electores reales de la contienda: dos terceras partes de los activos están con Josefina Vázquez Mota; con los miembros adherentes del PAN la situación no es distinta; no hay un segundo lugar: Ernesto Cordero y Santiago Creel estarían empatados en un muy distante tercero. Los resultados son extraordinariamente cercanos al seguimiento catorcenal que hacen MILENIO y GCE con encuesta a los simpatizantes del PAN. Una ventaja de 40 puntos de Josefina Vázquez Mota sobre sus adversarios.
Dentro y fuera del PAN se especula sobre el golpe presidencial y la supuesta imposición de Cordero como candidato. La fortaleza de Josefina se da a costa de los simpatizantes del senador Creel, distantes al presidente Calderón. Es muy probable que la preferencia del Presidente sea a favor de su ex secretario de Hacienda; sin embargo, eso no significa que en el momento crucial de la elección Felipe Calderón quiera o pueda intervenir a manera de revertir una ventaja concluyente sobre quién debe ser el candidato. Sería un suicidio para el PAN.
En realidad las precampañas iniciaron hace tiempo. Josefina comunica mejor que cualquiera de sus competidores. Inició a 20 puntos de distancia abajo de Creel y a mediados de julio, después de la elección del Estado de México, ocurrió el empate y de allí un crecimiento consistente que la ha llevado a una posición de clara ventaja. La campaña de Cordero no prendió. La de Creel se extravió por una mala estrategia, un intento frustrado de reinvención.
Lo difícil para los políticos con trayectoria es que su biografía es su oferta, como Carmen Aristegui cuestionara a Creel al día siguiente de su registro como precandidato. ¿Por qué los electores habrían de creerle si él fue el colaborador y el estratega más importante del gobierno de Fox, quien dejó pasar la transformación del sistema de poder en México? Allí está el registro de Pancho Barrio, quien demandaba actuar contra los responsables del Pemexgate y Creel no hacerlo para lograr las reformas que nunca llegaron; cacahuates por oro, el renovado ciclo de la impunidad desde el poder. Que Creel se refiera contra los monopolios y la corrupción se mide con la permisividad en materia de juego de apuesta y los grupos beneficiados en su gestión en Gobernación. ¿Cómo hablar de democracia cuando fue uno de los que llevaron a Fox a iniciar proceso penal contra AMLO para sacarlo de la contienda presidencial? Creel tiene que andar contra su propia trayectoria, el peso de su pasado, de allí los magros resultados de su campaña.
Ernesto Cordero entró tarde a la contienda y, más que eso, fuera de forma. Su talento profesional e intelectual se opaca por como comunica; sus limitaciones están más en la forma que en el fondo. La estrategia de provocar a Josefina es la adecuada para quien pretende polarizar la contienda y con ello generar un efecto igualador que anule a Creel como opción. Ha dado golpes certeros, pero su resultado no ha impactado. Parece hablar más para el presidente Calderón y su círculo que para los miles de miembros activos y adherentes. Los problemas no son de estrategia, sino de operación. De cualquier forma, su presencia le da autenticidad a la contienda y genera un debate útil para el PAN y, finalmente, legitimador del resultado.
La fortaleza de Josefina es la sana distancia con los dos principales líderes del PAN: Felipe Calderón y Vicente Fox. Su condición de mujer no es problema, sino un activo. Los mexicanos, salvo una muy pequeña y electoralmente irrelevante minoría, no tienen reserva de que una mujer ocupe la más elevada responsabilidad pública. Para muchos sectores más allá del PAN, la posibilidad de una candidata mujer postulada por uno de los grandes partidos, genera más simpatías que rechazo. Además, Josefina ha probado eficacia, carácter y habilidad. También su trayectoria habla por ella y las cuentas le son favorables en el partido, el gobierno y la contienda.
La elección está próxima. López Obrador y Peña Nieto han probado ser excelentes candidatos, el primero por su sensibilidad social y persistencia, el segundo por su carisma, eficacia y convincente mensaje, como ocurrió ayer al recibir su constancia de precandidato. La diferencia la hace la estructura partidaria que sustenta a cada cual y la capacidad de sumar los efectos de las campañas de legisladores y las locales concurrentes. Sin embargo, una participación elevada, como será en julio próximo, le da mayor peso a la comunicación y a la campaña que realicen los candidatos presidenciales.
Peña Nieto, López Obrador y Josefina Vázquez Mota, tres opciones diferenciadas sobre las que los mexicanos habrán de decidir el futuro del país.

Héctor De Mauleón - La invasión


El 9 de diciembre de 1861, desde el puerto de Veracruz, un corresponsal anónimo envió una breve carta a las oficinas de El Monitor Republicano, en San Juan de Letrán número 3.

Los editores de aquel célebre diario liberal, Vicente García Torres y Florencio M. del Castillo, rompieron el sobre y la leyeron temblando. La comunicación indicaba que cinco vapores de guerra habían tomado posesión de Antón Lizardo, y avanzaban hacia Veracruz.

Esa carta escrita hace exactamente 150 años, cerraba con esta frase: “La guerra ya no es una ilusión”. Los años de la intervención extranjera en México habían comenzado: se nos venía encima el mejor ejército del
mundo, el de Napoleón III, acompañado por seis mil 200 efectivos españoles y 800 infantes ingleses.

En aquellos días estaban de moda los Curativos Galvánicos del doctor Chrystye, un charlatán que en la esquina de San Francisco y Vergara prometía curar con cinturones y collares magnéticos, el reumatismo, la
dispepsia, los temblores y la perlesía.

En aquellos días, Florencio M. del Castillo redacta un artículo sobre el color de la ropa y el carácter de las mujeres: “Las mujeres que gustan del color blanco son ordinariamente buenas, cándidas, propensas a la melancolía. Las aficionadas a los azules son celosas e inconsecuentes en el amor; locas por los bailes y tertulias, pero sensibles a la amistad…”.

El redactor tuvo de dejar de lado todo aquello, para destacar una nueva carta enviada el 14 de diciembre por su corresponsal: “Hoy llegaron a Sacrificios cuatro grandes vapores, y de ellos se desprendió un bote con dos jefes que vinieron a intimar la evacuación de la plaza … Dios proteja a la Patria y nos de paz honrosa o muerte gloriosa antes de sucumbir humillados”.

La invasión era, entre otras cosas, la respuesta de las potencias extranjeras a la decisión del gobierno de Benito Juárez de suspender por dos años el pago de la deuda externa de México. Era la reacción del
partido conservador frente a las Leyes de Reforma, que nacionalizaban los bienes del clero, y privaban a la iglesia católica de los recursos materiales con que había financiado durante años la sangrienta guerra
civil. 

A juzgar por el tono de las notas publicadas en cascada, el anuncio de la guerra fue leído en las calles con aire fúnebre. En el ejército mexicano había un fusil por cada tres o cuatro soldados. El arsenal estaba formado por mosquetones de 1817 y 1829, y por piezas de artillería tomadas a Napoleón en la batalla de Waterloo, vendidas después a los mexicanos. La tropa era un conjunto de hombres semidesnudos, armados con machetes.

Lorencez, el jefe de la expedición francesa, estaba tan seguro de su victoria, que escribió a su ministro de Guerra: “Tenemos ante los mexicanos tal superioridad de raza, de organización, de disciplina, de
moral y de elevación de sentimientos, que ruego a Vuestra Excelencia decir al Emperador que ya, desde ahora, a la cabeza de seis mil 000 soldados, soy dueño de México”.

El 15 de diciembre, con un discurso trémulo, Benito Juárez ofreció levantar la suspensión de pagos y llegar a un acuerdo civilizado con los invasores. No había, sin embargo, marcha atrás. “En medio de las
circunstancias más difíciles que han rodeado a México desde su Independencia”, Juárez prometió “emplear toda la energía que inspira el amor a la Patria y la conciencia del deber, para impulsar al país a
defender su revolución y su independencia”.

Cientos de ciudadanos hicieron cola en el Ministerio de la Guerra para pedir “que se les emplee en la campaña contra los invasores”. El general Ignacio Zaragoza levantó un cuerpo de zapadores, formado por 800 hombres, indígenas en su mayoría, “y el señor Díaz Mirón obtuvo permiso para levantar una guerrilla en el estado de Veracruz”.

Ese mismo día, 15 de diciembre, Veracruz fue evacuado. Se prohibió a la población abastecer de alimentos a los invasores y se dispuso sacar el ganado y destruir todas las vituallas en ocho leguas a la redonda. Para
sobrevivir, los invasores tuvieron que embarcar víveres desde Cuba.

Lorencez ignoraba que había llegado al infierno. No había salido en el laberinto. Un oficial francés avizoró lo que iba a ocurrir: “La política del enemigo consiste en destruir todo a nuestro alrededor. Es un sistema
estupendo. No sé que es lo que vamos a hacer si ese estado de cosas se prolonga un mes más”.

A 150 años de aquello, en otras circunstancias difíciles, no está de más releer, revisar, recordar. Ha quedado escrito lo que, llegado el caso, este país puede hacer.

Álvaro Cueva - Peña Nieto, la señora y Ninel Conde


Un acierto que le preguntaran al pre-candidato del PRI el precio de la tortilla. Ésas son las cosas que mejor retratan a un político, los temas que verdaderamente le pegan a la gente.

Ilustración: Mario Fuantos
Y cuando todos pensábamos que Enrique Peña Nieto había aprendido la lección después de su descalabro en la FIL, ¡zas!, que nos sale con lo de “yo no soy la señora de la casa”.
Esto ya no es una cuestión superficial, es algo sumamente delicado, un tema como para que las cúpulas más altas del PRI se organicen y discutan.
¿Por qué? Porque hay temas de color y temas fundamentales. Lo del precio de la tortilla no era un chiste, era y es algo que cualquier candidato a la Presidencia de la República debe conocer.
Porque además de que el señor no se supo la respuesta, mostró, sin que nadie se lo pidiera, una posición asquerosamente sexista.
Porque dicen, los que saben, que las elecciones las definen las mujeres, y yo no creo que después de que don Enrique las dejó tan mal paradas, ellas lo sigan viendo tan guapo y tan simpático como antes.
Porque Josefina Vázquez Mota, del PAN, del partido que millones de personas pensaban castigar en 2012 por culpa de Felipe Calderón, aprovechó esa declaración a su favor, para pintarse como una precandidata inteligente, diferente, ideal. ¡Peña Nieto la catapultó!
No, pero espérese, también hay otras razones para reflexionar sobre esto. A mí las que más me inquietan son el PRI, los medios y los políticos.
El PRI tiene muy mala fama, pero jamás ha sido un partido de gente estúpida, ni de personas ignorantes ni de personajes chistosos. Jamás.
Por más que hago memoria, no recuerdo a algún candidato o a algún mandatario priista diciendo algo tan terrible como “no soy la señora de la casa”.
Me acuerdo del presidente que iba a defender al peso como un perro, del que asumía la responsabilidad histórica de la matanza de Tlatelolco y del que afirmaba que México ya no era un país del tercer mundo.
Pero ninguno de ellos había caído tan bajo. Las frases bobas eran para la gente de otros partidos, para personajes folclóricos como Vicente Fox.
¡Cuidado! Si el PRI pierde su distancia, lo va a perder todo, porque entonces sí no va a haber ninguna diferencia entre su supuesta experiencia y la improvisación de los demás, porque entonces sí su gente va a estar a un nivel tan rascuache como la de cualquier otro partido.
¿Para qué querría el pueblo votar por sus candidatos? ¿Qué podría esperar de ellos que no le pudieran dar los demás?
¿Ahora entiende la gravedad de lo que está sucediendo con las declaraciones de Enrique Peña Nieto?
Esto nos obliga a pensar en lo que está pasando con los medios. Yo creo que fue un acierto monumental que Salvador Camarena le preguntara al precandidato del PRI el precio de la tortilla.
Ésas son las cosas que mejor retratan a un político, los temas que verdaderamente le pegan a la gente, un periodismo más actual, más humano, más de redes sociales, más del siglo XXI.
Lo penoso fue la respuesta de don Enrique y, en general, la poca preparación que están mostrando nuestros políticos para manejarse ante la sociedad.
Entre que no saben, entre que se ofenden y entre que no les da pena, nuestro futuro pinta negro, muy negro. Y a las pruebas me remito: ¿ya vio usted el spot de Mario Delgado con Ninel Conde?
Mario Delgado es el secretario de Educación del Gobierno del Distrito Federal. Ninel, una mujer con fama de babosa, una de las figuras públicas más atacadas de la internet.
Ambos se juntaron para hacer un spot dizque para concientizar a la población sobre lo que está pasando con el bullying (el acoso).
La verdad es que se trata de una campaña de promoción personal de don Mario.
El spot está espantoso, pésimo en términos editoriales, nefasto desde la perspectiva de la producción. Si el señor Delgado cree que con eso salvará muchas vidas, que vaya comprando miles de ataúdes porque se va a poner peor.
La razón es muy simple, no se puede combatir un conflicto social apoyándolo. No vamos a acabar con elbullying invitando al pueblo a atacar a Ninel Conde.
Y luego platicamos del bajísimo nivel cultural que un secretario, que debería ser la cúspide de la educación, nos está reflejando al colgarse de un personaje así para hacerse publicidad.
¡Mario dice en su spot que Ninel es un ejemplo! ¡Y lo dicen en serio!
Ésta es la categoría de nuestros políticos. No es un problema nada más de Enrique Peña Nieto o del PRI. Es de muchos, de casi todos. ¿A usted no le da miedo?
¡Atrévase a opinar!


Arturo Pérez-Reverte - El viejo soldado


Recobramos antiguos ritos: una palmada en el hombro, más sonrisas, nombres de personas y de lugares que afloran como un torrente.

Ilustración: Mario Fuantos
Al principio no lo reconozco. El suyo es un rostro como cualquier otro. Camina bajo la lluvia fina, con la cabeza descubierta y las manos en los bolsillos del chaquetón impermeable. Pasa por mi lado y me mira un instante, tímido y confuso, como si dudara entre saludarme o no, antes de seguir su camino sin decir nada. Entonces, de golpe, recuerdo. Me detengo y lo llamo: grito su nombre por encima del ruido de los automóviles. Se detiene como sorprendido, al oírlo. De que lo recuerde. Y se vuelve hacia mí. La ropa de paisano le sienta mal; no parece propia de él. Ha engordado, y el pelo que le queda es gris. Sin embargo, la sonrisa es la misma. La cicatriz del mentón —estuve presente el día que se la hizo, o se la hicieron— se embosca entre las arrugas de la cara, en la piel recién afeitada.
—Niño —dice.
Me hace gracia el viejo apelativo, tanto tiempo después. Así me llamaban él y sus compañeros: yo tenía entonces veintitrés años. También lo llamo ahora como entonces.
—Mi capitán —respondo.
Nos estrechamos la mano, entre las luces de los escaparates y los semáforos que se reflejan en el suelo mojado. Tras las primeras palabras quedamos en silencio, mirándonos cautos mientras nos reconocemos los adentros. Resolviendo si es cosa de seguir cada cual su camino, o de quedarse un rato. Recordar y recordarnos. Nos miramos indecisos hasta que, de mutuo acuerdo, decidimos recordar. Con asombrosa naturalidad recobramos antiguos ritos: una palmada en el hombro, más sonrisas, nombres de personas y de lugares que afloran como un torrente. Y luego buscamos un bar apropiado. Una tasca del Madrid de los Austrias, casi vacía. Nos acodamos en la barra, él pide una cerveza y yo un vermut rojo; y con ellos pasamos revista a los recuerdos mientras desgranamos un rosario de nombres queridos: el teniente coronel López Huerta, el comandante Labajos, el capitán Gil Galindo, el teniente Rex Regúlez, el cabo Belali uld Maharabi, el teniente Albaladejo… Casi todos ellos están muertos hace mucho tiempo. Como decíamos entonces, dejaron de fumar.
Me habla de mis novelas, que ha leído todas. O eso dice. Del capitán Alatriste, que como veterano soldado es, naturalmente, su favorito. Por mi parte hablo de él mismo, de mis recuerdos a su lado. De su juventud, que durante ocho meses también fue la mía. De otros países, otras fronteras y otras guerras que vinieron después. De nuevos compañeros y amigos en los que, sin duda, se habría reconocido. Al fin, con la tercera cerveza y el tercer vermut, me cuenta de su mujer, de sus dos hijas. De sus tres nietos. De cómo acabó siendo su trabajo hasta su hace poco: la mesa cubierta de papeles, la jornada con horario burocrático, el desesperado aburrimiento que en los últimos tiempos invadió hasta el último rincón de su vida. El piso familiar que reservó para su jubilación —Melilla, apunta con una luz singular en los ojos, África a fin de cuentas—. La rutina, los años, la resignación. El consuelo de los recuerdos. De lo que en otro tiempo fue, o creyó ser. Hace siglos, comenta con una sonrisa amarga, que en su vida no hay sorpresas, noches en vela, escaramuzas en el desierto, patrullas nómadas bajo la Cruz del Sur, chicas como las del cabaret de Pepe el Bolígrafo, soldados fieles —a los que traicionamos como a perros, apostilla— como los saharauis de su tropa nativa. Se acabó, amigo. Safi. Una vez fui de vacaciones, en plan visita, a los campamentos de Tinduf, añade. Y me pasé el tiempo llorando.
Cuando salimos de nuevo a la calle, las luces verdes de los taxis pasan por Puerta Cerrada. Miro el reloj. Siento marcharme, digo. Tengo una cita de trabajo. Asiente, comprensivo. Está claro que no desea que nos separemos. Soy parte de su memoria, de sus sueños perdidos y sus nostalgias. Durante tres cervezas ha vuelto a ser el que era, junto a un testigo de lo que en otro tiempo fue: un joven oficial que aún creía en patrias y banderas mientras jugaba a los héroes en un escenario perfecto e irrepetible. Y en cuanto nos separemos, a ojos de cuantos se crucen con él —pocos llevan la biografía escrita en la cara—, volverá a ser un transeúnte más: viejo, anónimo, de aire fatigado. Quizá por eso hay una amarga desolación en su sonrisa cuando estrecha mi mano y vuelve la espalda, alejándose. Aunque se detiene a los tres pasos, como si hubiera olvidado algo.
—Allí no había nada —dice de pronto—. Sólo viento y arena, ¿te acuerdas?... Pero era el lugar más hermoso del mundo.

Ricardo Alemán - El deporte de violar la Constitución

Al momento de rendir protesta como diputados federales, los también llamados representantes populares juraron, entre otras cosas, respetar la Constitución y las leyes que de ella emanen.

Es decir, que los “señores diputados” y las “señoras diputadas” tienen como tarea principal y obligación fundamental velar por el respeto a la Carta Magna y todos los reglamentos y leyes derivados de ese ordenamiento fundamental del Estado mexicano.
Viene a cuento el tema porque los representantes populares de la LXI Legislatura convirtieron la violación constitucional en uno de los “deportes favoritos” de la clase política mexicana. Y es que desde hace más de un año los diputados debieron cumplir la obligación constitucional de seleccionar a tres consejeros del Instituto Federal Electoral, el árbitro central de la contienda comicial federal que se llevará a cabo el 1 de julio de 2012.
Sin embargo, todos y cada uno de los 500 diputados no sólo han incumplido el mandato fundamental para el que fueron llevados —por el voto popular— a la llamada casa del pueblo, sino que, de manera sistemática, y por más de un año, han violado la Constitución. Por eso la pregunta. ¿Cuáles son las implicaciones de tal violación constitucional?
Según especialistas del tema, la actual Legislatura de la Cámara de Diputados no sólo está en falta por incumplir el mandato constitucional de proponer y aprobar a los tres consejeros que faltan en el IFE. En realidad, la falta en la que han incurrido los diputados y las diputadas federales, convierte a la actual Legislatura en un órgano del Estado mexicano cuyos trabajos y resoluciones se podrían invalidar en un juicio de la materia. ¿Por qué?
Porque, hoy por hoy, los diputados federales están en falta desde que no han cumplido su mandato de elegir a los tres consejeros del IFE. Pero, además, el escándalo trasciende la esfera del trabajo legislativo. ¿Por qué? Porque las responsabilidades de una Legislatura como la actual, en el proceso electoral federal de julio de 2012, son trascendentales.
¿Qué quiere decir eso?
Poca cosa, que la Cámara de Diputados y la actual Legislatura tienen la responsabilidad de velar por el buen funcionamiento del IFE, en el campo de la integración del llamado árbitro electoral.
En otras palabras, que los diputados están obligados a que el Consejo General del Instituto Federal Electoral se integre de manera formal, legal y completa. Y es que, como todos saben, desde la reforma electoral de 2007, el IFE escalonó el recambio de los consejeros. Pues bien, hace un año debieron ser designados los tres que restan para cubrir igual número de vacantes.
Pero resulta que, por distintas razones —todas ellas de carácter caprichosamente político—, los grupos parlamentarios de todos los partidos no lograron llegar a un acuerdo para designar a esos consejeros.
El obstáculo para lograr ese consenso confirma —por si existía alguna duda— que la reforma electoral de 2007 en realidad fue un instrumento para que los partidos políticos pudieran secuestrar al IFE, mediante los instrumentos de la ley. Por eso, esos partidos continúan manteniendo bajo su total control al IFE y, con ello, la elección presidencial.
Pero el asunto va más allá. Y es que, al mantenerse incompletos el IFE y su Consejo General, resulta que una vez que se inició de manera formal la competencia comicial, cualquier ciudadano mexicano puede impugnar la legalidad de ese proceso.
En otras palabras, que en esta mañana, si algún ciudadano quisiera echar abajo el proceso electoral que ya está en marcha, lo puede hacer sin mucho proceso. Pero aún hay más: si en lo que resta de la actual Legislatura los partidos políticos no reconsideran y, al final, no logran designar a los consejeros, cualquier partido, candidato o ciudadano puede impugnar el resultado electoral del 1 de julio de 2012 y con ello echar abajo la elección.
Todo eso, sin tomar en cuenta el desprestigio, el encono social y el desencanto que los electores podrían tener, debido a la irresponsabilidad de los diputados federales quienes, por si hiciera falta, transitan “alegremente” por la ruta de la ilegalidad.
Sin embargo, son muchas las evidencias de que hoy las diputadas y los diputados pudieran llegar a un acuerdo y, por fin, seleccionar a los tres consejeros del IFE que faltan. Aun así, nadie les quita el sambenito de violadores de la Constitución. Al tiempo.

EN EL CAMINO
¡Felicidades a todos..! Por vacaciones, el Itinerario Político deja de publicarse a partir de hoy. Regresa, en los días habituales, el próximo 8 de enero de 2012. ¡Felices fiestas!

Leído en http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=795102

En memoria de Cesária Évora

Una gran voz dejó de exisitir. En homenaje a ella, compartimos dos de sus canciones